Juan Ramón Jiménez, “la grandeza del genio y las debilidades del hombre”
“Nos quedamos mirándonos atentamente. Él, con la atención felina del sorprendido. Yo, con la calma del que, ya en el terreno del contrario, está dispuesto a jugarse la piel. Comenzó Juan Ramón a hablarme”. Es Ernesto Giménez Caballero el que narra así su encuentro con el poeta de Moguer, “seguramente el autor más entrevistado de la historia”. Todas las respuestas a cuestionarios, las entrevistas, las crónicas dialogadas entre Juan Ramón Jiménez y aquellas personas interesadas de alguna forma en su obra están recopiladas de manera rigurosa en el libro Por obra de un instante, de Soledad González Ródenas, publicado por la Fundación José Manuel Lara, en colaboración con el Centro de Estudios Andaluces.
'Manías de los escritores. La de Juan Ramón Jiménez (Los vecinos)', publicada en La Gaceta Literaria en 1927, es solamente uno de los 88 testimonios ofrecidos por el poeta entre 1901 y hasta su muerte en 1958, dos años después del fallecimiento de su esposa, Zenobia Camprubí, y de la concesión en 1956 del Nobel de Literatura que le convirtió en símbolo del exilio republicano. El texto referido es el de un “despiadado” Giménez Caballero, como dice la autora del libro recopilatorio, “una encrucijada de triunfos y derrotas, esperanzas y sinsabores, alabanzas y críticas, plenitud y decandencia”.
“Llama, resplandor y carbón negro”. Así lo definió en 1915 Ramón Gómez de la Serna. “Su claroobscuro es casi imposible”, escribía mientras observaba varias pinturas que figuraban la efigie del poeta. Es la “imagen caleidoscópica” de un hombre “tan admirado como aborrecido” por sus coetáneos, recuerda la autora. Tan “irascible, exquisito y maldicente purista” que le llevaban a redactar multitud de aclaraciones a respuestas a artículos publicados sobre su obra y persona. Incluida “alguna que otra punzante crítica a sus interlocutores”, dice la autora. “Falso ermitaño”, dijo Pablo Neruda de él.
Sus 'enemigos', entre ellos lo más granado de la Generación del 27, no ha menoscabado el reconocimiento de la calidad ni el de la innegable influencia de su obra, según Soledad González Ródenas, que trata de “ajustar” precisamente su biografía incluyendo las aclaraciones y rectificaciones del propio Juan Ramón Jiménez a los testimonios de las personas que quisieron encontrarse con él. Una “sinceridad arriesgada, a veces descarnada” (“es el único de los escritores españoles que no me recomienda discreción en sus palabras”, dijo Alberto Guillén después de una larga charla con él).
A lo largo de sus entrevistas, la mayoría editadas una sola vez y de forma dispersa, el autor de 'Platero y Yo', de cuya primera publicación se cumplen 100 años en este 2014, da muestras de su personalidad, de “la grandeza del genio y las debilidades del hombre”, que “asombra por su honestidad y franqueza, alejada de conveniencias y diplomacias”, “lúcido hasta la clarividencia en sus reflexiones estéticas” e “implacable en la decepción que le provocaron tanto sus compañeros de generación como sus discípulos”, señala Soledad González Ródenas.