La guerrilla antifranquista contada desde el mito de los hermanos Quero
La guerra ha terminado. La primavera ejerce puntual mientras Sevilla estalla en procesiones de Semana Santa. Y Madrid, el Madrid del '¡No pasarán!', se echa a la calle con el brazo extendido al grito de “¡Franco, Franco, Franco!”. La guerra ha terminado. Y la fatalidad florece para los partisanos. Para los Hijos de una guerra, que es el título que Jorge Marco da a su libro sobre la resistencia antifranquista representada en una mítica saga de guerrilleros, los hermanos Quero.
Pepe, Antonio, Paco y Pedro. Desde su barrio natal del Albaicín de Granada asisten a la pedagogía del terror desplegada por los golpistas. Porque el fracaso del golpe de Estado contra el Gobierno de España no expira en julio del 36. Los rebeldes están dispuestos a todo. A derramar toda la sangre.
Y los hermanos Quero, Pepe, Antonio, Paco y Pedro, lideran un grupo de guerrilleros “que se enfrentaron a la dictadura en el periodo más duro, durante los años 40”, cita Jorge Marco a eldiario.es Andalucía. Tres fueron soldados republicanos. Un símbolo que cuenta “la historia de la resistencia contra Franco en el contexto de las resistencias antifascistas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial”.
Con este marco quedan pintados los episodios que narra el libro Hijos de una guerra. Los hermanos Quero y la resistencia antifranquista (Editorial Comares, 2019). Una obra de Jorge Marco, profesor en el Departamento de Política, Idiomas y Estudios Internacionales de la Universidad de Bath (Reino Unido) que alcanza una segunda edición ampliada.
Desde la lucha por la supervivencia
Hijos de una guerra narra “una de las pocas excepciones de guerrilla urbana” que protagonizan los hermanos Quero desde Granada. Solo otros grupos dibujan casos similares en Barcelona, Madrid o Málaga. “La mayor parte de la guerrilla antifranquista se movió en las sierras”, sostiene el autor.
Y el libro también dibuja una capital nazarí “en el periodo más oscuro de la historia de España: una Granada mal iluminada, aterrorizada por la violencia franquista y muerta de hambre”, explica Jorge Marco.
Los hermanos Quero fueron encarcelados por el franquismo “y ante el miedo a ser fusilados, escaparon de prisión”. Una huida que detona la lucha por la supervivencia “ante los envites de la dictadura” y crece en actividad “una vez los aliados fueron avanzando su victoria en la Segunda Guerra Mundial”:
Pepe, Antonio, Paco y Pedro destacaron “por defender un antifascismo más moral que ideológico”, dice Marco. Entre los miembros del grupo de guerrilleros que lideran hay “socialistas, anarquistas, comunistas, y personas sin ninguna militancia”. Apenas una docena de combatientes que actúa del año 40 al 47 y de los que “incluso hubo ecos en el exilio”.
Construir un mito antifranquista
Eran pocos, pero el grupo de los hermanos Quero tuvo “enorme relevancia” por “su capacidad de construir un mito”. Y, también, por “la sagacidad de sus acciones”: como escapaban de los cercos y, finalmente, “por su resistencia inquebrantable, incluyendo su propia muerte”:
Abril de 1939. “Todo parecía escrito por la mano de Dios: la entrada triunfal de las tropas nacionales en Madrid, las inmediatas procesiones de la Semana Santa, el caluroso recibimiento al Generalísimo Franco en cada uno de los rincones del suelo patrio”, escribe el autor en Hijos de una guerra.
La prosa de Jorge Marco va trazando el escenario. La guerra ha terminado. Los fascistas españoles han derrotado a la democracia. “Nada podía ser una mera coincidencia”, escribe. “El Caudillo era el portador de una misión providencial”.
Y ahí, con esos mimbres, “el pueblo se echa a la calle”. Madrid ya no va a ser “la tumba del fascismo”, como rezaba una mítica pancarta en la ciudad asediada en 1937. La guerra ha terminado. “Todo Madrid flamea de colgaduras y banderas. Enronquecen las gargantas a los gritos de ¡Franco, Franco, Franco!, ¡Arriba España!”
La “sorpresa” en la Fundación Franco
La documentación en poder de la Fundación Nacional Francisco Franco depara un llamativo regalo. “Cuando investigué”, cuenta Jorge Marco, “me sorprendió que de los seis únicos informes que se conservaban en su despacho –del dictador– sobre la guerrilla antifranquista, tres se referían a los hermanos Quero”.
Los nombres de Pepe, Antonio, Paco y Pedro, en el despacho de Franco. Oteados por el ojo genocida del dictador. Tras la guerra, habían regresado a sus casas. Pero el pasado de lucha por la democracia era una sombra alargada.
Tres acabaron encarcelados. “Pepe y Antonio en la prisión de La Campana, y Pedro en el campo de concentración de Guadix”, recita el investigador. Los dos primeros aguantaron poco. “Se fugaron en 1940 y organizaron el grupo guerrillero en Granada que mantuvo en jaque a las autoridades entre 1940 y 1947 en la ciudad”.
Todo está en Hijos de una guerra. “Esta segunda edición aporta varias novedades”, sostiene el autor. Como “una nueva portada e ilustraciones realizadas por el artista Álvaro García”, alias Seisdedos. O un “nuevo y extenso prólogo”. Y “nuevas historias y detalles gracias a nuevos documentos y testimonios, particularmente de Bernardo, Rafael y Matilde Quero Robles, hermanos de los cuatro hermanos Quero que lideraron el grupo guerrillero”.
“Estos tres hermanos no estuvieron integrados en el grupo, eran muy pequeños, pero si colaboraron con ellos, les ayudaron, y padecieron la violencia de la dictadura franquista”, cuenta Jorge Marco.