García Montero: “Acusan a la cultura de clientelismo, como si Serrat necesitase al Estado para vivir”
Siempre crítico, reflexivo y sentando cátedra con sus comentarios. Luis García Montero ha pasado esta semana por los cursos de verano de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en su sede de Baeza, donde ha participado en el análisis a la poesía de Caballero Bonald.
Los últimos meses han sido desastrosos para el escritor granadino en lo personal pero ahora se refugia, entre otras cosas, en el recuerdo indeleble de Almudena Grandes y en el libro que sacará al mercado en el incipiente otoño, Un año y tres meses, en el que contará, en la forma que mejor sabe hacerlo, cómo vivió la enfermedad y muerte de su mujer con la visión que le da su propia poesía.
Un libro que le ha servido para volver a escribir y publicar, enfrascado en su día a día en la gestión como director del Instituto Cervantes, pero sin perder de vista la pelea por la cultura en general a la que ha consagrado su vida, entre cosas, para defenderla de la “animadversión” que detecta en algunos sectores de la derecha, a los que, dice, no les agrada la “libertad de pensamiento y de crítica” que ejercen determinados autores.
Por eso, ironiza con que “tenemos una derecha que en cuanto se invierte en cultura, acusa de clientelismo, como si por ejemplo Serrat necesitase un sueldo del Estado para vivir”. Al mismo tiempo, lamenta que, en lo referente a la inversión en cultura, España está muy por detrás de lo mínimo que se considera lógico en varios países de la Unión Europea.
“Si se comparan los presupuestos de cultura en los ayuntamientos, las comunidades autónomas y el Estado con las inversiones globales en Alemania o Francia, vemos la lejanía de inversión en la cultura española”, algo que, entiende, es todavía una herencia de la Guerra Civil y los años posteriores, cuando se identificaban sectores como la cultura o el magisterio con la República, lo que hacía que el poder la despreciase. “En la democracia se van dando pasos, pero sin llegar al nivel europeo, porque cuando se dan recortes, casi siempre, lo primero es la cultura”, apostilla.
Caballero Bonald y su legado
Al final, lo importante es difundir la cultura, y el legado de los que no están ya, por eso García Montero ha viajado a Baeza esta semana, para ser parte del curso La poesía de José Manuel Caballero Bonald, con ponentes como el escritor y poeta Felipe Benítez Reyes; el periodista y escritor Juan Cruz; la directora de la Fundación Caballero Bonald, Josefa Parra, o el escritor, musicólogo y autor de varios libros de poemas José Ramón Ripoll. La obra en prosa y verso se analiza al dedillo desde la óptica de los ponentes, en algo ya clásico, como es que en la UNIA haya un curso sobre poesía en la primera semana de sus cursos de verano.
En el meollo del asunto, García Montero defiende que “hay algunas lecciones de Caballero Bonald que están muy vivas”, para definirlo como “un hombre muy comprometido, desde los años de lucha en el franquismo en la clandestinidad a la defensa de las causas más nobles”. “Fue un ejemplo de que no se deben confundir las creaciones poéticas con los panfletos”, ya que “que seas una persona comprometida no significa que al escribir tengas que reproducir consignas, verdades oficiales o frases hechas”, porque la creación “busca emociones, y es creación porque indaga en cosas nuevas, y no puede estar sometido a ninguna autoridad, de ningún amigo ni ningún enemigo”.
Por eso, lo define como “un ejemplo”, porque “reflexionó constantemente sobre su oficio, sobre las posibilidades de la palabra, sobre la posibilidad de llevar la propia vida a la palabra”, subrayando que contaba con “valores que enriquecen su creación literaria”. Y a la hora de recomendar obras imprescindibles del jerezano, no duda al citar a Pliegos de cordel o Descrédito del héroe en poesía, o Dos días de septiembre o La casa del padre en su faceta de novelista.
La memoria de Almudena, en poesía
La charla de casi media hora con García Montero da para mucho, y no hay que ser un lince para saber que el recuerdo de Almudena Grandes, su persona y su obra, lo lleva por delante allá donde se presenta, y se relaja especialmente cuando anuncia que en septiembre pasará lo que más le gusta: editar un nuevo libro, y además de poemas, y además dedicado a la memoria de la que fue su compañera.
Ha publicado este año el libro Prometeo que, en realidad, había empezado a escribir antes de entrar en el Instituto Cervantes en 2018, pero ahora mira el calendario de la llegada del otoño para anunciar Un año y tres meses, un libro en el que hace un recorrido en forma de poesía por todo el proceso de la enfermedad y la muerte de su mujer, fallecida el pasado 27 de noviembre a los 61 años.
“La manera de dialogar con mi vida”
Ese libro supondrá el regreso a la publicación de su obra, mediante un diálogo en forma de poesía en torno a unos meses en los que “la enfermedad y la muerte irrumpieron”, y ha enfatizado que “la manera que tengo de dialogar con mi vida, de buscarle sentido y de asumir lo que pasa es a través de la poesía”, de modo que el libro recorre los 15 meses, “el tiempo desde que le dieron la noticia a Almudena hasta que murió”, en los que ha ido dialogando consigo mismo “sobre la enfermedad, la muerte, la memoria y el recuerdo”.
En definitiva, que ha podido sacar adelante una obra sobre una “experiencia fuerte”, que “me ha sacado de la gestión y me ha devuelto a la poesía”. Si todo va bien, Tusquets Editores sacará al mercado lo que califica como “tal vez el libro más conmovedor” del autor andaluz, “por la contención, la evocación serena de momentos angustiosos, la inmensa ternura evocando la complicidad y el recuerdo de la que ya no está”.
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