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José Luis Ortiz Nuevo: “Hace falta que los flamencos se decidan a cantar lo que ocurre ahora”

José Luis Ortiz Nuevo, durante la charla

Néstor Cenizo

Si decimos que José Luis Ortiz Nuevo es licenciado en Ciencias Políticas no decimos mucho. Este hombre es poeta, actor, escritor y otras cosas que cuando se mezclan y agitan sale una charla como la que este viernes ofreció en La Térmica de Málaga, en La Noche de los Libros. Ortiz Nuevo es un “científico del flamenco”, conocedor de las entrañas del arte y autor de un puñado de obras de referencia (Pensamiento político en el cante flamenco, 1985; Alegato contra la pureza, 1996; Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, 1980; entre otras). También es el fundador y años después (breve) director de la Bienal de Sevilla, de donde salió tarifando en 2017 un par de meses después de llegar.

Ortiz Nuevo cantó, bailó, contó historias ancestrales del flamenco entre el susurro y el grito. Igual narra una leyenda que baila por bulerías o por tangos, para demostrar que todo, absolutamente todo, empezó en África. La charla se titulaba Letras en el flamenco: ¡Adiós, patio de la cárcel!“, pero un titular no abarca la labia incontenida de archidonés, que desvistió así a las palabras que le fue lanzando el periodista Francis Mármol:

Libertad: “Una de las letras fundamentales de lo lírico o lo épico de lo flamenco se compuso por Mirabrás en el siglo XIX y se sigue cantando de la misma manera. Dice: ”A mí qué me importa que un rey me culpe si el pueblo es grande y me abona. Voz del pueblo, voz del cielo. Que lo que vale son las obras“. Ahí se establece una forma muy sutil y bella de plantear el pensamiento político en el cante. ¿Qué está pasando cuando se canta esa letra? Se está produciendo la revolución liberal, que truncó la mal llamada Guerra de la Independencia, que fue una guerra civil.

Lo que dice esta letra es que el poder no está en la divinidad sino en el pueblo, y que lo que vale son las obras: es decir, la burguesía comerciante, los que trabajan, los artesanos, le dicen a la vieja aristocracia que lo que vale es el emprendimiento, el talento, el esfuerzo. Ahí está un pronunciamiento radical del pensamiento revolucionario del XIX“.

Muerte: “La muerte es la seguiriya, el cante del lamento por el luto. El cante de la seguiriya es ejemplo de cómo la lírica popular puede convertirse en una lírica de belleza asombrosa, de las que rajan, escuecen y te duelen. ”Pobrecito de Ponce el torero, que en Lima murió. ¡Cómo la llamaba, murió y no la vio!“. Es una historia real, según descubrió Blas Vega en uno de los capítulos de El Cossío. Ponce el torero era un carpintero de la Isla del León, no quería ser torero ni quería ser . Lo que pasa es que se enamoró de Cristina, que era hija y hermana de torero. Llegó uno de los hermanos de ella y le dijo ”Si quieres casarte con mi hermana, ya sabes lo que tienes que hacer: “Meterte a mataor de toros”.

Toreó en Andalucía, tomó la alternativa y llegó a embarcarse a las Américas. Está en Lima y lo coge un toro, le pega un pinchazo, lo deja malherido y en una clínica de Lima, en aquellos tiempos (1860), no le encuentran remedio y muere. Ponce, que está a 30 días de barco, solo en Lima, se acuerda de Cristina, la que le hizo a él hacerse matador de toros. Según dice Cossío esa noticia llegó al puerto, y al Litri, el referente gitano, que improvisó esa letra escalofriante. “Pobrecito de Ponce el torero, que en Lima murió. ¡Cómo la llamaba, murió y no la vio!”.

República: “¡Qué bonita está Triana cuando le ponen bandera republicana! De Torrijos el valiente, Marchena tiene una letra preciosa: ”A Torrijos le tiran camisas embreadas pidiendo que se rindiera y Torrijos no se rindió“. Y hay una seguiriya grave y triste y doliente, que dice ”aquel día tan grande que Riego murió, se vistió de luto toa la nación“.

En esto de lo flamenco, en el tiempo triste de la Guerra Civil sucede algo que puede ser extrapolable ahora o a mañana. Lo que sucede en los teatros del bando nacional triunfante, como en Sevilla, donde manda el asesino Queipo de Llano, el uso de lo flamenco que hace Queipo es el mismo que hace en Madrid el batallón del Quinto Regimiento o el Socorro Rojo, y es lo mismo que pasa ahora con personas de distinta sensibilidad política. Nos usan, nos manipulan, nos someten a una situación de dependencia que es lamentable. Cuando la República se trunca por el levantamiento militar, a partir de ese momento lo flamenco en los teatros es usado por un bando y por otro. Sin embargo, hay otro flamenco auténtico, que no se ha estudiado, en las trincheras (…)

La lírica popular del flamenco es tan antigua como el mundo y tan moderna como lo que no está descubierto. Son sentimientos humanos, pensamientos, tristezas, ausencias, miedos, escándalos, sorpresas también, y sobre todo una pasión continua y un amor permanente. El flamenco, que fue una criatura del romanticismo, puede recoger coplas de cualquier naturaleza siempre que cumplan la métrica que requieren los cantes. Yo ahora no haría El pensamiento político del cante flamenco, porque no se puede establecer un pensamiento político en el cante, ni de izquierdas ni de derechas, ni de acatamiento de la realidad ni de protesta“.

