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El homenaje final para tres de los mineros traicionados en Sevilla cuando iban a parar el golpe franquista

Entierro en 2016 en el cementerio de Camas de los nueve mineros fallecidos en La Pañoleta.

Antonio Morente

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La Columna Minera de Huelva volvió a ser noticia hace unas semanas, cuando se confirmó que en la gran fosa de Pico Reja del cementerio de San Fernando de Sevilla, la misma en la que se cree que está Blas Infante, se habían localizado los restos de una treintena de sus integrantes gracias a un análisis de metales pesados. Los integrantes del grupo que se puso en marcha en los pueblos de la cuenca minera para intentar frenar el golpe franquista, que en Sevilla lideraba Gonzalo Queipo de Llano, fueron traicionados en La Pañoleta, en el término municipal de Camas, donde les tendieron una trampa el 19 de julio de 1936 a las puertas de la capital. Los cuerpos localizados en Pico Reja son de los que cayeron prisioneros y fueron fusilados mes y medio después, pero sobre el terreno en La Pañoleta quedaron los cadáveres de nueve mineros, tres de los cuales van a recibir ahora un homenaje póstumo con la incorporación de sus nombres al mausoleo erigido en su memoria en el cementerio camero.

Estas honras fúnebres son la penúltima pieza del puzle en el que se convirtió el rastro de los mineros, traicionados por los guardias civiles que les acompañaban y que se adelantaron a la columna de camiones cargados con dinamita para avisar a los golpistas. Esto permitió el ataque sorpresa en La Pañoleta, con disparos que hicieron estallar parte de los explosivos. Murieron nueve personas, otras dos quedaron malheridas y fallecieron a pocos kilómetros, en término de Sanlúcar la Mayor, y se hicieron 68 prisioneros. El 31 de agosto de 1936 fueron fusilados 67 y sus cuerpos arrojados a Pico Reja, salvándose solo el Niño Méndez, al que condenaron a 20 años de prisión al conseguir hacerse pasar por menor de edad.

De los que fallecieron en el momento inicial, cuatro cuerpos quedaron sin identificar, hasta que una reciente investigación logró ponerles nombre: Policarpo Rodríguez Requejo, Bernardino Díaz Vázquez, Ricardo Caballero Calleja y Felipe Jara Maya. Este último, no obstante, está en discusión ya que su familia mantiene que falleció en un hospital, cuestión que se quiere resolver con pruebas de ADN a sus descendientes. Mientras se despeja esta incógnita, sí se va a proceder al homenaje final a Policarpo, Bernardino y Ricardo, cuyos nombres se añadirán este viernes 8 de julio a la placa de un mausoleo en la que hasta ahora figuraban como desconocidos.

Honras fúnebres y sepultura

Los cuerpos de estos nueve mineros se localizaron en una fosa común en el cementerio de Camas, en unos trabajos en los que en otra zona aparecieron otras cinco víctimas (sin que se sepa quiénes son) de la represión franquista. Los restos de los 14, en pequeñas cajas individuales, fueron depositados en el mausoleo en septiembre de 2016, en el marco de un homenaje póstumo que se les brindó 80 años después de la traición. En ese momento sí se pusieron los datos de los cinco mineros identificados: Domingo Pavón Fernández, José Palma Pedrero, Francisco Salgado Mariano, Domingo Pachón y Cayetano Muñoz Maestre.

Una ceremonia similar se vivirá este viernes, ya que al margen de poner los nombres de Policarpo, Bernardino y Ricardo (el que se cree que es Felipe Jara Maya seguirá figurando como desconocido), se incorporarán los restos de otros nueve represaliados que se encontraron en otra fosa del camposanto. Todos están por identificar menos uno de ellos, Antonio Barba Blanco, vecino de Camas al que mataron en 1938 y cuyo nombre se incluirá en la placa.

La ceremonia funeraria se celebrará en el salón de plenos del Ayuntamiento de Camas, para a continuación proceder al traslado de los restos hasta el cementerio. Estarán presentes, además de concejales cameros, representantes de los municipios de la cuenca minera onubense y miembros de entidades memorialistas tanto de Huelva como de Sevilla. Será entonces el momento del descanso final para Policarpo, Bernardino y Ricardo, a la espera de qué ocurra con Felipe Jara y de unos trabajos en Pico Reja que se van a ampliar, porque a la historia de la Columna Minera todavía le quedan todavía muchos capítulos por escribirse para ponerle un punto final definitivo.

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