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Los terremotos de Granada ponen en peligro su patrimonio histórico y recuerdan a los ocurridos en 1979

Los seísmos han provocado grietas en una de las torres de la Alhambra.

Álvaro López

Granada —
30 de enero de 2021 21:36 h

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Desde hace una semana, los granadinos visitan más la página del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que cualquier otra. Lo hacen porque quieren informarse sobre los últimos terremotos que han ocurrido y que están poniendo en vilo a los vecinos de la capital y de toda el área metropolitana. Una situación provocada por un “enjambre sísmico” que, según los expertos, se define por la sucesión de terremotos y réplicas de similar magnitud en un corto periodo de tiempo. Algo que no es nuevo en esta zona de España y que ya se vivió hace décadas, pero que preocupa, entre otras cosas, por los daños que puede ocasionar en el patrimonio.

De momento, la Alhambra y la Catedral de Granada ya han sufrido algunos desperfectos causados por los centenares de réplicas del terremoto que ocurrió en el mediodía del sábado en Santa Fe. El seísmo, de 4,4 mbLg, fue el primero de una serie que aún no parece haber acabado y que ha dejado otros terremotos de más de 4 de magnitud, algunos de ellos muy seguidos en la noche del martes, lo que desató el miedo entre los vecinos de Granada capital y los pueblos próximos. La Alhambra vigila uno de sus accesos y la situación de una de sus torres y en la Catedral se han producido desprendimientos en dos de sus pináculos.

Estos son dos de los ejemplos más significativos del saldo que está dejando de momento el panorama de unos seísmos que están teniendo epicentro en Santa Fe, Atarfe y Chauchina principalmente. Algo que están notando sus vecinos cada pocos minutos porque los terremotos están siendo muy superficiales, entre los 0 y los 10 kilómetros de profundidad. Así, el Arco de Loja, la Puerta de Sevilla y la Parroquia de la Encarnación en Santa Fe y la Torre de la Romilla de época nazarí en Chauchina han sufrido grietas y desprendimientos debido a la sucesión de los seísmos.

Un episodio que recuerda a 1979

Esta batería de terremotos no es algo que sorprenda en Granada, ya que es una zona de gran actividad sísmica y en el verano de 1979 padeció una situación similar. Entonces se produjeron más de 30 seísmos significativos, de magnitudes entre los 3 y los 4 mbLg, durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre. Fueron, como ahora, días muy difíciles para los habitantes de Granada y los pueblos del cinturón metropolitano. Como sucedió el pasado martes, los granadinos se echaron a las calles, casi a diario, por temor a nuevas réplicas y algunos optaron por mudarse a otros lugares huyendo de la inestabilidad sísmica.

Observando los datos, podría parecer que la secuencia de terremotos de 1979 y la de ahora no son similares, porque actualmente se han producido decenas de movimientos telúricos significativos. Sin embargo, Nahúm Méndez, geólogo y divulgador, dice que esto se puede explicar porque hoy en día hay más instrumentos para medir los terremotos que en aquella época. A su juicio, aunque no son dos secuencias iguales, sí les encuentra “parecido” si se tiene en cuenta el rango y la magnitud de los seísmos en ambos momentos.

Por su parte, José Miguel Azañón, catedrático de Geodinámica de la Universidad de Granada (UGR), considera que el enjambre sísmico que se está viviendo actualmente es más “anormal” que el de 1979. Azañón dice que los terremotos de magnitud superior a 4 mbLg están ocurriendo “muy seguidos”, lo que no es tan habitual. “Lo cierto es que no podemos saber más sin ver cómo va evolucionando la serie”, apostilla.

Hasta Santa Fe, que está siendo el epicentro de la mayoría de los terremotos registrados en los últimos días, se han desplazado la sismóloga y catedrática de Topografía en la Universidad Politécnica de Madrid Belén Benito y el arquitecto Patrick Murphy. Ambos especialistas, junto con otros expertos y físicos, han recorrido este municipio para tratar de ver qué daños se están produciendo y cómo se explican los seísmos que están sucediéndose desde hace tiempo. Según el IGN, desde el 1 de diciembre han ocurrido más de 800 terremotos, de los que casi noventa han sido percibidos por la población. Datos que confirman que Granada está en el corazón de un enjambre sísmico.

Fenómeno habitual

Belén Benito explica que “en esta zona es bastante frecuente que se descargue la energía de esta forma”. Sin embargo, dice que la serie es diferente a lo que suele ocurrir porque habitualmente suele haber un terremoto más relevante y posteriormente réplicas, pero actualmente está habiendo “seísmos de magnitud moderada e intensos en un corto intervalo de tiempo”. Además, como están siendo muy superficiales, “alarman mucho a la población” porque lugares como Santa Fe están en un valle de sedimentos que “amplifica la onda y por eso se sienten tanto”.

