16 mujeres. De una tacada. Teodora, un tiro en la sien. Modesta, asesinada. Mariana, un par de balazos. Elena, ejecución. Amadora… 16 mujeres asesinadas por ser “fieras humanas”. El 4 de noviembre de 1937 el franquismo acabó con sus vidas en Zufre (Huelva). La Junta de Andalucía ha dado vía libre a la búsqueda de la fosa común en la que están enterradas.
Un fascista jala el percutor del arma. Clac. Apunta. Pam. Una mujer menos. Pam. Otra. Así tronó la madrugada en la vecina localidad de Higuera de la Sierra para las 16 rosas de Zufre. Antes habían sido secuestradas, encarceladas, paseadas por el pueblo y humilladas. Unas torturadas. Otras, también, violadas. Algunos de sus hijos las vieron subidas en un camión camino de la muerte. La trágica instantánea rota en mil pedazos por alaridos como última imagen de sus madres.
En las tapias del cementerio de Higuera sobreviven cicatrices que recuerdan el crimen colectivo. 16 mujeres asesinadas por los golpistas. Sin juicio ni sentencia. En un pueblo donde nunca hubo guerra. Ahí sigue, todavía, la tumba ilegal.
Primeras partidas liberadas
La intervención arqueológica estaba aprobada desde la pasada legislatura, por la extinta Dirección General de Memoria Democrática. Los trabajos en la sierra onubense forman parte de un paquete que incluye otros procesos como Berrocal y Cortegana (Huelva), Alcalá del Río, Almadén de la Plata, Benacazón y Salteras (Sevilla).
La Consejería de Cultura –que tiene las competencias en Memoria Histórica– ya ha firmado el inicio de los trabajos con el equipo científico encabezado por los arqueólogos Elena Vera y Jesús Román y el antropólogo Juan Manuel Guijo. El Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos libera las primeras partidas comprometidas para abrir fosas y cunetas, como incide el posterior acuerdo presupuestario elaborado con la extrema derecha de Vox.
Zufre, ejemplo de la “masacre” franquista
La “brutalidad represiva” desatada por el fascismo español tras el fallido golpe de Estado “revistió un auténtico carácter de masacre”. Así lo narran los historiadores Francisco Espinosa Maestre y José María García Márquez en 'La desinfección del solar patrio', capítulo incluido en el libro La gran represión (Flor del Viento, 2009). Zufre, con poco más de 2.100 habitantes en la época, “ofrece un buen ejemplo”.
El verano del 37 vive “detenciones masivas” en el pueblo. Como en la sierra y la cuenca minera. Casi no quedan jóvenes “entre los asesinados, encarcelados, huidos y movilizados por el ejército o las milicias de Falange y el Requeté”. El resto, se marchó.
“No parecía posible que pudieran quedar aún 'rojos' que detener y 'delitos' que castigar”, narran los investigadores. Pero esto no casa con el dictamen del comandante militar de Zufre, el cabo de la Guardia Civil Eduardo Novoa, y los derechistas del pueblo. “Había llegado el momento de ajustar todas las cuentas pasadas”.
Gente de “orden” como delatores
Quince mujeres fueron detenidas por participar en el “martirio” a Rosario Expósito. Querían darle “un susto” por votar a las derechas en las elecciones de febrero del 36 y “haberle quitado el pan a los pobres”. Un grupo, “algunas afiliadas al grupo femenino socialista”, se abalanzó sobre ella. La dejaron desnuda.
“Según algunas declaraciones, le quitaron algunos comestibles que llevaba”, confirman los historiadores. Todo, por derechista. Las mujeres fueron calificadas como “fieras humanas” en el informe de las autoridades franquistas. No había pruebas de los supuestos “delitos”. Tampoco eso causaba problema alguno a los golpistas. Como declarantes participaron personas de “orden”.
Seis detenidas fueron separadas: Dominica Rodríguez (42 años), Felipa Rufo (39), Antonia Blanca (51), Josefa Labrador (40), Faustina Ventura (62) y Carlota Garzón (47). Era septiembre del 37. Apenas unos días después, caen diez mujeres más: Remedios Gil (56 años), Mariana Sánchez (51), Amadora Sánchez (52), Encarnación Méndez (56), Elena Ramos (55), Bernabela Rodríguez (40), Alejandra Garzón (62), Teodora Garzón (45), Amadora Domínguez, conocida como La Pasionaria (48), y la más joven, Modesta Huerta (29).
Todas fueron fusiladas. Las 16 rosas de Zufre cortadas a tiros que helaron el frío noviembre del 37. No hubo juicio. Ni sentencia. El procedimiento, en manos de el mando judicial golpista en marzo de 1938, “verificó la ejecución”. La justicia franquista había apelado, otra vez, a la pedagogía del terror.
“Considerando que la muerte extingue la acción del mal y que por lo tanto es procedente el sobreseimiento definitivo” de la causa, rezaba el auto validado por el auditor de guerra Francisco Bohórquez, enterrado junto al criminal de guerra Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena en Sevilla, como informan los historiadores Espinosa Maestre y García Márquez en la documentación aportada a eldiario.es Andalucía.
Tierra para las rosas andaluzas
Pertenecer a un sindicato o ser madre, hermana o mujer de un republicano. Eso era todo 'delito'. En la fosa común de Higuera de la Sierra también yacen hombres ejecutados por el franquismo. Quizás hasta un total de 29 víctimas, como señala el Mapa de Fosas de Andalucía y probará la tarea científica.
La exhumación fue solicitada por el grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (RMHSA) del sindicato CGT. La petición entró en el Registro de la Junta de Andalucía el 12 de marzo de 2018.
En el escrito, el colectivo hace “una primera reflexión sobre la existencia de fosas comunes (enterramientos ilegales) específicas de mujeres asesinadas por los militares golpistas del 1936”. Andalucía occidental es “uno de los pocos territorios del estado español” con fosas de este calibre: “sola y exclusivamente de mujeres; madres, hijas, hermanas, compañeras de”.
El franquismo no puede achacar estas ejecuciones selectivas a la “tensión” tras el fracaso golpista y el inicio de la guerra civil, continúa el texto, al que ha tenido acceso este periódico. Porque “la mayoría de estos asesinatos” ocurren en 1937 “y con la 'guerra' más cercana a cientos de kilómetros” de los sucesos.
El grupo memorialista cita casos similares. Como la fosa de mujeres en Grazalema (Cádiz), catalogada como Lugar de Memoria de Andalucía. O las 17 rosas de Guillena que nunca dieron a los golpistas el paradero de sus hijos, padres, compañeros o hermanos huidos.
Y la fosa de Puebla de Guzmán (Huelva), localizada por el testimonio del hijo de una de las 15 mujeres asesinadas, Pedro El Sastre. O la búsqueda de las niñas violadas y tiroteadas en el Aguaucho. Y las de Zufre. Todas mujeres. Todas víctimas de la más bestial violencia de género. Del uso del cuerpo femenino como campo de batalla. Todas secuestradas, humilladas, torturadas… muertas a balazos como “fieras humanas”.