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El barrio chino de Sevilla tiene nombre de Marqués

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Marta Ferraro

Algunas veces, para viajar no necesitamos coger el avión, cruzar la frontera, sellar el pasaporte… A veces, un simple paseo por un barrio es capaz de trasladarnos a otro continente. Es el caso de la calle Marqués de Pickman, junto a la Gran Plaza de Sevilla, una zona donde han proliferado muchos negocios chinos y donde, a veces, el paseante puede sentir que se encuentra inmerso en otro país.

A poca distancia del estadio Sánchez Pizjuán y bajo el nombre de un marqués que dio fama internacional a un producto muy local, esta calle alberga una variopinta gama de comercios que aportan nuevos colores a la capital hispalense. Carteles que anuncian una peluquería y centro de estética, una consulta de medicina tradicional china y acupuntura, una autoescuela, supermercados, restaurantes, tiendas de ropa... Los caracteres orientales inundan un paisaje variado que recorren en monopatín jóvenes españoles y chinos con peinados a lo Justin Bieber.

“Es un barrio muy vivo. A mí me encanta”, comenta Annie, una extrovertida y habladora profesora china de autoescuela que ha llevado recientemente a sus alumnos, también chinos, a ver Ocho apellidos vascos. “Me encanta el cine y las películas españolas llenas de optimismo, como la gente de Andalucía, que es muy alegre y cariñosa”, continúa esta inquieta mujer, que llegó hace diez años a España y que habla con mucho desparpajo el castellano. “Lo he aprendido en la calle, con las clientas de la tienda de ropa que monté cuando aterricé en Sevilla. Me ayudaron mucho”.

Ahora Annie es traductora y profesora en la autoescuela de Campos, un negocio creado por un español y dirigido a clientes chinos que abrió sus puertas hace dos años. “La idea era traducir el código vial para facilitarles el acceso al permiso de conducir y está funcionando muy bien”, explica esta profesora de una localidad cercana a Beijing. Cuando se le pregunta si este era el lugar idóneo en Sevilla para montar la autoescuela contesta que todos los compatriotas chinos al llegar a la ciudad tienen la referencia de la Gran Plaza y de Marqués de Pickman. “No hay tantas familias que vivan aquí pero tampoco se instalan muy lejos. La mayoría se reparte entre la carretera de Su Eminencia y los polígonos cercanos”.

En Sevilla hay empadronados casi 5.000 chinos y en Andalucía algo más de 19.000, según el Instituto Nacional de Estadística. Uno de los veteranos es Wang, un médico que trabaja desde 1987 en Sevilla y que tiene su consulta a dos manzanas de la autoescuela. Es especialista en medicina tradicional china y trabaja para paliar las consecuencias de infartos cerebrales, esclerosis múltiple o alzheimer. El 95% de sus clientes son españoles. “Soy el único en este país que tiene conocimiento de esta medicina antigua, menos invasiva pero con buenos resultados a largo plazo”.

Por eso, a sus 69 años Wang quiere seguir trabajando para ayudar a los demás. “Algunas veces he ofrecido gratis mis servicios pero la gente no acude a mí porque desconfía de esta medicina. Los pacientes que tengo han venido por amigos o familiares que han mejorado con mis tratamientos”. Tanto para él como para su secretaria, el barrio ha cambiado mucho en los últimos años, especialmente con la crisis, donde algunos negocios han tenido que cerrar sus puertas.

No es el caso del restaurante Qi Lin Ke, que se mantiene abierto de lunes a domingo en el número 66 de la calle, ofreciendo cocina del sur de China desde el año 2007. Su dueño, David, dice dirigirse indistintamente a un público chino y español, pero la carta de su local y los productos que se exhiben en sus vitrinas hablan de una comida que va más allá de los menús típicos de un restaurante chino. Medusa, cabeza y lengua de pato, 'cañaíllas chinas', son algunas de las propuestas que el cliente puede degustar en una enorme mesa con bandeja giratoria en el centro. Las empanadillas son el plato estrella pero los tallarines y la pasta fresca son también muy demandados. “Todo lo elaboramos en la cocina de manera artesanal”, explica David.

Hace algunos meses este emprendedor de la provincia de Zhe Jiang decidió también comprar un supermercado de productos orientales justo al lado de su restaurante. “Es una apuesta arriesgada porque competimos con otros locales similares que han abierto recientemente en Sevilla. A ver cómo nos va”, comenta mientras rellena un formulario del colegio de sus hijos. Piensa que el barrio está creciendo y que cada vez son más los jóvenes procedentes de China que vienen a estudiar a la capital hispalense y deciden instalarse junto a esta calle.

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