La primaveral efervescencia literaria, con el día y las ferias del libro, llega este año a Sevilla en una fase que el propio gremio ve de florecimiento. “Entre nosotros comentamos: es la primavera librera de Sevilla” -contó, en la inauguración de Botica de Lectores, Joaquín Sovilla, uno de los ex dueños de La Extravagante que este viernes inauguró su reinvención como Caótica.
Ex empleados de Beta que pasan a dueños -Botica de Lectores-, libreros que cambian de ubicación y añaden cafetería -Caótica y Un gato en bicicleta con su mismo nombre-, cadenas como Casa del Libro que suman tiendas -a Velázquez une los locales de Beta en Viapol y Hernando del Pulgar-, rescate y reforma de la técnica RM tras la jubilación del dueño, nacimiento de La Isla de Siltolá en San Bernardo, de Entre Líneas en Triana, de la infantil El cuartito en el Porvenir o, en la provincia, de la librería-vinatería Término en Alcalá de Guadaíra se añaden al panorama en que resisten jóvenes como Casa Tomada y las veteranas Palas, Yerma, La Fuga, Reguera, Rayuela, El gusanito lector, Nuño mientras han cerrado Céfiro, Maymen, Vértice, Anatma... En camino, además, dos librerías Verbo obra de los creadores de Beta, María Cruz López Manchado y José Velasco, los dueños de la cadena 35 años hasta la venta a la productora ZZJ.
“Es un fenómeno muy llamativo el de Sevilla” -confirma Javier López Yánez, director de la Confederación Española de Libreros (CEGAL). “En otras provincias andaluzas hay aperturas y cierres, pero aquí la desaparición de Beta que tenía muchas librerías ha dado apariciones veloces”. Tanto que en la Feria del Libro -que él dirige por último año, tras catorce, pese a los cierres se mantienen los 39 expositores a los que se llegó en 2016 por un aumento, de tres, en 2015.
¿Será la eclosión librera, duradera o flor de un día? ¿Hay mercado lector para este oferta? ¿Qué lleva en tiempos de crisis a ser librero? ¿Cómo vive el gremio el aumento: preocupado por la competencia o con esperanza en la sinergia?
“Para nosotros -explica Sovilla- que abran compañeros como Botica de Lectores - es ilusionante porque significa que hay gente que sigue creyendo en esto”. “Yo respaldo que todo apasionado del libro, con un proyecto bien planificado, intente realizarlo -declaró Fran Nuño, escritor, editor y librero de Nuño en esa apertura-. Para que no se quede la espinita”.
La cooperación entre libreros es llamativa, pero no nueva. Eduardo Baraja, uno de los dos socios de Céfiro, librería clave desde enero de 1985 al este enero, cuenta que se lanzó “animado por las libreras de Vértice que me aconsejaron y ayudaron”.
Ahora Maite Aragón y Joaquín Sovilla - ex extravagantes y hoy caóticos- han colaborado en la apertura tanto de Término en Alcalá de Guadaíra, como de la técnica RM, en Reina Mercedes. “Y muchos compañeros me han dicho -cuenta Maite- que mi Decálogo básico para abrir una librería que compartí en redes sociales en 2013, les ha servido de referente”. El actual librero de RM, Carlos Pedraza, arquitecto, ha sido, a cambio, responsable de la reforma del local de Caótica en José Gestoso.
“Cuantas más librerías seamos, mejor” -sentencia Daniel López, responsable de Casa del Libro en Viapol. “Porque desde la sana competencia, estamos a lo mismo: vender libros y comer de ello. Nicho de mercado, en una ciudad como ésta -analiza el madrileño-, hay para todos. Tendremos un cuerpo común de ventas y señas distintivas. Aprenderemos unos de otros y la diversidad será muestra de salud cultural”.
“Yo estoy convencido -asegura Javier López Yáñez, en la dirección de la Federación Andaluza de Libreros una década- de que la oferta actual se adecua mejor a lo que Sevilla quiere y necesita. Sobre todo por el aumento de librerías independientes, que hacen el panorama más variado con sus identidades distintas”
¿Inconvenientes? “Que las librerías han perdido músculo económico” -explica López Yáñez. “En todo el país. Con la crisis, se ha pasado de librerías de tipo medio con empleo medio a librerías pequeñas, frecuentemente, de auto-empleo”.
