“La gente no se preocupa por quién está más tiempo en la tele, sino por el modelo laboral que le crucifica”
El coordinador general de IU Andalucía, Antonio Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966), visita Madrid en plena negociación de su organización con el Podemos de Teresa Rodríguez para confluir en una candidatura conjunta en las elecciones autonómicas previstas para marzo de 2019. Siempre que Susana Díaz no las adelante.
Maíllo recibe a eldiario.es en el Congreso tras reunirse con los diputados andaluces de Unidos Podemos. El líder de IU Andalucía es un firme defensor de la unidad de acción, en lo social y en lo electoral, y cree que “la derechización” del PSOE, especialmente en los dominios de Díaz, abre una competición con Ciudadanos y PP que deja a Podemos e IU “un espacio amplio” que, dice en esta entrevista, “sería torpísimo no aprovechar”. Por eso, advierte Maíllo, el debate sobre la “visibilidad” es “prepolítico”.
Sobre Andalucía, Maíllo cree que Susana Díaz ha sido una presidenta cuya aspiración personal era irse a la política estatal. “Ha sido una presidenta ausente que se intenta reinventar”, señala. “Podemos hacer las cosas de forma tal que sirva de ejemplo para el resto del país”, zanja.
Queda un año para las elecciones autonómicas andaluzas. ¿Qué balance hace de los tres años de Gobierno del PSOE y de Susana Díaz?
Se ha caracterizado por dos fenómenos. Susana Díaz ha debilitado el poder simbólico del autogobierno andaluz porque ha estado dedicada a irse de Andalucía. Es una presidenta cuya aspiración personal era irse de Andalucía. Ha estado en una operación de acceso a la política nacional, pero sus propios militantes le han dado un portazo y se ha vuelto a Andalucía. Ha sido una presidenta ausente que se intenta reinventar envolviéndose en lo andaluz.
La segunda característica es su alianza con Ciudadanos que ahora intenta tapar. Hay un intento de diluir una alianza que ha debilitado mucho la administración andaluza y que ha introducido una lógica de problemas que está fuera de la lógica de nuestra tierra. Andalucía es una tierra de cuidados, donde está hegemonizado el debate de los servicios públicos en Sanidad y Educación y sin embargo se han dedicado a recortar impuestos a los ricos como eje del debate político.
¿Le dará tiempo a hacer ese cambio de relato que señala?
Hay una estrategia del PSOE para tapar esas dos características que señalaba. Lo va a tener complicado porque Susana Díaz simboliza el ala derecha del partido, algo que ha consolidado con una alianza con Ciudadanos en la que se sentía muy cómoda pero que ha dado muchas contradicciones incluso dentro de un PSOE tan conservador como el andaluz.
Ha sido un Gobierno muy lento y que ha situado el vector de debate entorno al problema de los ingresos y no del debate social. Y que ahora intenta acelerar con iniciativas legislativas lo que no ha hecho en tres años.
En Andalucía, como en el Congreso, desde 2015 hay una nueva realidad con la irrupción de Podemos y Ciudadanos. En el Parlamento andaluz hay cinco grupos. ¿Esta aritmética complica la vida del Gobierno?
La aritmética parlamentaria no condiciona la acción de un Gobierno. El problema es cuando no tienes la iniciativa para presentar leyes. Ahora han cambiado el ritmo y quieren hacer lo que no han hecho en tres años. Es más, en la alianza blindada de Ciudadanos y PSOE no tendría por qué haber problemas para sacar adelante leyes. Tiene más que ver con una incapacidad de liderazgo que no ha estado concentrado en los asuntos andaluces. El Gobierno no ha estado en lo que tiene que estar.
De todas formas esta nueva realidad no va a desaparecer, por mucho que no convenga a PSOE y PP.
Susana Díaz y el PSOE en Andalucía siempre se han caracterizado por manejar los tiempos electorales. ¿Cree que habrá adelanto electoral?
Tendrá que ver con la proyección electoral que tengan. Y con las certezas sobre esa proyección. Creo que a día de hoy no sabe si va a adelantar. No va a haber otro condicionamiento de gobernabilidad o supuesta ingobernabilidad o alejamiento de Ciudadanos. Ya lo hizo en 2015, cuando rompieron el Gobierno con IU porque vieron que arrebataban al PP la primera posición y que podían gobernar en minoría, como de hecho hicieron.
Ese adelanto electoral cogió a contrapié a IU y a Podemos, que todavía estaba eligiendo sus órganos. Si vuelve a adelantar las elecciones les puede ocurrir lo mismo. Están en un proceso de confluencia con Podemos que no se ha cerrado. ¿Cómo está ahora mismo el proceso?
Hay que acelerar. A la sociedad andaluza a la que queremos representar y que reclama un cambio de política tenemos que darle una respuesta. Y no mirarnos el ombligo y los intereses partidistas, de verdad. Nosotros tenemos que ofrecer nuestras organizaciones para un proyecto político que, creemos, es el único proyecto de cambio que puede haber en Andalucía y que pasa por una alternativa desde la izquierda al PSOE.
