Moreno Bonilla, investido presidente de Andalucía con la alianza de Ciudadanos y la extrema derecha de Vox
Juan Manuel Moreno Bonilla (Barcelona, 1970) ha sido investido presidente del Gobierno andaluz, sexto de la historia autonómica, primero que no milita en el PSOE en 36 años y medio, gracias a una mayoría absoluta de 59 diputados: 26 del Partido Popular, 21 de Ciudadanos y 12 de la formación ultraderechista Vox. El PSOE de Susana Díaz, con 33 escaños, liderará una oposición de izquierdas rota y enfrentada con la coalición Podemos-IU (Adelante Andalucía), con 17 diputados. El nombramiento le será comunicado al rey de España, Felipe VI, y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Así despega la undécima legislatura andaluza y comienza un nuevo ciclo político con el primer Ejecutivo andaluz de derechas. Sus políticas, de corte liberal conservador, están ya dibujadas en un acuerdo de Gobierno de PP y Ciudadanos -con 90 medidas- y sobre un pacto paralelo de investidura entre PP y Vox. La presidenta saliente se ha estrenado en oposición cargando duramente contra la asociación de Moreno y la extrema derecha. “Usted accede a la Presidencia con los herederos del franquismo”, le ha espetado.
Díaz ha dedicado su intervención íntegra a subrayar que el partido que sostendrá al nuevo Gobierno de PP y Cs defiende derogar las leyes contra la violencia de género, de igualdad entre hombres y mujeres y contra la homofobia -aprobadas todas con gran consenso de la Cámara-; pide suprimir la Ley de Memoria y “deportar a 52.000 inmigrantes sin papeles”. Moreno le ha afeado la “estrategia del miedo” y ha insistido en que ninguna de esas medidas está contemplada en su acuerdo de Gobierno.
Vox va a ser clave para el Gobierno pero también para la estrategia de oposición de PSOE y Adelante Andalucía. El eslabón aparentemente débil de esta triple alianza de derechas está en el enfrentamiento de los dos socios del PP, los liberales naranjas mal avenidos con la extrema derecha. El líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, insiste en que ninguna de las medidas pactadas entre PP y Vox serán tramitadas en la agenda del futuro Gobierno. El reto de la estabilidad de esta legislatura pasa por ese difícil equilibrio entre lo que Moreno ha acordado con Ciudadanos y lo que ha prometido a Vox. Sin embargo, todo el cuerpo económico y fiscal de los dos pactos suscritos comparten muchísimas coincidencias. El primer decreto del nuevo Gobierno eliminará el impuesto de sucesiones y donaciones, que afectaba principalmente a las rentas altas (en torno a un 7% de los andaluces).
Hijo político de Rajoy
El debate de investidura ha durado cinco horas y media y le ha faltado épica a los vencedores para retratar el “histórico” cambio de ciclo político. No ha habido sorpresas ni giros de guión inesperados, ni siquiera los portavoces de PP, Ciudadanos y Vox han hecho uso del turno de réplica al candidato, porque todo estaba ya atado y bien atado. Moreno tomará posesión de su cargo el viernes en el Parlamento, y los 11 consejeros de su gabinete de coalición con Ciudadanos lo harán el próximo martes.
La toma de posesión del nuevo presidente de la Junta será un acto solemne al que los populares han invitado a casi mil personas, y que contará con la presencia del ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Moreno Bonilla es hijo político de Rajoy y sorayista derrotado en el último congreso nacional del PP que encumbró en la presidencia a Pablo Casado. Rajoy le colocó al frente del PP andaluz, recomendado por el histórico Javier Arenas, cuando el puesto se lo disputaban duramente las dos corrientes orgánicas que rivalizaban por el control del partido: la que representaba Sáenz de Santamaría y la que pilotaba la ex secretaria general, Dolores de Cospedal, y el ex ministro y ex líder del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido (hoy presente en la tribuna). “Es lo que querías y ya lo tienes”, le dijo el ex jefe del Gobierno.
