Paco Puche, el librero malagueño de las mil batallas por la ecología
El fallecimiento de Puche deja un hueco en el activismo ecologista de Málaga, que contribuyó a impulsar desde la librería Proteo, su editorial o luchando contra el amianto
Paco Puche, librero, editor y profesor, y mucho más que todo eso (que no es poco) falleció este viernes en Málaga, a los 81 años de edad. Para medir su verdadera talla conviene decir que desde todas las posiciones que ocupó fue capaz de estimular la curiosidad, establecer vínculos y detectar los cambios anticipándose al tiempo, que casi siempre acababa dándole la razón. Su influencia en la cultura y los movimientos ecologistas malagueños de las últimas cuatro décadas es amplísima: creó Ediciones del Genal o la Fundación Rizoma, investigó sin descanso los nocivos efectos del amianto y fue uno de los primeros en denunciar algunos de los desmanes ecológicos en la provincia. Todo esto le sobrevivirá. También debería sobrevivirle Proteo, inmersa ahora en una batalla por resurgir del incendio que calcinó 50000 libros el pasado mes de mayo. Con la muerte de Paco Puche, Málaga pierde un librero y un referente.
Con otros intelectuales malagueños, Puche fundó Proteo en 1969. Aquella fue la primera librería malagueña que permitió algo tan sencillo como tocar los libros. Hasta entonces, cuenta el periodista Héctor Márquez, los libros se pedían en un mostrador. Puche comprendió que los libros hay que sentirlos y que ningún sentido sobraba. “Proteo es un templo laico de la cultura en Málaga surgido de abajo. Es real, se construyó cuando era un erial y cambia el juego: genera un sistema cooperativo”, señala Márquez.
Proteo nació con la vocación de estimular en Málaga los movimientos por la democracia. Así se explica que jugara a la confusión y que aún conserve su nombre compuesto: Proteo-Prometeo. Su primer local de la Plaza del Teatro podía parecer una librería infantil, pero escondía estanterías secretas con libros prohibidos. Por eso, en origen Proteo era también Prometeo, y cuando la Policía se presentaba a requisar algún libro recién llegado, Puche despachaba el asunto diciendo que su librería era Prometeo, que de aquel ejemplar no sabía nada, y que qué les iba a decir, si él se dedicaba a la literatura infantil.
Detrás de ella llegaron otras librerías hoy emblemáticas como Rayuela o Luces, pero Proteo fue clave para superar el viejo estigma del erial cultural malagueño, sintetizado en un dicho pegajoso como un chicle: “Málaga, ciudad bravía, que entre antiguas y modernas, tiene doscientas tabernas y una sola librería”. En 1988 obtuvo el reconocimiento del gremio, con el Premio Nacional de Librerías. Diez años después, fue Puche el galardonado como mejor librero. En 2017, Proteo-Prometeo recibió el Premio Librería Cultural.
Editor y ecologista
De Puche se destaca su rebeldía, pero también su capacidad para estimular a los demás y tejer redes, en una ciudad tradicionalmente dispersa. “No conozco una persona más estimulante y ejemplar”, dice de él Héctor Márquez. “Era el ciudadano con mayúsculas”, capaz de generar nodos a pesar de ser exigente, riguroso, casi espartano y nada dócil. “Paco era un magnífico hombre difícil”, recuerda Alfredo Rubio, que recuerda su origen antequerano: “De la tierra adentro, donde los amigos se labran como el cultivo, y no aparecen de repente en la barra de un bar”.
“No ha sido solo un librero legendario en Málaga”, dice Jesús Otaola, actual director de Proteo: “La ciudad es como es gracias a su ojo crítico, esfuerzo, perseverancia y honradez”. Estos días, la librería anda inmersa en una campaña por resurgir de las cenizas del incendio que la arrasó hace dos meses. La noticia del fallecimiento de Puche coincidió con el inicio de la campaña Todos con Proteo, que el 28 de julio celebrará un concierto solidario con la participación, entre otros, de Javier Ojeda, Tabletom, Elphomega o Frutería Toñi.