Un PSOE muy escorado a la derecha, que basa su hegemonía en un antagonismo al PP pero que ahora se sitúa en la contradicción de haber gobernado con Ciudadanos con unas prioridades que no tienen nada que ver con las clases populares. Se ha deteriorado la Sanidad y la Educación. El eje del discurso ha girado en torno al Impuesto de Sucesiones.
¿Qué queremos construir? Un proyecto que le diga a muchos sectores andaluces que quieren un cambio qué querríamos al día siguiente de conseguir el Gobierno andaluz.
La aceleración que pido no tiene que ver con un cálculo electoral, sino por convicciones políticas pero no para construir una alianza entre Podemos e IU. Podemos e IU asumimos ser catalizadores y canalizar energía de gente que ahora mismo está huérfana de referentes partidistas pero se identifican con un amplio bloque de cambio. Si eso lo conseguimos, y para eso tenemos que ponernos ya, podemos construir una esperanza de impugnación de un modelo como el de Susana Díaz, que está profundamente agotado.
Chaves y Griñán tenían una estrategia que nosotros no compartíamos pero sí sabíamos a dónde iban. Susana Díaz tenemos la sensación de que lo único que quiere es mantenerse en el Gobierno. No hay una visión estratégica de Andalucía diferenciada del resto de España. Ella es la que apuntala a Rajoy en La Moncloa, la que se visualiza como hacedora de los grandes pactos de Estado que van contra los intereses de sus propios votantes. Nos dejan un espacio amplio en Andalucía que sería torpísimo no aprovechar.
Usted y Teresa Rodríguez tienen muy buena relación pero ese proceso de confluencia no termina de concretarse, ¿por qué?
Nosotros somos una organización con bastante arraigo, con mucha gente por todo el territorio y tiene que darse lo que yo llamo la pedagogía de la confluencia. Pero ese debate lo tenemos que superar y centrarnos en la propuesta concreta de modelo social y económico en Andalucía.
Vamos bien. Podemos tuvo un debate a finales de diciembre sobre el proceso de confluencia municipal y autonómico. Nosotros lo hicimos hace dos semanas, con más de 300 asambleas que abordaron el cómo y el cuándo para ponernos las pilas para acelerar un proceso que exige dotes de cordura, de generosidad, de horizontalidad en las relaciones y de saber que cada organización tenemos acumulado un capital político que además es compatible. Nosotros tenemos una alianza social con determinados sectores, tenemos arraigo en zonas rurales, tenemos una relación privilegiada con el movimiento obrero organizado y determinados sectores urbanos muy identificados con el rojo ideológico. Y Podemos tiene otros perfiles. No se trata de subyugarse unos con otros, sino de incorporar cada uno ese capital político a una entidad mayor. Y tenemos la responsabilidad de hacerlo ya porque si no, no da tiempo.
En Andalucía podemos hacer las cosas de forma tal que sirva de ejemplo para el resto del país. Hay muchas esperanzas en eso.
Teresa y yo nos llevamos bien, y esto ayuda, porque hay una coincidencia en lo político. Tenemos que decirle a la gente que queremos intervenir en el futuro de Andalucía desde una coordenada de cambio del modelo productivo, de no resignarnos a ser una economía extractiva, a no ser los camareros del norte de Europa, a rebelarnos contra un deterioro laboral estructural que lleva a la gente a que forme parte de un precariado para no volver. No queremos resignarnos a la desindustrialización. El año pasado solo ocho de cada 100 contratos en Andalucía eran de la industria. El resto son contratos con poco valor añadido, temporales y en precario. Y una defensa del servicio público que sea ejemplar para el resto del país.
Yo estoy ilusionado en que podamos ser ejemplo para construir en otras partes del país, pero quiero hacer una advertencia: si nos dedicamos a pensar en si somos galgos o podencos la gente que lucha contra el neoliberalismo no nos va a perdonar. Nosotros tenemos un papel histórico, construir un bloque de cambio y una salida al periodo postcrisis que se vislumbra desde un modelo social que reivindique una lucha contra la desigualdad, que reivindique las pensiones públicas. Y no nos van a perdonar históricamente si nos dedicamos a los intereses de cada parte. Veo cosas que no me gustan y quiero apelar a un espíritu de responsabilidad política en la gente.
¿Qué es lo que no le gusta?
Veo territorios donde los debates son de intereses partidarios, de aritmética, representatividad o cuotas. La gente está en otras. Cuando alguien se levanta por la mañana con una empresa en crisis no está preocupado sobre si uno de Podemos o uno de IU está más tiempo en la tele o no, está preocupado por si somos útiles a que revirtamos el modelo laboral que lo está crucificando.
¿En la calle nadie piensa quién tiene más o menos visibilidad?
