Narcolepsia, insomnio y confinamiento: “El uso excesivo de pantallas influye muy negativamente en la calidad del sueño”

Carmen Domínguez es una experta en sueño, no porque duerma mucho sino más bien por todo lo contrario. Tiene narcolepsia, una afección neurológica crónica, y un blog muy didáctico y actualizado donde explica los pormenores de esta enfermedad rara, aunque ahora dice dedicar más tiempo al asunto en Instagram. A sus 32 años, el estado de alarma le dejó a las puertas de un nuevo trabajo pero mira al futuro con optimismo. Mucho se habla de insomnio en esta etapa, tan diferente a todas las vividas. Ansiedad, incertidumbre, desinformación, nervios. “Tanto ahora, confinados, como a raíz del confinamiento, se está viendo un uso excesivo de pantallas, y tanta pantalla afecta al sueño, influye muy negativamente en la calidad del sueño”, opina.

Esta joven, que pasó por varios neurólogos hasta ser diagnosticada hace apenas diez años, participa activamente en encuentros nacionales e internacionales de narcolepsia ayudando a pacientes, familiares y especialistas a comprender mejor su contexto de vida. “No me daba la vida”, recuerda de la temprana adolescencia cuando empezó a tener síntomas, sobre los 13 años. Pensaban que era vaga y no le fue muy bien en el instituto, pero después sacó “notazas” en la carrera de Sociología donde, cuando ya se fue adaptando realmente a su situación, se echaba breves siestas durante el estudio en la biblioteca para poder rendir de acuerdo a su enfermedad.

La cataplejia de Évole

Lo que le pasó al presentador de televisión Jordi Évole, que sufrió en directo a finales del pasado enero un pequeño ataque de cataplejia, uno de los síntomas de la narcolepsia, ha permitido saber algo más de esta enfermedad, “esa por la que te quedas dormida de repente, como se la puede conocer”. Con una foto de la princesa Diana con los ojos cerrados en un acto público, colgada en sus redes, trata de “hacer ver que todos necesitamos dormir”. “Mi idea es normalizar y evitar que el hecho de que alguien necesite dormir a deshoras o en un sitio público sea un estigma, cuando en muchos casos es una necesidad vital”, explica a este periódico.

El caso de Évole responde a “una pérdida repentina de la tonicidad muscular”. “Desde fuera se puede ver como un desmayo o un desvanecimiento, pero las personas que lo sufren están plenamente conscientes aunque no puedan pedir ayuda”. Suele confundirse con los ataques de sueño irresistibles pero es bien distinto, explica, y surgen ante ciertos estímulos: risa como en el caso del presentador, placer, un susto, etc. En un congreso, Domínguez conoció el caso de un chico de 14 años a quien le pasaba al mentir, con lo que ello conlleva en un adolescente y en su relación con sus padres. “¿Has hecho los deberes?” “Sí”. Y como en realidad, no, cataplejia.

El otro tipo de narcolepsia es sin cataplejias. Es como vivir cansado, porque las fases del sueño están desordenadas. Este tipo de narcolépticos entra demasiado rápido en la fase REM (Movimientos Oculares Rápidos), una fase que “con normalidad las personas alcanzan una media hora después de haber empezado a dormir”. Conlleva terrores nocturnos y miedo al irse a dormir, algo “más preocupante en los casos infantiles”. El confinamiento, cuenta Domínguez, le pilló preparando una terapia grupal para niños con varias psicólogas, porque son situaciones que crean “mucha preocupación entre los padres”.

Dice que, cuando empezó el estado de alarma, sufrió muchísima ansiedad por la incertidumbre de la situación y el hecho de tener a su familia en Sevilla. Ella vive en Madrid y, al principio, revivió las pesadillas que la acompañaron de niña. Ahora se encuentra “más tranquila que en mucho tiempo” porque siente “menos presión laboral”, con “cierta tranquilidad” y dando rienda suelta a su creatividad artística gracias, dice, a que los trastornos del sueño les hacen tener muchas ideas, aunque se despierta mucho por la noche por la ausencia de movimiento y la vida bastante sedentaria.

Consejos para insomnes

“Puedo entender muy bien la situación que está viviendo la gente actualmente, con la preocupación generalizada por el virus, la política, conciliar vida y trabajo, tantas y tantas cosas que afectan muchísimo al sueño”, indica respecto a las situaciones vividas en la actualidad por multitud de personas a causa del confinamiento. “El sueño es como comer, una gasolina humana muy necesaria, que a veces se desprecia, que se dice que es de vagos. Cada vez más en la sociedad actual nos ponemos al límite y una vida lo más regular posible ayuda a llevar mejor los trastornos del sueño, ya sean circunstanciales o crónicos”. De todo ello habla mucho el doctor Estivill desde su Clínica del Sueño de Alicante, uno de sus referentes, que cifra en un 30% más de insomnes en España a causa del confinamiento. También alude la joven a su neurofisióloga, “una eminencia que ha dedicado su vida a esto” y sigue trabajando, la doctora María Rosa Peraita“, destaca.

Para ella, la higiene del sueño es importante: acostarse y levantarse a la misma hora, comer sano, hacer deporte, llevar una vida ordenada... “Parece una tontería pero, ahora que vemos tanta pantalla, y como nuestro cerebro va regulado por las horas de luz, con las pantallas nos alimentamos de una luz blanca muy parecida a la que transmite el sol y engaña a nuestro ciclo del sueño”.

¿Y qué pasa durante el confinamiento? “Todos, por necesidad, por aburrimiento, estamos todo el día delante de una pantalla. Pequeños, mayores, medianos”. Entre los consejos contra el insomnio, Carmen Domínguez señala que “hay cosas a tener en cuenta que son muy importantes, como evitar una pantalla una hora antes de meterse en la cama, nada de ponerse una serie para dormir porque es muy contraproducente... Hay muchas cosas que la gente cree que ayudan a dormir pero lo que hacen es complicar aún más la conciliación del sueño”.

Ella aconseja sobre todo “generar una situación de ritual” al irse a la cama, “que sea algo bonito aunque genere estrés saber que no vas a dormir”. Recomienda establecer horarios, no ver o escuchar noticias a partir de cierta hora, evitar pantallas, “todo para que cuerpo y cerebro vayan asimilando el momento”. Añade poner “una luz tenue, tener alimentación sana, cenar ligero, hacer yoga si es posible durante el día para una mejor respiración y mayor relajación”. También apuesta por “manejar los pensamientos” y aplazar los 'tengo que' directamente al día siguiente porque, además, “cualquier problema de día se hace mucho más grande de noche”.