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Encontrar un abanico antes que una barra de pan: el número de turistas que caben en el Centro Histórico de Sevilla se acerca al de vecinos empadronados

La Oficina de Turismo de Sevilla

Carmen Ibáñez

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Ninguno de los 17 hoteles en construcción en el centro de Sevilla va a paralizarse a causa de la crisis provocada por la COVID-19, y cuando por fin puedan abrir sus puertas, el casco histórico contará con más de 40.000 plazas turísticas entre pisos con fines turísticos, apartamentos turísticos y hoteles. En ese mismo espacio físico residen en la actualidad 58.378 personas, 315 menos que en el año anterior, según los datos del padrón municipal. Así es que mientras la capacidad de alojamiento para el turista se multiplica, los residentes del centro no han dejado de bajar. Las cifras oficiales del padrón hablan de 2.000 empadronados menos desde 2011.

El padrón no recoge el régimen del uso de la vivienda de la persona que se empadrona, de forma que no es posible saber si los que se van son propietarios o inquilinos del inmueble que abandonan. Tampoco existen cifras de aquellos vecinos que se marchan del centro si no se han empadronado previamente. Desde el Ayuntamiento de Sevilla niegan que esa diáspora de residentes desde el centro a otros barrios tenga su causa en el incremento del uso turístico del parque de viviendas, y de hecho, destacan que hay otros distritos de la ciudad donde la fuga de vecinos es mayor. En el grupo municipal Adelante Sevilla, socio preferente al inicio del mandato del socialista Juan Espadas, opinan justo lo contrario y, de hecho, antes del estado de alarma trabajaban en una solución para limitar o regular la proliferación de viviendas destinadas al turismo en el casco histórico. 

En la actualidad, la normativa diferencia dos modalidades de la vivienda con fines turísticos, si bien su destino final es el mismo. Por una parte están los denominados apartamentos turísticos, que son aquellas viviendas gestionadas por una empresa y que suelen ubicarse en el mismo inmueble; y por otro, los pisos turísticos, gestionados por particulares. En el primer caso, es el Ayuntamiento el encargado de conceder la licencia si se cumplen determinadas condiciones de habitabilidad, mientras que en el segundo caso, es la Junta de Andalucía la que otorga el permiso. Pero en ninguna de las dos modalidades cambiar el destino de una vivienda -de uso residencial a uso turístico- está necesitando una modificación previa del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). 

Un cambio del Plan General por la vía de los hechos

Eso significa que si en un barrio del centro existía un edificio con 14 pisos, habitados por residentes, y construido sobre un suelo calificado como residencial por el PGOU, es posible que ese mismo edificio sea ahora ocupado en su totalidad por turistas sin que por ello haya que modificar previamente el Plan para que se considere de uso terciario. El uso residencial y el terciario es compatible, aclaran expertos en urbanismo del grupo Adelante Sevilla, aunque conlleva una serie de requisitos. Por ejemplo, es posible abrir un comercio en los bajos de un edificio de viviendas, pero no es posible abrir una tienda en uno de los pisos de ese edificio cuya explotación comercial afecte a las zonas comunes de los vecinos.

Así las cosas, en la ciudad hay ya un total de 166 edificios completos de apartamentos turísticos, según los datos del Informe de la Oferta Turística de la Junta de Andalucía con datos de 2019. Los datos del Ayuntamiento hablan de 4.838 plazas en 1.234 apartamentos turísticos, algo menos de las cifras de la patronal hotelera, que en su informe del pasado año recoge 1.329 apartamentos turísticos con un total de 4.838 plazas, a los que hay que añadir otros 5.322 pisos (licencia autonómica y gestionado por particulares) con 25.471 plazas. La inmensa mayoría de ellos están ubicados en la almendra central de la ciudad.  

Estas cifras oficiales no coinciden del todo con los datos recabados por otros colectivos como DataHippo, que recoge los anuncios publicados en los portales de alquiler turístico como AirBnb o Homeaway. Según esta aplicación, sólo en el casco histórico hay más de 4.800 pisos anunciados en AirBnb, cifra que sobrepasa ampliamente los apartamentos turísticos controlados por el Ayuntamiento y los pisos con licencia autonómica para toda la capital. 