Con la librería como vértice, la actividad de Puche se desplegó por caminos diversos. Fundó Ediciones del Genal, desde la que publicó un amplio catálogo de autores de referencia para las ciencias, la ecología o la economía circular. Desde Proteo emergió también Fundación Rizoma, una entidad esencial para el análisis y la propuesta de alternativas urbanas en Málaga y la provincia.
Recuerda Alfredo Rubio, profesor de Geografía de la Universidad de Málaga, que Proteo era una librería y algo más: “Un lugar donde cristalizaban cosas”. Sentados en sus butacas él y otros empezaron a hablar de arquitectura y urbanismo y surgió Rizoma. “Así la librería se convirtió en un sitio esencial de Málaga, algo más que nuestra propia casa, y Paco en un referente”. “Los libros eran como regalos que llegaban, pasteles maravillosos”, recuerda Rubio. Un día, no tenía dinero para pagar los libros: “Me abrió la librería y me dijo: ”Lo que necesites te lo llevas“. Eso lo llevo en el corazón”.
La última vez que lo vio, Puche se disculpó un segundo y volvió con un libro en la mano: Sensibilidad e inteligencia de las plantas, de Stefano Mancuso. La obra es muestra de la otra gran pasión de Puche: el mundo vegetal, la ciencia, la ecología. Fue un firme defensor de las teorías de Lynn Margulis y del mundo simbiótico.
A Puche le gustaba abrir caminos en los demás, estimular su curiosidad. “Aunque la pereza o la idiocia no te dejase entender el tesoro que te estaba ofreciendo, te lo ponía cerquita, por si te daba por ahí.
“El mejor alcalde que Málaga pudo haber tenido”
Lo institucional no le acompañó. Militante de primera hora de los grupos antifranquistas de base cristiana, fue candidato por IU-Los Verdes en unas elecciones que ganó el socialista Pedro Aparicio. “Sabía que no tendría ninguna posibilidad, pero pretendía que se metiera en la conversación temas ambientales fundamentales para la ciudad”, dice Márquez, convencido de que Puche hubiese sido “el mejor alcalde que Málaga pudo haber tenido”.
Impulsó la Revista El Observador, un medio genuinamente crítico con las tropelías de los poderosos, y dedicó años a investigar y denunciar los mortales efectos de la exposición al amianto. “Era un grano en el culo. A los poderes no le hacía ninguna gracia, porque los ponía en evidencia”, recuerda Márquez. “Pero sin Paco, Proteo no es Proteo, ni Málaga es Málaga. Se lo reconozca oficialmente o no”.
Fue también un profesor universitario, pero se mantuvo al margen de la carrera hasta que dejó la Universidad, o esta le dejó a él. “Su visión de la universidad era otra: transformadora, que atienda a las necesidades de su tiempo”, recuerda Marcos Castro, profesor de Economía de la UMA. Castro enseguida comprendió que Puche sería su referente en el campo que a él más le interesaba: la economía ecológica y sus vínculos con la economía social y solidaria. Puche fue el primero en hablar de huertos urbanos: hace veinte años, ya plantaba tomates en la ciudad. También en su denuncia de los efectos del capitalismo sobre los recursos naturales. “Tenía carisma, sagacidad y perspicacia para analizar esas cuestiones”.
Este viernes, muchos le despidieron en las redes sociales. Alberto Garzón, Teresa Rodríguez o Jorge Reichmann dejaron sus condolencias. Puche solo se apartó de los libros y la lucha para librar la suya propia. Así lo despidieron en Proteo: “Hoy nuestros libros lloran y la gran historia que tenemos como libreros está huérfana. A él le debemos ser lo que somos, el orgullo y el amor por la cultura por la que tanto hemos luchado”. Y así Guillermo Busutil, reciente Premio Nacional de Periodismo Cultural: “Un librero nunca se cierra de la vida. No tiene una página última su historia. Siempre hay una nueva de la que ser vocación de hacer de la lectura un mapa, un viaje, una brújula, un pájaro entre las manos. Gracias siempre Paco Puche”.
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