Pureza: “Pureza, las vírgenes de Semana Santa. Ahí, acatamiento total. La que se pone bajo palio y sobre hombros, otras no sé. El género flamenco tal vez sea uno de los más impuros del mundo, porque es uno de los más ricos. En un proceso de creación artística, llámese como se llame, nadie, ni persona, ni nación, ni continente, puede decir ”esto es mío, esto lo he hecho yo, o esto es nuestro“. Mi maestro Pepe el de la Matrona, un gachó bastante anarquista, cuando la gente decía ”esto es nuestro“, él decía: ”¿Cuánto le ha costado?“. El ritmo y el compás del flamenco tiene muchos puntos de origen, y hay uno fundamental. África. Somos hijos de África. (…) El flamenco tiene la condición matemática del compás, que viene de la tierra. Y eso es africano.

Deberíamos entretenernos en desenvolvernos de una manera más pacífica, y no en discusiones odiosas como las que hay en el flamenco: esto es, esto no es, esto es mu gachó, esto mu gitano, esto esparramao. Decía el de la Matrona que todo el que se sube al escenario algo tiene, algo pone, algo brilla. Y esa es la predisposición que tendríamos que tener con los artistas. Lo que pasa es que en este gremio nos hemos rejuntado lo mejor de lo mejor de lo peor, y pasan las cosas que pasan“.

Vietnam: “Vietnam es como los gitanos de las 3.000 llamaron a la Bienal de Flamenco. Yo era concejal entonces en Sevilla. Tenía presiones de la gente del flamenco. Querían que en Sevilla hiciéramos un concurso que le ”echara la pata a Córdoba“, con esas palabras. Eso no me daba mucho punto y se me ocurrió hacer algo distinto. Eso fue el sueño de la Bienal, que empezó en 1980 y que todavía vive, a pesar de todo. A pesar de los manoseos, de las intrigas, de las cosas chungas, que no se corresponden ni a compás, ni a inteligencia, ni a generosidad, ni a verdad, pero que mandan en la vida cotidiana. Y ahí estamos, sometidos a esa dictadura del mal. (…)

El flamenco tiene una capacidad de comunicación y de enseñar un arte elaborado, producto de un artificio humano, de un trabajo, de un ensueño, una técnica, y al mismo tiempo de una naturalidad pasmosa. Tenemos la fortuna de tener un género que puede comunicar a la vez los sentimientos de tragedia más fuerte junto con los sentimientos de alegría, felicidad. Las matemáticas del compás sirven lo mismo para enseñar el tango, que para ponerse a llorar con las seguiriyas. Es un arte que provoca el dolor y la alegría. Un arte que se manifiesta lo mismo aquí que en un gran teatro o en una cueva o un cortijo“.

Drogas: “El flamenco es una criatura del siglo XIX. Lo habitual en la fiesta es la exageración, un día, dos días o tres... A principios del siglo XX había unos anuncios en prensa donde un farmacéutico decía que había inventado unas pastillas de mentol y cocaína. El doctor Crespo. Anunciaba incluso en ABC, con un faldón con testimonios de consumidores, incluyendo uno de los grandes, Antonio Chacón, que decía: ”Los cantaores por la noche hacemos mucho esfuerzo y nuestra garganta se fastidia: con sus pastillas me arreglo“.

Letras del flamenco [le preguntan por los tangos que dicen: “Agujitas y alfileres se las claven a mis niñas cuando las llamo y no vienen”]: “Este es uno de los grandes problemas del flamenco. Se repiten muchas letras en el flamenco contemporáneo que no tienen sentido. Que se queda uno pasmado. Hay en la vida cotidiana suficientes motivos humanos para que tengan un tratamiento poético de condena, de pena, o dolor, pero eso se soslaya. Se abusa de un sentimiento de ocultar lo trágico y doliente, por un elemento melodramático. El cante contemporáneo adolece de actualización. Debemos conservar las letras magníficas del siglo XIX (…) pero hace falta que los flamencos se decidan a cantar lo que ocurre ahora mismo”.

Una letra propia: “”En mi cuerpo mando yo y hago con él lo que quieran mi deseo y mi razón“.

Contaba Fernando de Triana en Arte y artistas flamencos la historia de La Trini, una de las grandes señoras de la historia flamenca y que hasta las olas que llegaban de la mar, “cuando llegaban donde estaba La Trini, llegaban al compás de malagueñas” y así terminó José Luis Ortiz su charla: invitando a ver si es cierto que, como dicen, llegan a la playa de la Misericordia las olas por malagueñas.

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