Cuando abran al público esta veintena de hoteles que se están terminando en zonas emblemáticas del centro, como la Plaza de la Magdalena, la Plaza del Duque, Avenida de la Constitución o la calle Puente y Pellón, entre otras muchas calles, la Sevilla de intra muros dispondrá de 1.000 plazas a sumar a las cerca de 8.900 plazas hoteleras ya existentes en los distritos más céntricos. De manera que entre una y otra modalidad, el casco histórico contará con unas 40.000 camas para el turismo. Es una gran oferta para una ciudad que en determinadas épocas del año colgaba el cartel de todo completo.   

La incertidumbre se prolonga más allá del otoño 

Pero de momento el aeropuerto está al 20% de su operatividad y sin vuelos internacionales, los principales hoteles siguen cerrados, haciendo balance del desastre ocurrido esta primavera y con la única perspectiva de poder alargar los ERTES más allá del estado de alarma. Fuentes del sector manifestaron su incertidumbre incluso para la próxima temporada alta y se preguntaron si se podrá celebrar la Semana Santa y Feria como la conocemos hasta ahora.

Con este escenario, resulta perturbador consultar la hemeroteca sobre inversiones hoteleras en Sevilla. Tan sólo una semana antes del estado de alarma y el confinamiento obligatorio en todo el país, se publicaban noticias relativas al récord en inversiones hoteleras logradas por la ciudad, que la situaban a la cabeza de toda España por delante de Barcelona, con 60,8 millones de euros. Es, además, la ciudad española que más ha crecido en plazas hoteleras en funcionamiento.

Y mientras todo esto ocurre, o más bien, ocurría, los vecinos de determinadas zonas del centro han ido viendo una transformación con la que no están cómodos. “Recuerdo la calle Arce llena de vida y de comercios diversos: un taller de reparación de motos, tabernas, churrerías, carnicerías, ‘desavíos’…, no pasó nada durante mucho tiempo. Y de repente, muchos edificios abandonados se restauraron, pero llevaban dentro la semilla del diablo, porque se ponían para el alquiler turístico, no para los vecinos”. Quien esto cuenta es Jorge Molina, antiguo vecino del barrio del Arenal, uno de los que soporta mayor presión turística. 

Tiendas delicatessen donde antes había talleres o ‘desavíos’

Según el Índice de Precios de Referencia del Alquiler (IPRA), cerca de una de cada cuatro viviendas en el barrio del Arenal (el 24,15%) son ocupadas por turistas, y el precio del alquiler se ha duplicado en solo cuatro años. “Los comercios comenzaron a cambiar, y afloraron las tiendas de delicatessen, de alquiler de bicis, patinetes y todo tipo de vehículos para desplazarse por la ciudad, los bares dejaron de tener barra y sólo había mesas y cartas traducidas al inglés. Se perdió la personalidad del barrio y se convirtió en un decorado excelente que, cuando va mal, es un desastre”, reflexiona Jorge Molina, antiguo vecino de una zona en la que es más fácil comprar un abanico que una barra de pan. 

Las tiendas de desavío o ultramarinos de toda la vida han ido cerrando y ahora es frecuente encontrar formatos de tiendas de grandes cadenas de distribución, en las que se puede comprar de todo pero “son franquicias con honestos empleados a los que no puedes pedirles un favor de vecino como sí podías hacer antes”, dice este vecino quien comprende que el Ayuntamiento no puede hacer otra cosa en estos momentos que llamar a recuperar el turismo.

La pérdida del pequeño comercio de barrio y su sustitución por las franquicias es una queja recurrente de los residentes intramuros. Marga Pérez Santos, vecina del entorno de la Plaza del Pumarejo, también lamenta este fenómeno que atribuye al encarecimiento del alquiler de los locales comerciales: “Cada vez que vemos que un pequeño bar o comercio cierra, no falla, lo que abre es una franquicia. Se está perdiendo el paisaje y la forma de consumir”. Lo mismo ocurre, sostiene, con la transformación de los edificios de viviendas, que ahora se destinan al alquiler turístico, “todo se vuelve impersonal”, comenta.

