VIOLENCIA MACHISTA

El Melillero, condenado a 41 años de prisión por intentar matar a su exnovia y una amiga arrojándoles ácido

Néstor Cenizo

Málaga —

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José Arcadio D.N., El Melillero, ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Málaga a un total de 33 años de prisión por intentar asesinar a su expareja Sandra y su amiga Cristina arrojándoles ácido mientras estas paseaban en coche por Cártama (Málaga), el 11 de enero de 2021. También ha sido condenado por maltratar habitualmente a Sandra, acosarla y amenazarla de forma grave, lo que suman otros ocho años y tres meses. Por ley, de los más de 41 años que suman las condenas cumplirá en la cárcel un máximo de 25, de los que ya lleva dos, desde que el 16 de enero de 2021 fuese detenido en Mijas tras una espectacular persecución que movilizó a más de doscientos agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El fiscal pedía que se le condenara a 51 años de prisión.

La sentencia zanja así un caso que impactó en la sociedad por la brutalidad con la que se ejecutó el atentado contra las dos mujeres. Sandra había puesto fin a una relación de seis meses con José Arcadio después de sufrir una retahíla de actos violentos y coacciones. Sin embargo, esto no apaciguó los ánimos de él. Antes de sufrir el ataque, la mujer llevaba un mes sufriendo un calvario de amenazas telefónicas. Además, su expareja aparecía ante ella en los sitios más insospechados porque había colocado sendas balizas a su coche y al de su amiga.

Gracias a ese sistema, el 11 de enero, José Arcadio y Juan José G. se acercaron al coche en el que iban Sandra y Cristina desde otro vehículo. El Melillero la amenazó señalando a su colega: “Este se va a encargar de ti, te va a matar”. Juan José se llevó la mano al cuello como si se lo degollara. Fue el preludio de lo que ocurrió al día siguiente.  

En torno a las dos de la tarde del 12 de enero, las dos mujeres fueron atacadas por sorpresa desde el interior de un vehículo, desde el que los ahora condenados arrojaron ácido sulfúrico. Mientras gritaban horrorizadas por el dolor que les causaba el corrosivo, José Arcadio se reía “con satisfacción”, según declaró Sandra en una de las sesiones del juicio que se celebró el pasado noviembre. Sufrió quemaduras en el 45% de su cuerpo, y aquella tarde tuvo que ser evacuada en helicóptero a Sevilla para salvar la vida. Después, ha pasado por 12 intervenciones quirúrgicas y aún sufre 17 secuelas y limitaciones funcionales, además de 30 cicatrices. Su amiga Cristina, que aquellos días la acompañaba por el temor a José Arcadio, sufrió quemaduras en el 20% de su cuerpo.

Junto al Melillero ha sido condenado a 32 años y medio de prisión su compinche Juan José G., Poti, al que los magistrados consideran igualmente responsable directo de la ejecución material del intento de asesinato y del delito de amenazas graves. Ambos deberán pagar a Sandra 1.103.000 euros y a Cristina 312.000 en concepto de daños y perjuicios.

Víctor M.A. ha sido condenado como cómplice (10 años de cárcel), por suministrar el bote de ácido con el que se perpetró el ataque. Han sido absueltos los otros tres acusados, a los que el fiscal imputaba distintos grados de colaboración en la preparación del ataque o la huida de José Arcadio. Tampoco se considera probado que los seis acusados conformaron una organización criminal.

“El carácter sorpresivo de la maniobra elimina la posibilidad de defensa”

Los magistrados no tienen dudas de que José Arcadio quiso matar a su exnovia, con la que había mantenido una relación de seis meses (de mayo a noviembre de 2021), hasta que esta le puso fin ante la conducta celosa y agresiva de él. Durante el juicio, El Melillero llegó a asegurar que sólo pretendía “darle un susto” y que creía que la botella no contenía ácido sulfúrico sino aguafuerte.

“Verter sobre una persona una considerable cantidad de líquido, con la más alta concentración de ácido sulfúrico posible, 98%, es causa probable de su muerte, por los efectos altamente nocivos del azufre”, ya sea por asfixia o por quemadura de la piel, señala la sentencia. Durante el juicio, una forense confirmó que el ácido causó un riesgo vital para las mujeres, y que sólo la rápida intervención médica, por entubación de Sandra, impidió su muerte por asfixia.

Para calificar el intento de matar a Sandra y Cristina de asesinato, los magistrados aprecian alevosía y ensañamiento. Alevosía, porque Juan José y José Arcadio esperaron ocultos para ejecutar su plan criminal pillándolas por sorpresa: “Hay una asechanza y emboscada o celada, pues los agresores, perfectamente conocedores de las calles por las que circulaba el vehículo, se colocaron estratégicamente a la espera del paso del turismo, para acercar su coche al mismo, en momento y lugar que aquélla no esperaba; el carácter sorpresivo de la maniobra elimina la posibilidad de defensa”.

Ensañamiento, porque les hicieron el mayor daño posible: “Rociar con azufre de alta pureza a otra persona, dirigiéndolo a su rostro y cuerpo, indica una voluntad dolosa especialmente cruel, pues se trata de un medio que no se limita a menoscabar la integridad física de la víctima, sino que asegura un dolor especialmente agudo, y la posibilidad de desfiguración”.

Además, los magistrados aplican la agravante de género tanto a los delitos de asesinato (en grado de tentativa) como de amenazas. “No hay duda”, dicen, que el uso de ácido perseguía desfigurar a las mujeres y así mostrar un dominio y una supeditación que José Arcadio ya había manifestado con su conducta durante el tiempo que duró la relación con Sandra.

Es “indiferente” quién arrojó el líquido

La sentencia no resuelve una cuestión reabierta durante el juicio: ¿quién arrojó el ácido al interior del vehículo de Sandra y Cristina? Hasta el pasado noviembre, Poti había asumido la autoría material, asegurando que fue obligado por José Arcadio a bajarse de su propio vehículo y arrojar el ácido. Pero en la primera sesión del juicio cambió su versión (asegurando que asumió inicialmente la culpa por las amenazas del Melillero): contó que fue José Arcadio quien vertió el líquido y que él solo se agachó. Dos testigos protegidos reforzaron su nuevo relato al asegurar que vieron cómo la botella salía de la ventanilla de piloto del coche que conducía José Arcadio.

Esta discrepancia planteaba una duda que los magistrados resuelven asegurando que es “indiferente” quién hizo qué. Tan posible es que el contenido del bote lo arrojara uno desde el asiento del piloto, como el otro asomándose desde la posición de copiloto. Lo fundamental es que ambos participaron del plan de matar. “Resulta de lo expuesto que ambos realizaron actos ejecutivos, repartiéndose los papeles”, señala la sentencia, que recuerda que Juan José llevaba el bote en el coche y el día anterior había amenazado a las mujeres haciendo el gesto de degüello.

La sentencia, que puede recurrirse ante el Tribunal Superior de Justicia, pone fin (por ahora) a un caso que conmocionó a la opinión pública hace ahora dos años. Primero, por la brutalidad del ataque; después, por la resistencia de José Arcadio a su detención, que solo llegó tras una persecución a toda velocidad por la autovía del Mediterráneo (de la que consiguió escapar) y otra a lomos de una moto por un paraje de diseminados en Mijas.

Después se supo que El Melillero acumulaba más de una decena de antecedentes penales: robo, atentado, lesiones, maltrato de género, conducción temeraria y sin permiso, amenazas, tráfico de drogas… Cuando intentó matar a Cristina y Sandra, estaba en busca y captura por otra agresión machista

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