Una playa sin playa. Parece algo digno de un guión de película de cine distópico de tiempos pasados, pero es algo que viven día a día los vecinos de El Portil, un lugar destinado al turismo sobre todo en verano, donde viven en torno a 1.000 personas durante todo el año, y que ha visto cómo en las últimas décadas se ha quedado, precisamente, sin su mayor recurso para atraer a gente: su propia playa.
Los temporales que se han ido sucediendo han ido comiéndose poco a poco la arena, tanto en longitud como en altura. Quienes hace 40 o 50 años se compraron una vivienda “en primera línea de playa” tenían el mar en marea alta a unos 250 metros, y la arena era parte de su patio. A día de hoy, esas casas tienen el agua salada en su salón día sí y día no, y para bajar a la playa tienen que salvar un escalón de unos cuatro metros.
Un trozo de costa “sin uso”
Los orígenes de esta playa hay que buscarlos en 1963, el año en que Punta Umbría se independiza de Cartaya. Además de su núcleo principal, el Ayuntamiento decidió desarrollar su unidad de población más al oeste, a unos nueve kilómetros del casco urbano.
La división inmobiliaria de Explosivos Río Tinto (ERT) había adquirido terrenos en la zona, y con la ayuda del franquismo desarrolló un punto que se declaró Centro de Interés Turístico Nacional (CITN).
La zona fue creciendo, justo hasta el límite fronterizo con Cartaya, donde en la década de los 90 comenzó a crecer Nuevo Portil. Se trata de zonas destinadas al turismo, con muchos servicios deficitarios en temporada baja, sin grandes zonas verdes ni plazas de esparcimiento, pero donde cada vez más hay gente que decide vivir allí durante todo el año. La población en verano supera las 30.000 personas.
Sin embargo, el tesoro turístico se puede ir agotando, porque su playa se ha perdido. Los vecinos que se mantienen en El Portil todo el año no hablan solo de espigones, que también; no hablan de aportaciones de arena, que también, sino que piden soluciones.
“Una respuesta adecuada”
Si se cumple la promesa que la subdelegada del Gobierno en Huelva, Manuela Parralo, ha hecho a los vecinos, antes de 2023 se deberían comenzar a estudiar soluciones.
Tras las lluvias de primeros de diciembre, los vecinos estallaron y decidieron mostrar a los medios de comunicación lo que sufren a diario, sin opciones, decían, de que Parralo se reuniera con ellos y les plantease una solución desde Costas a su problemática.
La subdelegada no atendió a la prensa para que explicarse qué se está o no se está haciendo en la zona, pero días después su oficina de comunicación enviaba a los medios un audio editado en el que se señalaba que cuando pasase el temporal, “ya se verá qué actuación es posible en ese entorno, que es un paraje natural protegido”, y que “habrá que estudiar exactamente qué actuación es la posible y la deseable para cumplir con la ley de Costas y, al mismo tiempo, dar una respuesta adecuada a los usuarios”.
Las reivindicaciones las canalizan la Asociación de Vecinos Portileños, que ha reclamado soluciones urgentes y que al mismo tiempo no vuelvan a generar problemas a largo plazo, y se pide al gabinete de Pedro Sánchez que piense “en los más de 10.000 portileños que tienen vivienda en El Portil, ciudadanos que compraron su vivienda por su playa”, una zona litoral de más de 200 metros de ancho, “y ahora no tenemos nada”.
Desde que el mar comenzó su avance por el temporal, han desaparecido ya más de 200 metros de playa, y son visibles casi los cimientos de algunos chalés y las pasarelas que deberían estar a la altura de la arena ahora tienen un salto de casi un metro para poder bajar a la playa. No existe, además, la bajada directa a la playa desde las casas de primera línea. Los vecinos tienen que dar un rodeo de más de 200 metros para poder llegar a la arena. Para que nada falte en esta sucesión de cosas que son difíciles de comprender si no se ven en vivo, las viviendas tienen en su base centenares de rocas en forma de escolleras que se han ido colocando a lo largo de los años para proteger sus cimientos de la fuerza de las mareas, y evitar que, literalmente, se vengan abajo.
Por eso, han presentado una reclamación patrimonial previa a una posible demanda contra la Jefatura Provincial de Costas en Huelva perteneciente a Dirección General de Costas, que iría también al Ministerio de Transición Ecológica y Desarrollo Demográfico.
Por ahora, se dan por buenas las explicaciones de Manuela Parralo. El presidente de la Asociación de Vecinos Portileños, Prudencio Serrano, asegura que acoge con “gran esperanza” las declaraciones de la subdelegada, pero espera que esto no se quede en “palabras vacías”. Se desconoce si desde la Subdelegación del Gobierno en Huelva se ha hecho alguna gestión desde que se informó a la prensa de las declaraciones de su responsable.
“No tenemos competencias”
La otra parte en este asunto se podría pensar que es el Ayuntamiento de Punta Umbría, pero, aunque “comparte y apoya” las quejas de los vecinos, sostiene que carece de competencias para ayudarles directamente.
Lo explica el concejal delegado en esta playa del Ayuntamiento socialista puntaumbrieño, Luis Manuel Alfonso, que ha indicado que conoce las reivindicaciones históricas de los vecinos en este sentido, pero las competencias de los ayuntamientos son muy concretas, “y pasan por canalizar y tomar nota de las protestas”, además de hacer actuaciones como cambiar las pasarelas o eliminarlas si están en peligro, o instar a los vecinos a que retranqueen las vallas de las casas si las amenaza el temporal“, pero ”sí es cierto que cuando sube la marea se quedan sin playa, y hay que encontrar una solución definitiva, que reclamamos año tras año“.
Así, se han realizado algunos aportes de arena, “que no es la solución definitiva, porque estamos viendo que en marea alta no hay playa”, además de lamentar que, aunque los vecinos los piden, “al parecer los espigones no son la solución, según los expertos, pero alguna solución se debería buscar, porque no se les ha dado hasta ahora”.
Con todo, los vecinos siguen viendo cómo su playa desaparece, con la “confianza” de que, cuando vaya llegando la Semana Santa, se realizarán algunos aportes de arena que disimule el desastre, que aguante hasta finales de verano, para volver a vivir desde octubre de 2023 esta historia que parece no tener fin.