Un médico granadino identifica un fármaco capaz de combatir la Covid-19 desde su fase más inicial
La pandemia del coronavirus sigue con nosotros. La Covid-19 aún infecta a miles de personas cada día y aunque la vacunación avanza a buen ritmo y más del 70% de los españoles tienen la pauta completa, aún no se puede bajar la guardia. Por eso, las investigaciones sobre cómo atajar y defender a la población contra esta enfermedad continúan. Un ejemplo de ello es el hallazgo que ha hecho un médico internista de Granada. El galeno ha identificado un fármaco llamado anakinra, que se comercializa con diferentes nombres, se utiliza contra enfermedades inflamatorias y ha resultado ser muy eficaz contra la Covid-19 desde su fase más inicial.
El descubridor es Ismael Aomar, que trabaja como médico internista del Hospital Clínico San Cecilio del Parque Tecnológico de la Salud (PTS). Su investigación, desarrollada desde que comenzó la pandemia, ha abierto todo un abanico de opciones para seguir tratando este coronavirus. A sus 44 años, lleva dos décadas trabajando en su especialidad y desde 2011 es uno de los sanitarios de mayor prestigio de su hospital. Casado y con dos hijos, admite que se lanzó a hacer la tesis doctoral porque era “una espinita que siempre he tenido clavada”.
Una investigación esencial
Casi de forma intuitiva, Aomar se puso manos a la obra. “En cuanto empezó la pandemia pensé que tenía que dar un paso adelante”. Era marzo de 2020 y el mundo se estremecía ante una pandemia que parecía irreal. “Disponíamos de muchos datos y mucha incertidumbre”, cuenta el médico sobre el impulso que le llevó a hacer su tesis doctoral precisamente para defender a sus pacientes de la Covid-19. Humilde, dice que ha sido un trabajo en equipo en el que le han acompañado “grandes compañeros”. Con la dificultad añadida de que en aquellos primeros momentos todos los tratamientos se improvisaban.
“Tratábamos a los enfermos con lo que había y cuando llevábamos dos meses de pandemia, nos planteamos si estaba funcionando lo que les estábamos dando”. Cuenta que en aquellas semanas de incertidumbre hubo compañeros suyos que defendieron la utilización de corticoides para tratar el coronavirus, pero que incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) rechazó esa posibilidad. Pese a que el tiempo les ha dado la razón y hoy es el principal método con el que se trata a los enfermos, entonces arriesgaron para encontrar una solución contra la pandemia que reduce significativamente los ingresos en la Unidad de Cuidados Intensivo (UCI).
“El doctor Juan Salvatierra, reumatólogo, empezó a ver qué les pasaba a los enfermos. Por qué se morían y de qué forma. Así empezamos a utilizar anakinra”, recuerda Ismael Aomar. En un primer momento, el medicamento lo usaron en personas a las que les estaban fallando el resto de tratamientos. “Analicé 158 pacientes con distintos tratamientos, pero de los 10 pacientes que utilizamos con este fármaco no se murió ninguno”. Así, el equipo de Aomar supo que con esa solución podían salvar a personas con la enfermedad muy avanzada. Meses después lo han comprobado en centenares de enfermos.
Frenar la inflamación “exagerada”
Porque el coronavirus en sí no es lo que mata a las personas, sino la respuesta exagerada de su organismo. “Cuando uno estudia las vías de inflamación descubre que los pacientes no se mueren por la Covid-19 sino por la inflamación exagerada, por lo que este fármaco consigue frenarla”. Al entender que lo “básico” es cortar esta inflamación cuanto antes, el anakinra se convirtió en el aliado “inesperado” y perfecto para luchar contra la enfermedad. “No es la panacea, pero yo si tuviera una neumonía por Covid-19 pediría que me lo pusieran cuanto antes”, reconoce el doctor.
Más allá de que este medicamento se haya mostrado eficaz en las etapas más avanzadas del cuadro clínico de una persona, Ismael Aomar también ha observado que lucha eficazmente contra la inflamación “desde el principio”. “Nos gustaría entender por qué unas personas sufren una mayor reacción de su organismo que otras, pero esa es otra vía de investigación”. Por lo que el camino que ha abierto su tesis doctoral es muy útil para salvar vidas mientras se acaba sabiendo todo sobre este coronavirus.