La trayectoria del nuevo presidente de la Junta en sus casi cuatro años al frente del PP andaluz ha sido zigzagueante y rompe todos los esquemas de la política (con muchos paralelismos con el propio Pedro Sánchez hasta llegar a Moncloa). Moreno fue designado presidente del PP andaluz en marzo de 2014, se puso al frente de los 50 diputados que había logrado Arenas en las elecciones de 2012 (las únicas que los populares han ganado al PSOE) y justo un año después se enfrentó por primera vez a Susana Díaz en unas elecciones que la sevillana adelantó un año. Perdió 17 diputados entonces y perdió otros siete escaños el pasado 2 de diciembre, escabando un agujero más profundo aún en el suelo electoral del PP.
Sus rivales le han susurrado que llega a San Telmo por una “carambola política”. La derecha andaluza liderada por Arenas -la única que entonces tenía representación parlamentaria- llegó a tener 1.567.207 votantes, un 40,66% del escrutinio. Ahora, con 749.275 votantes (un 20,75%) y 26 diputados, Moreno Bonilla se ha convertido en presidente de la Junta gracias a que las formaciones conservadoras suman más que las progresistas. “Siempre creí en mí, he trabajado y la suerte me ha sonreído”, dijo tras el debate. Éste es el verdadero cambio histórico en una comunidad que siempre tuvo el epicentro político en el centro izquierda.
La derecha fragmentada en tres partidos se ha puesto de acuerdo para desalojar del poder al PSOE. La derecha movilizada (en parte) por PP, Ciudadanos y Vox contra la política territorial de Pedro Sánchez y contra su gestión del independentismo catalán; y la izquierda desmovilizada conscientemente por Susana Díaz, que programó una campaña electoral de baja intensidad, convencida de que los comicios estaban ganados de antemano; una izquierda crítica también con la presidenta saliente, que dedicó dos de los tres años de la pasada legislatura a forcejear con el secretario general de su partido para hacerse con el control del PSOE. La cicatriz del sanchismo en la federación socialista andaluza, la más numerosa de España, representa un factor determinante en la pérdida histórica del Gobierno andaluz.
La primera decisión de Moreno, anunciada ante aún de la votación, será llevarse los Consejos de Gobierno a todas las provincias andaluzas, una estrategia similar a la de Sánchez con los Consejos de Ministros. El primero será el próximo 25 de enero en Antequera, epicentro del autonomismo andaluz, un municipio malagueño donde 11 formaciones políticas firmaron en 1978 el primer gran pacto político para impulsar el desarrollo estatutario de Andalucía.
El programa político de Moreno arrancará con una auditoría externa de las cuentas de la Junta de Andalucía, donde el PP intuye una “administración paralela”, llena de entes instrumentales “superfluos” -“chiringuitos”, los llaman- y cientos de altos cargos del PSOE “colocados”. Moreno hereda unos Presupuestos Autonómicos prorrogados -pactados en el anterior mandato por PSOE y Cs- y prevé aprobar sus primeras cuentas “no antes de julio”. Para entonces ya habrán pasado las elecciones municipales y autonómicas de mayo, y el foco mediático sobre el primer y único Gobierno regional sustentado en la extrema derecha quedará relativizado por el escenario político de otras partes de España.
El debate de investidura ha sido el primero con las tornas invertidas entre Juan Manuel Moreno y Susana Díaz. La socialista ya no es presidenta de la Junta y ahora se propone liderar la oposición y resistir la presión de quienes, desde la dirección federal del PSOE, empujan para que dimita. “No me voy. No he perdido. Me quedo en la oposición. Esto es sólo un hasta luego”, dijo a la salida del Parlamento, justo después de la votación. Moreno acababa de cerrar el debate con una frase que la socialista le ha repetido machaconamente durante el último año del mandato. “Ya veremos quién acaba esta legislatura como portavoz socialista, porque ya hay muchos señalándole la puerta”.