La experta va más allá de los datos que apunta el IGN y sostiene que esta secuencia de terremotos que padece Granada comenzó en realidad el pasado verano, “luego se inhibió y en diciembre se ha reactivado”. Por lo tanto, si se compara con lo que ocurrió en 1979, sí se puede determinar que son dos enjambres similares, aunque el de entonces los terremotos más intensos se produjeron más espaciados en el tiempo.

En 1979, como ahora, lo que se producía era el choque de las placas tectónicas euroasiática y africana, que tienen una convergencia de unos “cuatro o cinco milímetros por año”, indica Belén Benito. Esa fricción genera fallas que son las que están bajo los pies de los granadinos y que son responsables de los terremotos que les asustaron entonces y les preocupan ahora. No obstante, lo que ocurre hoy es diferente en muchos aspectos a lo que ocurría hace cuatro décadas.

Partiendo de la base de que la peligrosidad de las fallas no se puede medir de forma aislada y que se emplean escalas que miden el tiempo de 50 en 50 años, las construcciones actuales no son las que existían en 1979. Entre otros motivos porque Granada y los pueblos metropolitanos han ido creciendo hacia la Vega, que es precisamente el terreno sedimentario que está haciendo que los lugareños noten aún más la vibración de los terremotos por la inestabilidad del suelo. “Desde el 79 ha habido normas sísmicas más estrictas y actualmente tenemos vigente la de 2002”, recuerda la sismóloga.

Vigilar el patrimonio

Sobre ello, el arquitecto Patrick Murphy explica que cada 10 años se suele actualizar la normativa antisísmica: “Las edificaciones que se proyectan ahora tienen mayores prestaciones sismorresistentes que las que había en los años 70”. Con el paso del tiempo, “va mejorando el comportamiento mecánico de los edificios”. Pero como las ciudades no han dejado de crecer en este tiempo, conviven inmuebles de todas las tipologías que no se comportan igual ante los terremotos.

Ahí es donde entra el principal peligro de los monumentos y edificios históricos. Como sostiene Murphy, “nuestro patrimonio lamentablemente está en continua disminución, ya no solamente por cada seísmo que va ocurriendo, sino porque son estructuras antiguas muy vulnerables. Y en el caso de un gran evento en Granada, pues es de esperar que habrá daños sin duda”. Por eso, el arquitecto considera que hay cierto mito alrededor de la Alhambra cuando se dice de ella que lleva en pie siete siglos sin haberse destruido.

“La Alhambra se asienta sobre un suelo muy firme. Sobre un conglomerado que no es la Vega y que tiene mejor geotecnia”, dice Murphy, que añade que se trata de un monumento que ha estado en continuo uso desde el siglo XII. “Sí que ha sufrido daños. Sabemos que en 1522 hubo un gran terremoto en La Alpujarra que le afectó severamente, lo que pasa es que al ser un edificio tan importante se va modificando, ampliando y mejorando”. Algo que no ocurre con todo el patrimonio histórico.

Lorca como referencia

El terremoto de Lorca de 2011 en el que fallecieron 9 personas es el espejo en el que se debe mirar Granada, según los expertos. Parte de la Iglesia de Santiago de la localidad colapsó y tuvo que ser restaurada, lo que podría ocurrir también en cualquiera de los edificios históricos que hay repartidos por tierras granadinas. Sin embargo, Murphy aclara que no tienen por qué producirse daños estructurales que comprometan la integridad de las edificaciones, pero sí es bastante probable que se agrieten o rompan por partes, como le ha sucedido a la Catedral y a la Alhambra.

Precisamente por eso, las viviendas siguen siendo los lugares más seguros para vivir un terremoto. El experto asegura que la normativa antisísmica parte de la base de que la estructura del edificio debe mantenerse en pie y que lo que importa al aguantar un seísmo es soportar su aceleración más que la magnitud o la intensidad: “La aceleración pico que se ha producido en estos últimos seísmos ha sido de casi 0,20 G y las construcciones han aguantado muy bien, teniendo en cuenta que es un valor muy próximo a lo que indica la norma”.

“Siempre es posible que haya daños no estructurales porque hay muchos elementos en todas las edificaciones que son elementos secundarios no sujetos a normativa: falsos techos, pinturas, placas…”, insiste. “En Granada capital hay barrios enteros que son del siglo XV, empezando por la ciudad de la Alhambra, y otros posteriores, con lo cual lo que tenemos es un parque inmobiliario muy heterogéneo, con edificios de todo tipo de edades”.

Por eso, según Patrick Muprhy, los edificios más antiguos, de los años 60 y principios de los 70, sí son “más vulnerables” a daños mayores porque “generan muchos esfuerzos de inercia” ya que no se construyeron con normativa antisísmica sino de acuerdo a lo que se llamaba “buena práctica constructiva”. En todo caso, el arquitecto es optimista con lo que se ha podido ver durante los últimos terremotos. “Es muy difícil anticipar el comportamiento que van a tener estos edificios, pero, por ahora, el comportamiento que tienen es bueno”, sentencia.

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