La solución sostenible contra la sequía surgida de Universidad de Málaga
Investigadores del Instituto Andaluz de Domótica y Eficiencia Energética proponen desalar agua marina utilizando energía obtenida a través de paneles fotovoltaicos instalados sobre los embalses
El mar, los ríos y los embalses podrían tener la solución a la sequía en gran parte del sur de España: bastaría con desalar agua del Mediterráneo y transportarla a los depósitos. Así expuesta, la idea no pasaría de ser otra receta milagrosa demasiado genérica para resolver un problema, el de la escasez de lluvia, que ya afecta de forma severa a muchas zonas de España y a casi toda Andalucía.
Sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad de Málaga ha planteado un proyecto en el que exponen una fórmula no solo viable, sino barata: consiste en obtener agua desalada del mar a partir de energía renovable generada desde plantas fotovoltaicas flotantes, que se instalarían en embalses cercanos. Defienden que este sistema es limpio, sostenible y escalable, y que estaría al alcance de la mano porque todas las tecnologías que se necesitan ya existen. Cuenta con una materia prima y una fuente energía inagotables, y no es caro, aseguran. Basta la voluntad política para ponerlo en marcha, defienden.
El proyecto fue presentado la semana pasada por la universidad y ya ha sido expuesto ante la Comisión de Energía del Senado y la Junta de Andalucía: sus impulsores quieren que la administración andaluza lo declare proyecto de interés estratégico y que opte a los fondos Next Generation.
El alto coste energético de la desalación
La idea de obtener agua para paliar la sequía con agua de mar no es nueva. En las zonas costeras no falta agua, sino agua apta para el consumo humano, y en España hay 765 desaladoras con capacidad para producir cinco hectómetros cúbicos al día, según las cifras de la Asociación Española de Desalación y Reutilización a febrero de 2019.
Sin embargo, la capacidad para generar más agua desalada suele topar con el problema de su alto coste, motivado por un consumo energético intensivo. “Puedes desalar si dispones de un túnel a gran profundidad, de modo que la columna de agua presiona sobre una membrana de ósmosis inversa, que filtra el agua y la convierte casi en agua destilada. Si no, tienes que montar un grupo de presión contra la membrana y eso requiere muchísima energía”, ilustra Francisco Guzmán, investigador del Instituto Andaluz de Domótica y Eficiencia Energética de la Universidad de Málaga y profesor de la Escuela de Ingeniería Industrial: “El mar tiene el agua que necesitamos, pero el precio de la energía para desalar es prohibitivo”.
La energía puede obtenerse de otra fuente inagotable, el sol, pero la instalación de paneles fotovoltaicos tiene también un coste (derivado principalmente del pago de expropiaciones), social y ambiental.
La solución del proyecto: energía solar desde los embalses
Para resolver la ecuación, los investigadores cayeron en que existe una superficie casi sin uso, de la que podría obtenerse una gran cantidad de energía con la que desalinizar el agua de mar: el vaso de los embalses. Guzmán explica que el rendimiento de los paneles fotovoltaicos instalados sobre láminas de agua es un 20% superior. “Están mejor refrigerados y evitan el polvo en suspensión”.
Los investigadores aseguran que no generan ningún problema siempre que no se cubra más del 30% de la lámina para garantizar el mantenimiento del equilibrio biológico de las masas de agua. De hecho, ya existen paneles flotantes en el embalse de Urrá (Colombia), o en el de Sierra Brava (Cáceres). “Produciríamos la electricidad naturalmente, sin usar terreno de nadie ni invadir espacios verdes. No hay interacción con el entorno, ni afección a ninguna zona”, resume Guzmán.
De esta forma, paneles flotantes colocados sobre embalses cercanos al mar proporcionarían la energía necesaria para la desaladora, que se ubicaría en la desembocadura del río, y para las estaciones de bombeo, que impulsarían el agua desalada cauce arriba, hasta el pantano. Allí se vertería, mezclándose con la masa de agua.
Guzmán compara la idea con la fregona. Existían los palos y los trapos, pero a nadie se le había ocurrido unirlos hasta que se inventó la fregona. En la cuenca Mediterránea existe el agua de mar y se dan más de 300 días de sol al año, pero hasta ahora no se han utilizado estos dos recursos conjuntamente para obtener agua para el consumo humano. Un ciclo virtuoso perfecto que permitiría obtener agua casi ilimitada sin coste energético, y evitaría también instalar las potabilizadoras o conducciones que requieren las nuevas desaladoras.
El modelo de referencia: La Viñuela
El Gobierno de la Junta de Andalucía acaba de declarar la situación de “sequía excepcional” en las cuencas mediterráneas. Los pantanos de Málaga languidecen apenas a un tercio de su capacidad. Guzmán y su equipo han planteado su proyecto tomando como referencia una futura desaladora en la desembocadura del Río Vélez y el embalse de La Viñuela. Es el más grande de la provincia, con capacidad para almacenar hasta 165 hectómetros cúbicos, pero ahora solo dispone de unos 23 y está al 14% de su capacidad.
Los investigadores creen que para obtener 20 hectómetros cúbicos se requeriría la instalación de unos 40 MW de potencia en La Viñuela. Ese es el volumen de agua que actualmente se detrae del embalse para riego de La Viñuela, en una zona, La Axarquía, que ha sido tomada en la última década por los cultivos subtropicales de mango y aguacate. Pero Guzmán señala que el modelo es ampliable, con el único límite de la superficie del embalse que podría ocuparse con paneles fotovoltaicos. “La Viñuela tiene superficie para instalar hasta 500 MW. Si se quisiera llegar al máximo, se generaría un excedente de energía que podría inyectarse en la red”.
En el proceso se generaría, además, un subproducto con interés comercial, la salmuera, a partir de la cual pueden obtenerse hidrógeno, sal, cloro y otros derivados químicos como el ácido clorhídrico. El aprovechamiento de la salmuera reduciría también el impacto ambiental en la zona.
Un coste modesto
El coste total de esta instalación sería de 67 millones de euros, una cifra relativamente modesta. La desaladora de Carboneras (de titularidad estatal), con capacidad para generar unos 42 hectómetros cúbicos al año, fue presupuestada en 80 millones de euros, pero acabó costando 254, según publicó El País. A ello hay que añadir el coste de producción, que se ha multiplicado en las últimas semanas. Según publicó Almería Hoy la semana pasada, el aumento del coste de la energía eléctrica ha motivado que el precio del metro cúbico que Acuamed (empresa pública) cobra a las empresas suministradoras Galasa y Codeur (pública y mixta, respectivamente) haya pasado de 0,60 a 1,80 euros.
La idea sería reproducible en todos los embalses que tengan una superficie suficiente para instalar los paneles y se encuentren a una distancia relativamente escasa de la costa. La Viñuela está a unos dieciséis kilómetros de la desembocadura del río Vélez y a 230 metros sobre el nivel del mar.
El Instituto, que ha registrado la idea ante el Registro de la Propiedad Intelectual, ha presentado el proyecto ante la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Senado y a la Junta de Andalucía. De la primera pretende obtener un contacto directo con el Ministerio para la Transición Ecológica, con vistas a obtener fondos europeos; de la administración andaluza, la declaración de proyecto de interés estratégico. “Queremos que alguien abandere el proyecto”, dice Guzmán, convencido de que tiene entre sus manos la solución al problema que ahoga al sur de España.
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