Es un debate prepolítico. Nos tenemos que instalar en el respeto mutuo porque solo acumularemos fuerzas si vamos cómodos a ese espacio. Si IU canaliza su patriomonio político, Podemos el suyo, Equo el suyo y otros movimientos se apuntan aunque no sean partidarios. Todas las partes deben tener grandeza porque si pensamos en grande la gente nos lo premiará.
¿Cómo debe ser el acuerdo para las elecciones municipales? ¿En cada localidad, a nivel autonómico o estatal?
La situación ideal es que haya un marco político a nivel estatal que dé anclaje a los territorios basado en para qué vamos a confluir. Vamos a confluir para la defensa de los servicios públicos, para remunicipalizar los privatizados, que la transparencia forme parte de la normalidad del funcionamiento de los ayuntamientos y donde haya mecanismos de democracia directa que combatan la corrupción. Se trata de empoderar a la población como antídoto contra la corrupción.
Debemos demostrar a través de los gobiernos municipales, y ojalá en los autonómicos, que somos una fuerza con capacidad para gobernar.
No tiene sentido que digamos que vamos a ir juntos en las europeas, en las estatales y luego que en las municipales y autonómicas cada uno vaya por su cuenta. No tiene lógica política. Qué mensaje le estamos dando a la gente.
Pero hay sitios, quizá menos en Andalucía, donde las candidaturas tienen vida propia. Madrid, Galicia, Catalunya, Zaragoza, Valencia. ¿Un acuerdo estatal sería ahí contraproducente?
Los marcos estatales no están para determinar los puntos y las comas de los acuerdos políticos en los territorios. Son para hacer pedagogía de cuáles son las bases que justifican esa confluencia. Tres puntos y un método. Estamos en unas condiciones para afrontar una conquista de los territorios municipales para demostrar que gobernamos de otra forma y muy eficiente. Ya lo hacemos, en gobierno o cogobierno, con 1,8 millones de personas. Un acuerdo marco no es de encorsetamiento.
¿Qué le parecería Marea Andaluza como nombre para la candidatura de las autonómicas?
Bueno, está ahí. El nombre no puede ser un problema para las confluencias. Lo digo como autocrítica. Si el bloque de cambio se dedica a debatir el nombre o que aparezca tal letra o tal logo, y no hablamos de cómo blindamos la Sanidad para la mayoría social, cómo afrontamos el problema de la especulación turística en las ciudades, cómo podemos construir una Andalucía donde la industria tenga un papel relevante, no habremos ganado la batalla ideológica. Siendo importante no debe ser objeto de disputa.
Es verdad, como decimos Tere y yo, que Marea Andaluza está bien para las zonas costeras. Pero decimos con mucho humor que a lo mejor la gente del interior no se siente identificada. Como Andalucía es muy grande y muy poliédrica tendremos que buscar un nombre que refleje la variedad.
¿Cómo puede afectar Catalunya en las andaluzas y municipales?
Lo que va a determinar en Andalucía es el debate que hagamos en Andalucía. Si somos capaces de afrontar y definir un proyecto cohesionado, coherente, firme, solvente y con capacidad de ejecución para Andalucía, seremos fuertes. El hecho catalán puede abrir un discurso que si en clave de polarización emocional no ha tenido espacio, como se vio en las elecciones catalanas, sí es el más factible: reivindicar una España federal. Que es la reivindicación histórica que hemos hecho en Andalucía.
Nosotros apostamos por una Andalucía federal, por tanto de encuentro con el resto de los territorios, que suponga un reconocimiento de las identidades plurinacionales en un país que se cohesiona precisamente en ese reconocimiento.
Yo soy optimista. Si somos capaces de construir un modelo productivo alternativo en Andalucía que destierre el carácter extractivo de la economía, el carácter subsidiario de la industria y la potenciación de los sectores más precarios, estamos en buenas condiciones de disputar al PSOE las opciones de gobierno. Pero para eso tenemos que empezar ya.
En las últimas semanas se ha elevado el tono entre Podemos e IU. ¿Es un enfrentamiento sustancial o un posicionamiento para las negociaciones?
Para nada es sustancial. Es un momento de reconfiguración en el que nosotros tenemos que superar cualquier tipo de disonancia con un compromiso a la sociedad. Nosotros estamos aquí para servir a la sociedad, no para servir a nuestras organizaciones. Diluimos esas discrepancias puntuales en el trabajo cohesionado de respuesta histórica para la gente que demanda un espacio de cambio.
Hay una disputa de las derechas por ver quién va a hegemonizar una supuesta salida de la crisis. Y en el campo de la izquierda lo que no podemos es estar en si somos galgos o podencos sino definir un modelo alternativo. La clave del éxito no va a estar en el discurso de denuncia, sino en la capacidad de tener un proyecto para Andalucía y España al que se adhieran las víctimas de la crisis que están hambrientas de un referente diferentes al que ha habido hasta ahora.