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CRÓNICA
La oposición en bloque no se reconoce en la “realidad paralela” de Moreno y le acusa de desconexión con la sociedad andaluza

El socialista Juan Espadas, jefe de la oposición, se dirige al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, en el debate del estado de la Comunidad.

Daniel Cela

Sevilla —

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Los partidos de la oposición en Andalucía -PSOE, Vox, Por Andalucía y Adelante Andalucía- no se reconocen en el retrato impresionista de la región que dibujó el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, en su discurso del debate del estado de la comunidad que pronunció este miércoles en el Parlamento.

Su diagnóstico es tenebrista, sus datos son diametralmente opuestos, su conclusión es que “lo que está bien en el conjunto del país está bien en Andalucía y lo que está mal en España está peor en Andalucía”. Hay tres partidos de izquierdas y uno de ultraderecha que juntos no doblegan la mayoría absoluta del PP, pero que coinciden en que Moreno, tras seis años en el poder, ha perdido el contacto con la calle, ha perdido sintonía con la sociedad andaluza y se ha creído “una realidad paralela”, “un publireportaje en bucle de Canal Sur”, “un relato falso de Andalucía”.

A la Andalucía de la “transformación”, el “milagro” y la “ambición” que pintó Moreno por la mañana, sus rivales le pusieron el espejo cóncavo de eso que llaman “síndrome de la Moncloa” -en este caso del Palacio de San Telmo-, a saber: cuando el presidente se aleja de la calle, no oye lo que piensa la gente, y todos los que le reodean la dan la razón. Y entonces algo empieza a torcerse. La oposición andlauza en bloque cree que algo se ha torcido ya, a casi dos años de las elecciones andaluzas de 2026

Ven a Moreno excesivamente autoindulgente, condesdenciente frente a los peores indicadores sociales que sufre Andalucía -pobreza, renta media, paro-, “escapista, victimista” y “empachado de mayoría absoluta”. Uno tras otro, han denunciado en la tribuna de la Cámara que el presidente andaluz ya es incapaz de reconocer a los médicos que se marchan a otra comunidad en busca de “un contrato de tres años en vez de tres días”; de no reconocer al “enfermo de cáncer de pulmón que falleció por recibir tarde el diagnóstico”; de no reconocer a la malagueña que “pierde su casa por no poder pagar la subida de alquiler”; de no reconocer a una joven que “lleva un mes con fiebre esperando que le hagan una colonoscopia”...

La gestión sanitaria, las listas de espera de pacientes para operarse, la tardanza en lograr una cita con el médico, el malestar en el sector, aireado por los sindicatos y por la ciudadanía en múltiples manifestaciones, era el flanco débil de Moreno en su rendición de cuentas ante el Parlamento. El asunto no ha monopolizado el debate, pero sí se ha llevado un buen bocado.

El presidente andaluz le dio protagonismo en su discurso inicial, admitiendo errores de gestión que explicarían, en parte, el colapso para lograr cita médica en un centro de salud, con demoras de hasta tres semanas. “Le reconozco que la sanidad me quita el sueño, no hay un día que no pregunte a la consejera de Salud”, admitió.

Pero sus rivales creen que se quedó corto. Las izquierdas le acusan de imputar al Gobierno de Pedro Sánchez todo lo que va mal en Andalucía, aun siendo competencias de la Junta, y de camuflar sus “deficiencias” con un “relato trampa” de “maltrato” y “agravio” a esta comunidad, con llamamientos a los “pactos de Estado” y una permanente comparativa con la etapa socialista, que terminó hace seis años.

“Lleva seis años en la Junta, ya está bien, deje de estirar ese chicle”, ha defendido el líder del PSOE, Juan Espadas. “Compárese consigo mismo, llevan seis años gobernando esta tierra”, abundó Inmaculada Nieto, de Por Andalucía. “¿Para salvar vidas hay que hacer corrupción? Esto es una infamia”, dijo el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, quizá, el más duro al referenciar los contratos de emergencia del Servicio Andaluz de Salud (SAS) a clínicas privadas que investiga un juzgado por un supuesto delito de prevaricación.

“Normalmente los gobiernos nos desgastamos solos, no lo hace la oposición. Tengan paciencia”, les respondió Moreno. El presidente de la Junta, acomodado en su relato y sus datos, no pareció sufrir los envites de sus rivales, liquidó enseguida la rendición de cuentas y dedicó gran parte de sus réplicas a enseñar a la oposición a hacer oposición.

Moreno elogia a Espadas

Moreno y Espadas han llegado al debate del estado de la Comunidad andaluza con el pie cambiado. Los populares disfrutan de la estabilidad política que les brinda la mayoría absoluta, más cotizada cuanto más contrasta con los desequilibrios diarios del Gobierno de Pedro Sánchez, y dentro de unos días aprobarán los Presupuestos para 2025, los segundos de este mandato.

