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'Creer en Hitler' o en Trump: la tentación de ceder la libertad

Hay muchos Hitlers. El líder del proyecto nazi no fue una “lamentable” excepción ni un accidente histórico. Y sí un personaje con reiteradas réplicas. Analogías que, salvando distancias, demuestran la querencia humana por abrazar figuras mesiánicas. Como es el caso: la Europa de Marine Le Pen, Nigel Farage y el avance de la ultraderecha en Austria, Grecia… o Donald Trump.

Así lo cuenta en el libro 'Creer en Hitler. El triunfo de la fe y la sumisión sobre la libertad' (Editorial Aconcagua) el catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), Carlos Alarcón. Un análisis sobre “las condiciones sociosicológicas que propiciaron el nazismo”, esa suerte de recurso popular reincidente. Una “relación simbiótica”, explica, “que parte de una renuncia a la libertad y se traduce en dominación y sumisión”.

“Lo peor no es que Hitler existiese, sino que se repite”, según el profesor Alarcón. Los escenarios de crisis son perfectos. Como el actual, aliñado con un contexto de mundialización del odio. Los Hitlers, avisa, aterrizan en cualquier momento o lugar: “trato de alertar ante los muchos Hitler imaginarios, directa o indirectamente religiosos, que constituyen mecanismos de evasión ante las dificultades de la individualidad humana”.

De Hitler a Trump pasando por Bush

Aquellos terremotos del convulso siglo XX hallaron raíces en ese conflicto entre libertad y autonomía. Ahí, sostiene, nace la “tentación” del ser humano “de ponerse en manos de otros que le administren su libertad”. Para este estudio, el autor desbroza el “vínculo cuasi religioso” trazado “entre los alemanes” y Hitler. Una relación que estimuló la deriva “criminal” del III Reich y los episodios de 1933 a 1945. El Führer como líder “sádico masoquista” que “destruye y se autodestruye”.

Carlos Alarcón forma el relato partiendo “de un análisis de la heterogénea sociedad alemana” del siglo XIX. Un pueblo de mayoría luterana que reacciona “ante la irrupción del liberalismo y del industrialismo”. El título, por esto, 'Creer en Hitler', “no pretende ser provocativo, sino descriptico de la realidad histórica”, refiere.

Y traza una analogía con el que fuera presidente de EEUU, George W. Bush. Con perspectiva, subraya, pero “el pueblo americano, ante unas amenazas, se puso en manos de un líder mesiánico”. En el punto de mira, el terrorismo y la guerra contra el eje del mal encarnado en Irak, Irán y Corea del Norte y que agregó más tarde países como Libia, Siria, Cuba, Birmania, Zimbabue o Bielorrusia.

Discursos incendiarios. Darwinismo social. Viejos métodos para copias actuales. Léase Trump. O Le Pen y Farage. “Hitler hipnotizaba con sus discursos y lo de menos era las ideas que vertía”, subraya Alarcón. Como ahora, con referentes políticos atados a “una ideología poco clara” que apelan al “vínculo emocional” con los votantes.

“Trump es una especie de líder con la voluntad de un niño grande”, sugiere. Aprovecha el momento, como Bush hiciera “con aquel momento de debilidad de la sociedad americana” para “acabar haciendo guerras”. Hitler, en su momento, fue un “personaje violento y enfermo” que necesitaba “una expansión máxima que causara el máximo daño”. Era un camino “disparatado” hacia la autodestrucción. Y todos, detiene, “ganaron las elecciones con muchos millones de votos”.

Frente a los Hitlers de turno, “seres humanos angustiados y desbordados ante su imposibilidad sicológica de sostenerse como entes individuales que, detrás del pretexto ideológico de revoluciones nacionales, raciales o culturales, anhelan y necesitan evadirse sintiéndose capaces de provocar daño a los demás y a sí mismos, y de reprimir la libertad ajena y también la libertad propia”, escribe el catedrático de la UPO y que fuera docente en las universidades de Sevilla y Huelva, director del Departamento Theodor Mommsen, y profesor visitante en la Università degli studi di Pavia y en la University of Helsinki.