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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Convirtiendo células madre en un medicamento innovador

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Mario Delgado Mora

Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra —

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¿Cuántas veces hemos escuchado “esto en un futuro lo curarán las células madre”, o “la única esperanza para curar esta enfermedad es la generación de un medicamento innovador”? Muchas veces, ¿verdad? Afortunadamente los últimos avances científicos y médicos han hecho que esto sea una realidad en este momento.

En marzo de 2018, la agencia europea del medicamento (EMA) autorizó por primera vez la comercialización centralizada de un medicamento basado en células madre de donante, en este caso para el tratamiento de una complicación severa asociada a una enfermedad autoinmune como son las fístulas anales en enfermos de Crohn. El medicamento lo comercializa la farmacéutica japonesa Takeda bajo el nombre de Alofisel y ha supuesto un hito a nivel nacional por tratarse de un ejemplo de éxito del sistema de ciencia e innovación y de cooperación publico-privada, y un hito a nivel europeo en el campo de la terapia celular.

Nuestro grupo en el Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra de Granada ha tenido una participación clave en la generación y desarrollo de este medicamento tras descubrir hace más de una década que las células madre, además de tener la consabida capacidad regenerativa, tenían una potente actividad inmunomoduladora y anti-inflamatoria, y por tanto un nuevo potencial terapéutico. Demostramos que células madre aisladas de tejido adiposo podrían ser utilizadas en el diseño de nuevas terapias para el tratamiento de enfermedades inflamatorias y autoinmunes, y quizás lo más atractivo para la industria farmacéutica, que podían provenir de donantes no relacionados con el paciente a tratar.

Esto cambiaba el escenario de actuación. Hasta ese momento la terapia celular se planteaba básicamente en un escenario autólogo, en el que las células eran aisladas del propio paciente, manipuladas o expandidas y reinfundidas de nuevo en el paciente, lo que lo hacía en ocasiones poco accesible o trasladable a la práctica clínica, por la necesidad de una infraestructura y personal especializado que pocos hospitales poseían.

La posibilidad de un cambio a un escenario alogénico que ofrece esta nueva estrategia terapéutica hace que una farmacéutica u hospital con capacidad para aislar y expandir células madre provenientes de donantes, pueden almacenarlas y enviarlas a demanda a cualquier lugar del mundo para su inyección en el paciente a tratar. Alofisel aúna la idea de un equipo médico de tratar de aprovechar la capacidad regenerativa de las células madre adultas para acelerar la cicatrización de heridas (en concreto de fístulas complejas en pacientes con enfermedad de Crohn) y nuestra idea de que el control por parte de estas células de la inflamación y respuesta inmunológica que subyace en esta enfermedad, permite actuar a los mecanismos de reparación del organismo.

Y antes de continuar, me gustaría abrir un paréntesis para abordar la discusión que existe en ocasiones sobre la traducción de “célula madre” que usamos de forma extendida para definir el término en inglés “stem cell”, que se acuñó en su momento para definir estas células capaces de autoperpetuarse y diferenciarse a cualquier tipo celular. Muchos expertos del campo argumentan que la traducción correcta es “célula troncal”, obedeciendo a la capacidad pluripotente de las mismas, como lo hacen el resto de idiomas, con la excepción del español.

Por alguna maravillosa razón que aún no está clara, probablemente marcados por nuestro romanticismo y nuestra singularidad, los españoles decidimos ponerle el nombre de “madre” a estas células, una palabra con un significado extraordinario. Las nuevas funciones que se le han atribuido a estas células mas allá de las de ser origen del resto de células del organismo, como son las de poder educar a las células de nuestro sistema de defensa a ser tolerante, confieren cada vez más fuerza al término “célula madre”, porque ¿quien educa mejor que una madre? Nuestra originalidad con el uso de las palabras, es probable que cause en un futuro la envidia de los hablantes de otros idiomas, a la hora de haber acuñado un término con tanta fuerza.

Una vez cerrado este paréntesis, está claro que la concepción de Alofisel convierte a la terapia celular en un medicamento innovador de fácil aplicación. Los medicamentos innovadores se definen como aquellos que vienen a solucionar o mejorar problemas clínicos no resueltos hasta el momento a través de nuevas estrategias terapéuticas distintas a las llevadas a cabo de forma tradicional con los medicamentos disponibles hasta la fecha. Se le ha demandado durante décadas a los grupos de investigación y a la industria farmacéutica la necesidad de generar estos nuevos medicamentos innovadores.

Probablemente seamos testigos en este momento de la mayor explosión de medicamentos de este tipo de la historia. En este sentido, los datos dicen que la esperanza de vida en los países industrializados aumentó dos años en la década que va desde 2000 a 2009, lo mismo que en las dos décadas anteriores juntas (es decir, en los cuatro minutos que has tardado en leer este artículo, tu esperanza de vida ha aumentado un minuto, no está mal).

Pues bien, hay un estudio muy respetado llevado a cabo por Frank R. Lichtenberg que defiende que el 75% de este aumento en la esperanza de vida se debe a la aparición de los medicamentos innovadores, especialmente los relacionados con cáncer y enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Ahora bien, la investigación en nuevas estrategias terapéuticas y su desarrollo hasta la generación de un medicamento innovador necesita una inversión de dinero realmente alta, y esto hace que el medicamento una vez en el mercado pueda resultar caro, especialmente si se tiene que afrontar a nivel individual.

Y entonces surgen las preguntas. ¿Puede un sistema nacional de salud permitirse la financiación de medicamentos innovadores sin afectar la cobertura de otros medicamentos convencionales? ¿Puede un sistema nacional de salud dejar morir a un paciente con cáncer si existe una alternativa terapéutica, como es el caso de los CAR-T? ¿Puede un sistema nacional de salud dejar que un joven de 25 años esté condenado a sufrir incontinencia y a llevar un estoma permanente saliendo de su abdomen el resto de su vida si podemos evitarlo tratándolo con células madre? ¿Los medicamentos innovadores son un gasto o una inversión a largo plazo para un sistema nacional de salud? Los indicadores señalan lo segundo. Además de cambiar significativamente su calidad de vida, recuperar a un enfermo de Crohn con fístulas complejas es recuperar a un trabajador, y es reducir los costes sanitarios subsiguientes a sucesivas intervenciones quirúrgicas.

La solución pasa probablemente por buscar fórmulas alternativas de financiación distintas a las adoptadas hasta ahora, y que tanto el sistema de salud como la empresa farmacéutica realicen un esfuerzo para no perder de foco lo esencial, que el paciente es lo que importa. En este sentido, el Ministerio de Sanidad y Takeda han llegado al acuerdo financiar Alofisel a través de la Seguridad Social bajo un régimen de riesgos compartidos: el medicamento solo se paga en su totalidad para cada uno de los pacientes si se tiene éxito terapéutico. Y este es el camino a seguir.

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