Los socialistas, en cambio, han pausado su efervescente disputa interna que, también en los próximos días, se precipitará con la apertura del calendario congresual para elegir al próximo secretario general del partido, los días 22 y 23 de febrero en Armilla (Granada).

Espadas está cuestionado por un creciente sector crítico del PSOE que reclama más mordiente para desbancar a Moreno, y el presidente andaluz, hábilmente, ha aprovechado la coyuntura para darle un regalo envenenado a su rival: “Usted tiene determinación, entereza y capacidad, el problema es el PSOE”, le ha espetado en una de sus réplicas.

No ha sido una vez, sino varias a lo largo del cara a cara. Hay una parte de estrategia política de manual, de minar la credibilidad del jefe de la oposición apostando por él frente a alternativas más amenazantes. También hay -y no es la primera vez que Moreno lo dice en el Parlamento- cierta empatía del líder del PP andaluz que llegó a presidente de carambola, cuando su propio partido le preparaba el ataud político en la campaña de 2018.

Espadas arrancó su discurso tratando de desmontar, pieza a pieza, el puzle triunfalista que Moreno había hecho de Andalucía en su intervención por la mañana. “Entre Adán y Eva y usted no había nada. Para usted, todo es histórico”, empezó, para afearle que se colgara la medalla de la evolución de políticas públicas que -gracias al tirón del ciclo económico en auge- han crecido fortalecidas por la financiación autonómica.

El dirigente socialista dedicó parte de su intervención a amartillar la principal tesis de su estrategia de oposición: el deterioro de la sanidad pública, las listas de espera, la precariedad de los trabajos para sanitarios que terminan marchándose a otras comunidades o países, la sospecha -ya en proceso judicial- de que la Junta adjudicó millones de euros a dedo a empresas privadas usando contratos de emergencia sin anclaje legal y sin justificar.

Espadas acusa al presidente andaluz de derivar a la sanidad privada dinero que podría fortalecer la sanidad pública, y hacerlo saltándose los procedimientos legales establecidos. “Desde 2018, usted ha aumentado el presupuesto a la sanidad privada un 74% y el de la sanidad pública un 35%. Usted prioriza y engorda la sanidad y el negocio privado sobre la pública, y además lo esconde. Está contratando a las mismas seis grandes corporaciones privadas que pagó un sistema ilegal y ahora con contratos negociados sin publicidad, a dedo”, advirtió.

En teoría, el debate parlamentario de este miércoles sirve para que el presidente de la Junta rinda cuentas, haga balance de gestión del último año, y plantee un impulso a la acción política para el siguiente. Moreno se ha dedicado a esto en la primer jornada del debate, en un discurso de hora y 40 minutos, donde ha glosado más virtudes que defectos, porque los defectos se los ha endosado al Gobierno de Sánchez y su “maltrato” a Andalucía.

Cuando le ha tocado encajar el diagnóstico encadenado de los grupos de la oposición, el dirigente popular ha sido calculadamente prudente en el contraataque con Espadas, al que los críticos en el PSOE sitúan en el alambre, presto a ser relevado por un candidato mejor que plante cara a Moreno.

Pareciera que el presidente andaluz apuesta por la continuidad de Espadas, viendo cómo ha elogiado varias veces a su interlocutor mientras imputaba su dificultad para abrirse camino en la oposición a la marca PSOE y a la lealtad a Sánchez. “¿Por qué cree que les desalojaron del poder? ¿Por qué en las últimas cuatro elecciones el PSOE andaluz salió tocado? No es un problema de usted, porque tiene entereza, determinación y capacidad política para gestionar esto. El problema es que el PSOE sigue con los mismos discursos antiguos que yo escuchaba cuando llevaba pantalones cortos, y eso hace que los ciudadanos se taponen los oídos”.

Dice el dirigente popular que la gente “no compra ya el cuento de la privatización de la sanidad” y animó a su interlocutor a hacer una encuesta en la calle. El PSOE se ha pasado semanas reclamando, sin éxito, un debate monográfico sobre la gestión sanitaria, sobre los contratos de emergencia, sobre listas de espera... El Parlamento andaluz, con mayoría absoluta del PP, lo ha impedido sistemáticamente, y tampoco ha aceptado una comisión de investigación.