Razones para ser librero
Junto a la pasión lectora y la vocación de prescriptor, querer generar el propio puesto laboral está detrás de la mayoría de proyectos. Desde aquella Extravagante que hace siete años fundaron los hoy caóticos Sovilla, Aragón y Begoña Torres, hasta los hoy dueños de Botica de lectores, o Luis Gallego de La Fuga, o los de Un gato en bicicleta. “Abrimos Raquel Eidem y yo, en 2011, en Regina -cuenta Jesús Barrera- porque tras acabar nuestras carreras, de Bellas Artes y Publicidad, el panorama era desolador. Hicimos un plan de empresa de librería especializada en arte, que faltaba. Los números, salían, -risas- ¡en el papel todo sale! y nos liamos manta a la cabeza”.
Enrique Brodard, que abrió El cuartito el 24 de diciembre de 2016 es informático. “Cuando me volví de Madrid, quemado de trabajar en departamentos de empresas enormes y estresantes, traía ahorrado para montar un negocio en mi local. Ayudé, como informático a mi amigo Joaquín de los Santos que tiene El oso y su libro en los Bermejales hace siete años. Y la primera vez que visité un almacén mayorista, ¡aluciné! ¡Me pasé seis horas ojeando libros! ¡Ni comí! Ahora cuando veo ese asombro en mis clientes, me emociono recordando el mío. Los libros infantiles, como los juegos que vendemos, son irremplazables por lo electrónico”.
José Manuel Tirado Sousa, Carmen Carneado, Maite Martín, son tres de los cinco exempleados de Beta, implicados en la inminente apertura de las dos librerías Verbo que impulsan los fundadores cadena andaluza: María Cruz López Manchado y José Velasco. “Yo era el empleado más antiguo con 25 años y 13 antes en Padilla de Laraña -cuenta Tirado. Y a mis 57 años no me habría lanzado sin el respaldo de los antiguos dueños. Pero ellos, a sus más de setenta años, han dado su vida al libro y sufrido mucho con el desastre al que los últimos propietarios llevaron a la cadena”. Ahora, dice, comparten la ilusión de un proyecto que prevén que en 2017 abra dos tiendas más en Sevilla. “Hasta cuatro, sin descartar una como la que teníamos en el Teatro Imperial que sirva de buque insignia”.
Carlos Pedraza compatibiliza ser librero en RM con su estudio de arquitecto. Como Antonio García, de Término. “De 2003 a 2011 fui librero online de www.arquitextos.com y, en octubre de 2016, abrí con Mariano Cruz, fundador de la revista Víspera, Término, en Alcalá porque con 80.000 habitantes hay masa crítica que esperaba una librería de fondo en lo que era una oferta desértica”. Una librería, “además vinatería, porque marida bien” -risas- y con exposiciones, presentaciones y lecturas como la de la poeta Siracusa Bravo.
El también poeta y editor Javier Sánchez Menéndez, abrió La Isla de Siltolá este abril hace un año “para que la editorial tenga un espacio en que presentar su fondo y para disponer de una librería donde se pueda vender literatura y no basura literaria. En San Bernardo, la mejor ubicación en Sevilla para una librería”.
La creación de Palas hace 37 años en su mismo local actual, en Asunción, fue peculiar. “Mi padre -el profesor universitario de Historia Contemporánea y exdiputado socialista Alfonso Lazo-Alfonso Lazo, es lector empedernido y soñaba con tener una librería para, el domingo, cuando cerrara, disfrutarla” -expone Amparo Lazo. Cuando surgió la oportunidad “mi madre, Amparo Contreras y mi prima Gloria, montaron Palas. La llevaron 20 años. Mi hermano José y yo hemos continuado hasta hoy que tiene 37. ¡Y mi padre ha sido un apasionado cliente!”. ¿Secreto para durar? “Que a nunca nos ha movido el interés comercial, dejarnos influir por modas, ni presiones de grandes editoriales, sino que hemos tenido clara la línea de librería de fondo con selección muy cuidada y personal que fideliza al público. Desde el individual -al que los Lazo han descubierto autores como Rafael Chirbes o Alice Munro antes de que fueran incuestionables- al institucional. ”Un treinta por ciento de nuestra facturación es de la Universidad“. ”Ah -añade Lazo, pragmática- eso y que el local, como en la mayoría de los que hemos durado, Reguera, Céfiro y Yerma, es nuestro“.
Gentrificación
La subida del alquiler de los locales está tras traslados como el que ha llevado a La Extravagante de la Alameda a ser Caótica en José Gestoso. “Nosotros pagábamos 1.200 euros al mes -explica Maite Aragón-. Pero los dueños del local recibieron ofertas de bares por más de 3.000 euros. Una librería no puede competir con eso”.
