¿Cómo traer Juego de Tronos a Andalucía?: escenarios “épicos”, evitar la picaresca y “pedagogía” con las instituciones
Peter Welter, cabeza pensante y dueño de la productora malagueña Fresco Film, cree que si fuera por los incentivos a los rodajes o por ciertas actitudes de pícaro, quizá al sector de la industria de los rodajes en Andalucía no le iría tan bien como le va. Por fortuna, Andalucía está sobrada de castillos, playas y lugares extraordinarios, y esto ha generado una industria de nuevo cuño que goza de muy buena salud.
Welter, responsable de que parte de las últimas temporadas de Juego de Tronos se hayan rodado en escenarios de Almería o Sevilla, ilustra la amplia oferta de escenarios con una anécdota: “Una vez que se hacía público, en la oficina recibíamos decenas de llamadas o correos de gente mandándonos fotos del castillo de su pueblo”. El propio Welter y Simon Barry explicaron durante la Freakcon de Málaga cómo las grandes productoras de cine o televisión deciden la ubicación para un determinado rodaje. Barry acaba de empezar a rodar Warrior Nun (una serie original de Netflix basada en un manga) en Málaga capital, Marbella y Antequera.
La serie narra las aventuras de una joven que, sin saber por qué, se despierta en una morgue en medio de un tiroteo. La chica acaba de recibir un extraordinario poder, una especie de halo que siempre ha estado en poder de una orden mundial de monjas guerreras. La serie tiene un trasfondo mitológico que alcanza hasta las cruzadas. Barry y Netflix se decantaron por Andalucía porque ofrecía “el abanico [de localizaciones] de posibilidades más épico”.
Las localizaciones se ofrecen en un dossier que se prepara en función de las necesidades del cliente. Welter advierte: de nada vale prometer lo que no se tiene u ofrecer lo que no se quiere. Es esencial la sinceridad en lo que se tiene, “porque cuando vienen a localizar y encuentran que lo que enseñaste no les sirve es contraproducente. ¿Por qué me haces perder tiempo y dinero?”. Muchos mantienen la mentalidad de “intentar vender peras cuando el cliente busca manzanas”.
La segunda pata imprescindible para que una superproducción recale en un lugar es que existan equipos y profesionales capaces de ejecutarlo con solvencia. En este caso, la experiencia de Fresco Film en las cuatro últimas temporadas de Juego de Tronos, la serie Snatch o Terminator 6 ha situado a la productora malagueña en el escenario internacional. “Warrior Nun está en Málaga por Juego de Tronos”, explicó Barry: “Peter [Welter] nos ofreció no solo lugares interesantes, sino el equipo perfecto para adaptarse a los requisitos de Netflix”.
Por último, Welter cita los incentivos fiscales como el tercer elemento clave para atraer grandes rodajes. Para el productor, la diversidad paisajística y cultural compensa la escasez de incentivos: “Casi siempre es una decisión financiera. Desgraciadamente ahora en España no somos muy competitivos”.
Las últimas cifras de la Andalucía Film Commission, correspondientes al ejercicio 2017, muestran el tamaño que ha adquirido la industria de los rodajes. De 37 rodajes en 1999 se ha pasado a 1.406 en 2017, incluyendo 725 spots, 46 largometrajes, 53 capítulos de series de televisión y 87 documentales. El impacto económico estimado es de 122 millones de euros y se generaron más de 21.000 empleos. En este gran plató conviven producciones locales con superproducciones extranjeras como Black Mirror, Terminator 6, Genius o, ahora, Warrior Nun.
El secretismo “tremendo” de Juego de Tronos
El gran hito de los rodajes de superproducciones en Andalucía sigue siendo Juego de Tronos. La relación de Fresco Film con HBO, que comenzó en la quinta temporada de la serie, se mantuvo en la séptima y octava (temporada final) de forma “atípica”. “En vez de esperar que nos pidieran algo cogimos la iniciativa y nos lanzamos a la carretera para buscar qué sitios en España podían caber en la serie. Les gustó tanto que volvieron para ubicar bastante más de lo que tenían pensado”, relata Welter.
Un rodaje como ese implica unas condiciones de confidencialidad que pueden chocar con la necesidad de que la información entre el equipo fluya. “En el caso de Juego de Tronos, el 95% del equipo no tenía los guiones. Muy pocos lo tienen. Ni siquiera los actores en la última temporada. El secretismo es tremendo”. Cada día, recibían una tablet con la separata que debían devolver al terminar. El secretismo llegó al punto de que quien no sea “absolutamente necesario” para rodar una determinada escena debe salir del set. “Y los que estaban, alejados lo máximo posible para no captar el diálogo”, añade Welter.
“Hay que intentar que esto no sea Bienvenido Mister Marshall”
El de Juego de Tronos ha llevado el Alcázar de Sevilla o el Puente romano de Córdobaha llevado el Alcázar de Sevilla o el Puente romano de Córdoba a las televisiones de medio mundo. Los rodajes se han convertido en un reclamo turístico y en un motor económico, no siempre bien entendido. “Hay que intentar no quedar mal, que esto no sea Bienvenido Mister Marshall”, pide Welter: “Un sitio que alquilan para una película española por 500 euros, de repente son 50.000 euros porque viene Terminator”.
Cuando se trata de trabajar con una institución pública, la principal tarea es evitar las filtraciones a la prensa, y convencer al gestor de la conveniencia de ser flexible. “Algunas instituciones a nivel nacional no nos facilitan casi nunca la labor”, lo que exige una labor “pedagógica”. Para Terminator, la productora buscaba una autopista. Debían cortarla en ambos sentidos durante tres meses. “Nos prometieron que cortaban, y cuando el cliente ya estaba en España nos dijeron que no podía. Eso no es serio”, se queja.
Welter dice que está acostumbrado a batallar para romper el estereotipo de que el cine es un sector “que chupa del bote”. “Tiene una aspiración cultural, pero antes que nada es una industria que produce. No latas de atún, sino películas o series. Da trabajo a mucha gente y mueve muchísimo dinero”, explica.
“Nos entendemos como embajadores de nuestra tierra”, subraya Welter, que cree que productoras como la suya son el amortiguador entre el coche en el que va el cliente, y la carretera, que es Andalucía. “Yo me trago todos los baches”.