Sanidad, epicentro de las críticas

Moreno venía preparado para que Espadas centrase este debate en sanidad y todo lo que no pudo traer su grupo, pero el socialista ha preferido dispersar el tiro. El material que trajo el presidente andaluz para defenderse incluía la denuncia de un supuesto “pelotazo urbanístico”, acusando al PSOE de Huelva de vender su sede a una empresa que luego abrió una clínica privada y recibió conciertos de la propia Junta gobernada por los socialistas. “Sean prudentes porque tienen mucho pasado oscuro en sus filas”, dijo, para matizar enseguida: “No lo digo por usted, lo digo por el resto, por algunos”.

Lo repitió alguna vez más, enfundado la mano de hierro en un guante blanco, para terminar instándole a pactar: “Tenemos espacio para el acuerdo si usted se separa un poco de la doctrina Sánchez, en materia de sanidad, educación y dependencia. Este grupo le está esperando con responsabilidad y sentido de Estado”, sentenció.

Espadas le había abroncado minutos antes por buscar la confrontación permanente con Sánchez y por instrumentalizar los pactos con los nacionalistas catalanes, con los que los gobiernos de Aznar y Rajoy también pactaron. “Este permanente relato trampa que anuncia que algo malo va a pasar, y luego no pasa. Ustedes se cargan un proyecto de país habitalbe, desestabilizan las instituciones con metiras, falsedades y difamaciones, unos días deciden hablar catalán en la intimidad y otro cuestionan acuerdos con los mismos catalanistas con los que ustedes pactan”, subrayó.

El socialista terminó instando al dirigente popular a acudir el viernes a la Conferencia de Presidentes Autonómicos con el acuerdo de financiación autonómica pactado entre PP, PSOE, Podemos e IU en 2018. “Le pido que lo ponga encima de la mesa, lo defienda y puede decir a boca llena que lo está defendiendo el secretario general del PSOE andaluz”, culminó.

“Corrupción sanitaria”

Moreno tuvo encontronazos más duros con los partidos a la izquierda del PSOE. La portavoz de Por Andalucía, Inma Nieto, le acusó de “falsear los datos” y de “no poner los pies en la calle de la Andalucía real”. El presidente andaluz torció el gesto cuando su rival le afeó que saliera en todas partes, que estuviera permanentemente en Canal Sur y que protagonizara personalmente todos los hitos que tenían lugar en Andalucía, incluso aquellos que no tienen nada que ver con la gestión de su Gobierno.

“Parece que si gana Unicaja, es usted el que tira los triples, si un equipo andaluz mete un gol, usted ha tirado el córner, en la procesión Magna de Sevilla ha salido usted más en proporción que la Macarena, ese publireportaje en buque termina empachando”, advirtió. Nieto le acusó de rehuir sus competencias, achacándoselas al Gobierno central, de “jibarizar el Estatuto de Autonomía”, y de sortear todos los problemas reales de la gente “sonriendo todo el rato”. “A mí la gente me pregunta de qué se ríe Juanma Moreno”, dijo. Moreno, algo contrariado, no dio un paso atrás, defendió que “sonreir contribuye a la felicidad social de todos”.

El último cara a cara del presidente fue con el portavoz del grupo mixto Adelante Andalucía, que expuso la denuncia más dura sobre los contratos de emergencia del SAS, habló abiertamente de “corrupción política”, señaló a los tres gerentes imputados por la justicia, denunció que uno de ellos pasó en tres meses de viceconsejero de Salud a alto directivo de Asisa -a la que había beneficiado con 44 millones de euros en contratos- y terminó retando a Moreno a “poner la mano en el fuego por ellos”.

La disputa entre Moreno y Vox discurrió por otras latitudes. El discurso de Gavira apunta a las supuestas “similitudes” entre la gestión del PP y del PSOE. Esta vez, además, se desató una breve bronca entre ambos que rompió temporalmente el tono respetuoso que reinó durante todo el debate. Fue el momento en el que Gavira, hablando de los productos extranjeros que se comercian en Andalucía, dijo “nos tenemos que comer toda la mierda que nos llega del norte de África”.

Moreno, con tono serio, empezó sugiriedo al portavoz de Vox que “no se siente muy andaluz”, y terminó preguntándole “si se estaba refiriendo a personas”. “Hay una diferencia entre ideología y humanidad, y la humanidad está por encima de la ideología. Esas expresiones sobran en Andalucía. No me ha gustado, me molesta”, dijo.

Gavira volvió a la tribuna visiblemente enfadado. “¿Usted me tiene inquina? ¿No me escucha? ¿Y si yo no me siendo andaluz? ¿Usted qué sabe?”, le espetó. Fue el contrapunto anecdótico a un debate que deja dos visiones diametralmente opuestas de Andalucía, del que ambas partes salieron convencidos de haber impuesto su relato, y que tendrá una continuación este jueves cuando la oposición presente sus propuestas de resolución y el PP, con mayoría absoluta, decida cuáles acepta y cuáles no.

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