Instituto Confucio: el Caballo de Troya chino levanta sospechas en Occidente
Son el Caballo de Troya del Gobierno chino. Un arma de propaganda para ganarse “las mentes y los corazones” de los jóvenes occidentales de más de 140 países de todo el mundo, en una operación diplomática en la que el gigante asiático invierte miles de millones al año. Eso es al menos lo que creen los servicios secretos de Canadá, Estados Unidos y otros países de Europa: que el Instituto Confucio es un arma de adoctrinamiento y espionaje del gobierno de la República Popular China.
También lo ven así la cineasta canadiense Doris Liu y el colectivo 'Stop Instituto Confucio', que han organizado este martes la proyección del documental En el nombre de Confucion el nombre de Confucio (Doris Liu) en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
“En apariencia parece que solo se trata del idioma y la cultura china, pero detrás hay propaganda y un lavado de cerebro. Estoy preocupada por esto y habría que llamar la atención sobre este 'programa de cultura e idioma chino', que puede tener consecuencias a largo plazo”, afirma Liu.
El Instituto Confucio se asemeja al British Council inglés, el Instituto Cervantes español o el Goethe alemán... pero solo aparentemente. Implantado en 1.600 colegios, institutos y universidades de más de 140 países de todo el mundo, no dispone de unas dependencias independientes, sino que se sitúa dentro de otros organismos educativos, aportándoles, además, ayudas económicas.
“Las consecuencias se notarán a largo plazo, ya que es pan para hoy y hambre para mañana. Según los servicios secretos canadienses, esta dependencia de la financiación china mina la capacidad del propio centro para gestionarse”, destaca la directora de cine, que ha empleado tres años en investigar, producir y realizar su documental.
Por esa razón, el Instituto Confucio se encuentra en estos momentos en el punto de mira del FBI y de otros servicios de inteligencia occidentales: no solo terminan censurando ciertos temas espinosos para China en las universidades donde operan, como el conflicto con el Tibet, Hong Kong, Tiananmen o los derechos humanos, sino que tratan de influir en sus estudiantes y espiar a la comunidad.
Espías en las aulas
Según Liu, “hay espías chinos que piden a los profesores que hagan determinadas tareas de espionaje: estudiar a la diáspora china, ayudar al régimen a encontrar a gente afín y obtener o robar investigaciones que tenga esa universidad. Aunque de momentos no tengamos prueba, los servicios secretos así lo creen, por lo que no es algo seguro para los países extranjeros”.
Algunos países han comenzado a tomarse ya muy en serio el riesgo que suponen este tipo de centro, para la libertad de sus ciudadanos y para la seguridad pública del país, ante la falta de trasparencia de estos centros, tal y como denuncia el colectivo 'Stop Instituto Confucio“.
El idioma, una excusa
Fernando Romeo, portavoz de esta plataforma, señala que, con la excusa del idioma y la cultura, el gobierno chino se encarga de financiar gastos de funcionamiento, profesores y otro tipo de personal o material didáctico. En el caso de Andalucía, “hay un convenio con la Junta de Andalucía, firmado por el anterior gobierno, para que 3.800 alumnos estudien chino como currículum oficial. Al ser profesores elegidos por China y que no han pasado ningún tipo de oposición, es algo ilegal”.
El objetivo de su organización es que se abra una investigación y se cierren los centros para el próximo curso. Pekín y San Telmo cerraron un acuerdo en 2015, que se renueva automáticamente cada cinco años. Actualmente, cerca de 4.000 alumnos andaluces estudian chino “en 24 centros públicos asociados y 8 aulas Confucio, con 9 profesores de Aula Confucio y 17 voluntarios enviados desde China que imparten chino a 2.884 alumnos dentro del currículo en 13 centros (existe un currículo específico para educación primaria y se está elaborando para secundaria) y a 931 alumnos extracurricularmente en 11 centros ”.
El Tribunal Superior de Justicia de Valencia ya dictó sentencia en 2011 contra la contratación de profesores en origen. Según la organización, “de no finalizarse, desde la plataforma estudiarían acciones legales, dado que el profesorado voluntario de las Aulas Confucio es seleccionado en origen por el régimen chino, en ocasiones con prácticas discriminatorias hacia determinadas ideologías o creencias, como los practicantes de Falun Gong, práctica meditativa perseguida en China”.
En Canadá o Estados Unidos, como muestra el documental, ya han roto con la institución china, mientras las universidades de Lyon o Estocolmo hacen lo propio en Europa. Todas las provincias andaluzas cuentan, de momento, con Aulas Confucio.
Y es que, como señala a película de Doris Liu citando al filósofo chino Confucio: “Un gobierno opresor debe ser más temido que un tigre”.