En esta zona próxima a las murallas de la Macarena, la calle San Luis y su entorno, la llegada del turismo ha sido repentina, según las impresiones de esta vecina. “Ha sido como un boom, antes veías a dos o tres turistas en los bares a los que íbamos, pero ahora son manadas”, comenta Marga, para quien este tipo de turismo no aporta gran cosa en términos culturales: “Es muy raro ver a un guiri comiendo una tapa de caracoles, y al mismo tiempo, me siento yo la guiri en los lugares que siempre frecuentaba, como la Alameda. Cada vez que paso por allí me quedo con la boca abierta”, explica.  

Los vecinos del barrio del Arenal, de la Alfalfa y Santa Cruz son los que mayor presión turística soportan. Una cuarta parte de las viviendas de los dos primeros barrios son ya para visitantes. Y en el de Santa Cruz representan más de una tercera parte (34,88%). El barrio de la calle Feria se les acerca de forma imparable, con el 22,8% de sus viviendas destinadas al alquiler turístico. No obstante, en la calle que da nombre al barrio aún se mantienen algunos de los comercios clásicos, y sobre todo, muchos vecinos con arraigo. “Sigo teniendo al lado mi librería, mi estanco, la frutería o la tintorería; eso de momento no se ha perdido”, dice Falina, una vecina de esta zona. Sí identifica un cambio en el mercado de abastos, con tiendas y establecimientos más orientados al turista y donde ya es imposible llegar y encontrar mesa. 

En total seis de los once barrios que integran la almendra central de Sevilla (dentro de los muros) soportan una presión de vivienda turística próxima o superior al 20%. En muchos de ellos, esta presencia se ha duplicado en tan solo cuatro años. “Conozco al menos dos casos de edificios -en la zona de la calle Amargura y en la calle Hiniesta-  que han sido comprados y donde a los inquilinos se les ha avisado de que tendrán que abandonar sus pisos porque los van a hacer turísticos”, explica Carolina Damiá, propietaria de una vivienda en el barrio de San Julián en la que reside. En su opinión, el desplome del turismo con la crisis de la Covid19, puede hacer que esta actividad se replantee y regresen los alquileres residenciales.

Regular la actividad 

Desde el Ayuntamiento destacan la dificultad para arbitrar medidas desde la administración local para dimensionar este fenómeno que, ciertamente, modifica por la vía de los hechos las previsiones del Plan General, al llenar de no residentes los barrios y convertir en una actividad económica parcelas que en el mapa original iban a ser destinadas a vecinos residentes en régimen vertical. Y es precisamente por esta vía por la que Adelante Sevilla viene trabajando con los responsables de Urbanismo del Consistorio para intentar regular algo esta actividad. 

Fuentes del grupo explicaron a este diario que lo primero que habría que cambiar es el régimen de la vivienda turística, que en la actualidad tiene la consideración de uso residencial, cuando, defienden, es un uso terciario -dedicado a una actividad económica-. De esta forma, argumentan, a un particular que pone su piso para el alquiler turístico no le sería suficiente con la autorización de la Junta de Andalucía, sino que sólo podría ofrecer dicha vivienda en una zona donde el PGOU se lo permita. 

Otra de las vías que avanzan para regular esta cuestión desde el Ayuntamiento de Sevilla consiste en limitar el número de alojamientos turísticos, incluidos los hoteleros, por zonas a través del PGOU. “El turismo en sí mismo no es malo, la cuestión es cuando hay un exceso o desbordamiento que pervierte los usos de la ciudad”, comentan desde Adelante Sevilla, con quien el equipo de Juan Espadas se comprometió el pasado año para regular este fenómeno a cambio de su apoyo a los presupuestos de 2020. 

Estas mismas fuentes confían en que finalmente se llegue a una fórmula para redimensionar esta oferta turística en el centro, y recuerdan que un informe académico encargado por el propio Ayuntamiento confirmaba que sí es posible hacerlo con las competencias municipales al alcance y que existe jurisprudencia al respecto que avala esta vía. 

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