“Nuestra mudanza, obra de la gentrificación pura y dura” -afirma Jesús Barrera de Un gato en bicicleta. “Pasados los cinco años nos subieron el alquiler y aunque aguantamos uno con promesas de mejoras, al final nos tuvimos que mudar”. Aprovechando, han sumado cafetería a la galería y taller de alfarería que ya tenían.
“El problema de alquileres, en particular en Sevilla lo hemos planteado hace años” -aporta Javier López Yánez, director de Cegal. “Ya en época de Juan Carlos Marset como delegado de Cultura se aprobó que las librerías se incluyeran en la dotación cultural de la ciudad. Como otros equipamientos culturales relacionado con la identidad urbana: salas de exposiciones, teatros, cine. Pero no se ha aplicado”. El aún director de la Feria del Libro de Sevilla afirma: “Sabemos que el Ayuntamiento actual es sensible a esta perspectiva, pero hay que lograr que, a partir del sello de calidad de librerías que estamos creando en Cegal con Ministerio de Cultura -para diferenciarlas de papelerías o grandes superficies- se apoye a las que lo tengan con subvenciones, canalizando compra pública y con exenciones en el IBI”. El plan de ayuda “que se creó en 2016, con 100.000 euros, tuvo poco impacto porque se dió en octubre. Este año debe librarse antes para conectar a las librerías con sus barrios vía bibliotecas, centros cívicos y actividades.
Boom ‘yogurtería’
¿Cómo ven los libreros veteranos la eclosión actual? Amparo Lazo, de Palas, es muy gráfica respecto a una proliferación que, en su calle, va a hacer convivir cuatro librerías -Botica de lectores y la infantil Baobab, más la inminente Verbo. “Con la crisis el modelo de venta rápida de bestseller ha fracasado. Y yo creo que también el concepto de cadena. Me parece fantástico un proyecto como Caótica, que entiende este cambio. Pero esto recuerda al boom de las yogurterías”. La imagen del negocio -según Lazo- es tan bonita que eclipsa el duro trabajo.
Algo que secunda Eduardo Baraja que cerró Céfiro, tras 32 años por “cansancio, para jubilarnos”. Desde la atalaya de su trayectoria, Baraja considera que es complejo que coexista tanta oferta. “Pero les deseo la mayor suerte, sobre todo por nuestros clientes. El trato con ellos es lo mejor del balance. Y muchos que venían por nuestra especialidad en historia o en editoriales pequeñas como Acantilado, Apóstrofe o Periférica ahora nos paran por la calle y nos dicen: ¡Qué pena que estés cerrados, echamos de menos a nuestra librería del barrio!”.
Para Rafael Rodríguez de Botica de Lectores, “Estamos viviendo un cambio generacional” y -añade su compañero Miguel A. Neva- “Nunca puedes evitar que la competencia se ponga al lado, pero sí puedes dar un servicio insustituible”.
La innombrable
Para la mayoría, la amenaza que afrontan no radica tanto en la competencia entre ellos como en factores externos: la lectura en dispositivos digitales -pese a que el suflé del ebook se ha desinflado-, la falta de hábito lector -en un país donde “datos de la Feria del Libro de Madrid revelan” -aporta Javier López- “que el 70 por ciento de clientes compran uno o dos libros al año” y, sobre todo lo que Antonio García, de Término, llama “la distribuidora innombrable”.
“La lucha no es entre nosotros, sino con la competencia desleal de gigantes como Amazon” -suscribe Barrera, de Un gato en bicicleta. Yo siempre he creído en los gremios y cuantas más librerías de proximidad, que acerquemos autores y editoriales pequeños a los lectores que somos pequeños, mejor. Pero, ¿donde queda la legalidad ante un Amazon que tira precios supuestamente fijos, sin tributar aquí?“
En palabras del director del gremio de libreros, Javier López Yáñez: “esta semana ha sido un jarro de agua fría la cesión a Amazon de la Plaza de España para un acto comercial con la excusa de fomentar la lectura”. Algo con lo que está “en desacuerdo absoluto” porque es una empresa “muy cuestionada”, por no dejar ni impuestos ni empleo en las ciudades. “Mira que confiamos en la actual línea de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento -afirma sobre un departamento que hoy celebra el Día del Libro con Zoco especial librero entre el Duque y la Encarnación- pero esto ha sido una decepción, por su incoherencia con cuanto se está haciendo”.
Javier Sánchez Menéndez, de La isla de Siltolá concluye tajante: “España, Andalucía, Sevilla se están catetizando. Aquí cultura y educación están siempre en crisis. Y nuestras iniciativas individuales no pueden tapar las miserias de las administraciones. Los gobernantes no apoyan, ni dan recursos. Nos quieren tontos. Simplemente”.