Además, el anakinra tiene otras virtudes: “Es un fármaco muy seguro y muy pocos efectos adversos. Tiene una vida de apenas 8 horas, por lo que si hay problemas sale rápidamente del cuerpo”. Por otra parte, los médicos pueden ajustar las dosis que dan a diferencia de lo que ocurre con otros tratamientos que pueden vivir en el paciente durante semanas. Un avance excepcional que es incapaz de explicar cómo pudo desarrollarse en los peores momentos de la pandemia. “No lo sé cómo lo pudimos hacer viviendo lo que vivimos”.
“Fue algo que se nos despertó y que había que ayudar”, dice Aomar. “Lo bueno de esto es que hemos trabajado en equipo”. Por si fuera poco, su equipo ha sido el primero de España que ha utilizado esta solución contra la Covid-19. Una noticia excepcional si se tiene en cuenta que ya “hay ensayos internacionales con el fármaco”. Con la emoción desbordada por haber hallado algo tan importante para la vida de los demás, Ismael tiene claro su siguiente paso: “Me gustaría dirigir la tesis de varios compañeros. La nuestra ha abierto una vía de investigación en este sentido”.
En el campo de batalla
Este avance en el campo sanitario gana relevancia cuando se pone en el contexto en el que se desarrolló. El doctor comenzó su tesis al mismo tiempo que empezaban a recibir pacientes infectados por coronavirus. “Al principio, como todo el mundo, tuve la esperanza de que fuese como un resfriado. Pero después, sinceramente, cuando empezamos a ver los primeros vídeos que llegaban empezamos a sospechar que esto no era normal”. Como la mayoría, nunca se imaginó que la pandemia resultase tan dañina.
“Tuve la suerte o la desgracia de que el primer día que estalló la pandemia yo estaba de guardia en el hospital”. Por lo que le tocó vivir en directo cómo el mundo parecía desmoronarse a los pies de todos. “Fue lo más parecido a una guerra porque había mucha gente enferma y sin saber cómo actuar”. Tampoco olvida el miedo que tenía de contagiar a su familia. “Recuerdo con horror que mis hijos me dijeran que no volviera a lo del Covid”.
“Nunca pensamos en arrojar la toalla. Una vez que te ponías la bata te olvidabas de todo”, cuenta el galeno. Al mismo tiempo que reconoce que el cansancio sí hizo mella en todos los sanitarios hasta el punto de que fue difícil seguir en algunos momentos. “Los primeros meses no se me van a olvidar nunca porque todo era un caos. Tener 40 ó 50 pacientes ingresados cada día era horrible”. Le taladran los recuerdos de personas mayores falleciendo solas o de cómo tenían que llamar a sus familias para comunicarlo: “Todavía hay días que tengo pesadillas”.
Sobre el hoy, Ismael Aomar dice sentir un “hartazgo” generalizado. “La situación es algo mejor, pero no queremos escuchar hablar de más olas”. Tanto él como sus compañeros necesitan volver a la normalidad, “pero va a ser difícil y no se sabe cuándo será. Hay muchas patologías no Covid que no se han tratado”. “Nuestra paz mental es lo que va a tardar más. Estoy esperanzado que con el desarrollo de la vacunación y de fármacos como este, vamos a salir mejores”. Aunque se resta méritos y se considera simplemente “un soldadito más en esta batalla”.
“Estoy contento en el sentido de que hemos sabido unirnos y hay infinidad de tratamientos. Nosotros investigamos con este fármaco, pero hay muchísimos más. Lo importante es tener más armas en esta guerra. Si no ahora, en el futuro se podrán hacer trajes a medida para los pacientes. Cada vez sabemos más. Lo que hemos publicado en este tiempo ha sido un récord”. Con el convencimiento de que el trabajo realizado no ha sido en balde, Ismael tiene una única aspiración: “Solo quiero ver a enfermos y curarlos y que dentro de 20 años mis hijos vean que su padre no se echó para atrás en el momento más difícil”.
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