Moreno declarará el 4 de diciembre día oficial de la bandera andaluza a propuesta del fundador del Partido Andalucista
El presidente de la Junta, el popular Juan Manuel Moreno, ha recogido este miércoles el guante que le ha arrojado el que fuera fundador del ya extinto Partido Andalucista, Alejandro Rojas-Marcos, para convertir el 4 de diciembre en el día oficial de la bandera de Andalucía. La fecha conmemora el 4 de diciembre de 1977, cuando millón y medio de andaluces se manifestó masivamente en las calles de varias provincias para exigir una autonomía plena, refrendada posteriormente en la consulta del 28 de febrero de 1980 [28F, Día de Andalucía].
Moreno ha asistido este miércoles, invitado por Rojas-Marcos, a la presentación del libro Por un poder andaluz. Historia del Partido Andalucista, escrito por uno de sus últimos dirigentes, José Luis Villar, que ha tenido lugar en la casa museo de Blas Infante, en Coria del Río (Sevilla). “No tardó ni 30 segundos en decirme que sí, sin consultar agenda ni asesores”, ha revelado el ex dirigente del PA.
Ambos políticos han compartido complicidad e intercambiado elogios durante un coloquio moderado por la periodista Nani Carvajal, y al término del mismo el histórico líder andalucista se ha puesto de pie y lanzado su propuesta. El presidente de la Junta, entre risas, no ha mostrado mucha sorpresa y enseguida ha recogido el guante: “Nos tomamos la propuesta en serio, y como lo que nos tomamos en serio suele salir, es probable que salga adelante”, ha anunciado.
El 4D de 1977 es una fecha clave en la lucha por el autogobierno andaluz, aunque durante muchos años ha ocupado un lugar secundario en las efemérides organizadas por los distintos gobiernos socialistas, que se prolongaron durante 37 años. El PSOE centraba todos sus esfuerzos en el 28F, con celebraciones oficiales en el Parlamento autonómico y posteriormente con la entrega de Medallas de Andalucía y el título de Hijo Predilecto, máxima distinción que otorga el Gobierno andaluz.
El PA, el Partido Comunista de Andalucía e Izquierda Unida sí conmemoraban por separado la fecha del 4D como una expresión de la reivindicación del pueblo andaluz, no sólo de sus instituciones. El PP -heredero de la UCD que se opuso al referéndum de autonomía plena- siempre estuvo en las antípodas de esta celebración. Durante sus casi cuatro décadas de oposición, acusó reiteradamente al PSOE de haber monopolizado los símbolos andaluces y la propia historia del autonomismo, haciendo de sus siglas una prolongación de la propia Andalucía. Hoy, los socialistas desde la oposición devuelven esa crítica al dirigente popular.
Moreno es el primer líder del PP-A que se ha declarado abierta y orgullosamente “andalucista”, inaugurando una nueva página de su partido en esta comunidad. El primer presidente de la Junta no socialista se siente “heredero” de aquella lucha por la autonomía, aunque su formación de origen estuviera inicialmente en contra. Su Gobierno, además, ha redefinido el papel de uno de los pocos referentes de la derecha en la lucha por la autonomía andaluza, el ex ministro de la UCD, Manuel Clavero-Arévalo, a quien Moreno ha otorgado el título oficioso de “padre moderno” de aquel 28F, que le llevó a dimitir del Gobierno de Adolfo Suárez para defender el sí en la consulta, en contra del criterio de su partido.
La presentación de un libro sobre la historia del Partido Andalucista -disuelto en un congreso extraordinario en 2015 cuando ya no ostentaba representación en el Parlamento- y el compartir escena armoniosa con Rojas-Marcos le ha servido a Moreno para profundizar en una estrategia de anexión política, de discurso y de símbolos del andalucismo que tan buen resultado le dio en las elecciones del 19 de junio. El principal damnificado ha sido el PSOE andaluz, a quien debieron pitarle los oídos mientras el fundador del PA daba un repaso desmitificador y muy duro del papel que jugaron los socialistas en la lucha autonomista.
El nuevo PP andaluz que pilota Moreno apuesta decididamente por “el centralismo y la transversalidad”, lo que en la práctica le ha supuesto ensanchar la base social de su partido más allá de los límites destinados a la derecha en Andalucía, un territorio históricamente ligado a la izquierda. El dirigente popular logró hace cuatro meses una mayoría absoluta histórica en las elecciones andaluza a base de fagocitar a Ciudadanos, un partido de centro derecha surgido de una escisión del PP y que a punto estuvo de sorpasarle. Pero también gracias a la captación de mucho votante desencantado con el PSOE.
Rojas-Marcos, bestia negra de los socialistas durante sus muchos años de oposición, ha reavivado esa inquina personal hacia el PSOE durante su coloquio compartido con el presidente de la Junta, al que ha colmado de elogios y, en parte, concedido el título oficioso de su heredero político, ahora que el PA no existe. Moreno lo ha aceptado con una sonrisa de satisfacción, admitiendo que el ex líder andalucista es “uno de sus referentes políticos”.
Moreno ha reinventado el andalucismo como sentimiento, no como una corriente de pensamiento próxima al nacionalismo o al regionalismo, que es lo que fue el PA. “Se puede ser andalucista de derechas y de izquierdas”, parecían coincidir los dos políticos, ante el mítico panel de votaciones que recogió el resultado del referéndum del 28F.
La nueva senda andalucista del presidente de la Junta no terminó con las elecciones del 19 de junio. En las municipales del 28 de mayo, los partidos vuelven a medirse en las urnas y ahí está en juego el verdadero bastión del poder socialista: las alcaldías y la implantación territorial. Aunque el PA haya desaparecido como representación parlamentaria, el andalucismo todavía es una fuerza electoral de peso en muchos pueblos y localidades de la región, con distintas siglas, a veces de corte conservador -Andalucía Por Sí- otras de raíz izquierdista, más ligadas al círculo que representa Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía.
Moreno está dispuesto a seguir pescando en ese estanque de votos y sensibilidades, para lo cual ha calculado que su aparición junto a Rojas-Marcos y otros históricos líderes regionalistas puede ahondar en la imagen del PP como un partido de bases anchas y diversas identidades, “el que más se parece a Andalucía”, usando el símil que explotó durante años el propio PSOE.
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