Eslava Galán: “Con el tiempo me he dado cuenta de que el sexo está sobrevalorado, y que lo importante es la gastronomía”

Alejandro Luque

11 de junio de 2022 23:17 h

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El Centro Cultural de La Villa de la localidad sevillana de La Rinconada acogió este sábado uno de esos actos que, como suele decirse, instruye y divierte. El escritor jiennense Juan Eslava Galán (Arjona, 1948) recibía el premio Factoría Creativa a su trayectoria, en un acto en el que conversó largamente con su colega peruano-sevillano, Fernando Iwasaki, quien demostró tal conocimiento de su vasta obra –compuesta por 95 títulos– que se permitió incluso plantear curiosas clasificaciones.

“Eslava Galán ha escrito tres obras sobre Cervantes y el siglo de Oro; sobre la Edad Antigua, 13; sobre la Edad Media, otras 13; sobre divulgación histórica en general, 12; sobre la posguerra española, 14; sobre la Guerra Civil, 4; sobre Guerras mundiales, 3; sobre estudios culturales, como dicen los anglosajones, 8; sobre viajes, 7; sobre heterodoxia y un poco de blasfemia, 3; y cinco sobre Jaén”, empezó enumerando.

A su lado, el galardonado asentía con una sonrisa. Poco antes había hablado de algunos de sus ídolos, como Shaw, que es “una literatura, un prodigio”, o Chesterton, “lo más próximo que veo a mis identidades y mis gustos. Desgraciadamente, en España no ha abundado la gente de esa categoría, aunque en la Edad de Plata hubo gente capaz de hacer humor sin ser chistoso. Además, Shaw ganó el Nobel y el Oscar. Los grandes escritores estadounidenses eran a la vez guionistas. Faulkner, por ejemplo. ¿Por qué no? El cine es una forma de literatura, y todos estamos influidos por él”.

Escribir para aprender

Él mismo se refirió a sus propios pinitos en el séptimos arte, en concreto a su experiencia con La mula, “fracasada por problemas económicos”, evocó. “Después de rechazar tres guionistas, a la productora se le ocurrió que hiciéramos el guion entre el director, Michael Radford, y yo. Yo estaba en diálisis esperando un trasplante de riñón y no podía ir a Londres, como querían en un principio. Así que vino Radford a Sevilla, se instaló en un hotel al lado de mi casa e hicimos el guion en siete días. Y la gente dice que es bueno. La película no tuvo éxito por otra cuestión, se cabreó el director con la productora y todavía están en litigios, pero soy quizá el único que no se queja de que lo hayan llevado al cine”.

Iwasaki hizo notar también la mirada periférica que ha tenido siempre Eslava, contemplando el mundo desde Arjona, Granada o Sevilla, así como su condición de lector de bibliotecas públicas. “Yo tenía una gran vocación desde los 12 o 13 años. Cuando me metí en el inglés, me prometí durante seis años, hasta que obtuve la cátedra, no leer nada en español y no escribir. Cuando acabé, vi que me había dejado influir mucho por los cultural studies. Y esa mirada periférica viene simplemente de que soy una persona curiosa. Cuando me propongo un libro lo hago precisamente porque no sé nada de ese tema. Yo era amigo del doctor Vallejo Nájera, y en una ocasión me llama y me dice ¿por qué no me haces un libro sobre los templarios para una colección que estoy dirigiendo? Le dije que estaba harto de escribir de templarios, así que le pedí la lista de temas de la colección por si encontraba algún otro que me interesara. Vi en la lista Verdugos y torturadores y de eso no sabía nada, así que me lo quedé de inmediato. Tengo la vocación de seguir aprendiendo siempre”.

Iwasaki propuso una nueva clasificación: “Libros de tema sexual, ocho; libros donde esté presente la cocina o la gastronomía, cinco; sobre guerras, 14; de misterio, enigmas, esoterismo, 15; sobre la memoria, 13; biografías reales o ficticias, 12; sobre la perplejidad o el asombro, ocho; donde las protagonistas son mujeres, 13; sobre castillos, 5”.

“Con el tiempo me he dado cuenta de que el sexo está sobrevalorado. Y que lo importante es la gastronomía”, aseveró Eslava. “Efectivamente, tengo personajes femeninos muy enterizos, porque admiro mucho a la mujer. No me considero feminista porque creo que el feminismo está degenerando en hembrismo, pero la mujer nos pone los pies sobre la tierra con un sentido común que no tenemos los hombres. Admiro a mujeres históricas y mujeres que han marcado mi vida, mi abuela, mis hijas… De Cleopatra, por ejemplo, curiosamente tenemos una idea cinematográfica, la de una cautivadora de hombres, la serpiente del Nilo. Pero el personaje histórico es inteligentísimo, más culta que los hombres con los que se relacionaba, y al final fue desdichada. En cierto modo, la figura de Cleopatra podría ser transportable a muchas mujeres de todas las épocas”.

Escepticismo y humor

También aludió Iwasaki a la serie de libros de Eslava titulados “para escépticos”, recordando que escéptico fueron Erasmo, Borges… “Soy lector de Montaigne, también”, agregó el jienense. “Existe una frase que afirma que un pesimista es un optimista bien informado. En la vida nos están dando una papilla de conocimiento de cómo hay que ser y cómo deben ser las cosas, pero a mí me parece inteligente ponerlo todo en cuestión. Hoy, por ejemplo, la metáfora ahora está sobrevalorada, en las novelas que se publican ahora hay encadenamientos de metáforas que ocupan cuatro o cinco líneas, y hacen que la acción casi no se desarrolle. Mira en cambio a Homero, a Cervantes, no hay paja ninguna en sus obras. ”Si eres escéptico, piensas: este es un defecto de mi tiempo, que yo voy a evitar hacer para ser atemporal. La mejor bebida es el agua, sin colorante alguno. Y la sombra del autor molesta en la obra, como la sombra del hortelano en la huerta, por eso desnudo cada vez más mi prosa“.

Una tercera clasificación de Iwasaki: libros con humor, 40; con nostalgia, 25; con sensualidad, 35; y con erudición, 73. “Has combinado las cuatro cosas y has creado un camino”, dijo el presentador, a lo que Eslava respondió: “Intento buscarle un punto de humor a la vida, que es mejor que andar amargado. El contrapunto del humor es importante, y en eso el gran maestro es Quevedo, un hombre de gran profundidad que veía la decadencia incluso en su persona. Y Cervantes. Existe esa tradición española, y es bueno andar ese camino. Pero no lo hago aposta, me sale espontáneamente. Quizá porque ando más en relecturas antiguas que en el torbellino de lo que va saliendo”.

Aseguró también Eslava que lo más moderno que escucha, Bach aparte, es Simon y Garfulken “y mi paisano Sabina”, que lee a diario a Cervantes y que lamenta no haber conocido en vida a Cunqueiro. Y ser un forofo del teatro que ya no ejerce: “Cuando vivía en Inglaterra, iba tres veces a la semana. Allí hay compañías fantásticas, en un pueblo de 5.000 personas pueden tener dos de primera categoría. Cuando regresé a España, ya muerto Franco, lo primero fue ir al teatro. Era una obra de Alfonso Paso, muy de moda entonces. A las primeras de cambio, sin venir a cuento, una actriz enseñó dos pechos, espléndidos por otra parte, y me quedé tan en shock que no he vuelto a pisar un teatro en 40 años. Tampoco voy al cine, lo veo todo en la tablet”.

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