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ENFERMEDADES LABORALES

El veto de Australia a las encimeras de piedra artificial gusta a los afectados pero preocupa a los sindicatos españoles por su impacto en el empleo

Protestas de trabajadores por la enfermedad profesional de la silicosis, en una imagen de archivo

Néstor Cenizo

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La prohibición total de las encimeras de piedra artificial divide a los sindicatos y organizaciones de afectados en España. Hasta ahora, el único país que ha adoptado una medida tan restrictiva es el más lejano al nuestro, Australia, pero este viernes California, donde la silicosis entre jóvenes trabajadores es un problema creciente, ha adoptado una medida en la misma dirección. Además, también este viernes Ikea Australia ha anunciado que dejará de trabajar con este tipo de encimeras de forma inmediata.

A diferencia de Australia, donde apenas vende el 1,9% de su producción total, Estados Unidos sí concentra un alto porcentaje de las ventas internacionales de Cosentino, la multinacional española del Silestone. El estado californiano ha prohibido de urgencia todo el corte en seco de material con más del 0,1% de sílice libre cristalina, advirtiendo de que cerrará preventivamente cualquier marmolería que no cumpla. Bajo ese estándar, muchas marmolerías españolas tendrían que cerrar.

El temor entre productores como Cosentino es un efecto en cascada que ponga en jaque toda su línea de producción de encimeras de piedra artificial. De ser así, los sindicatos advierten del efecto potencial en los empleos de miles de trabajadores que se dedican a la producción de este tipo de materiales. Otros confían en la fortaleza de la empresa almeriense para diversificar su producción.

“Preocupación” en los sindicatos

Todos saben desde hace más de una década que trabajar el Silestone u otras encimeras de fabricantes como Caesarstone (la mayoritaria en Australia) o Compac sin medidas de protección adecuadas supone una vía directa y casi segura hacia una silicosis más agresiva y rápida que la de los mineros. En muchas ocasiones, con resultado mortal. Pero la prohibición total del producto genera dudas por el impacto económico que tendría en la comarca del Valle del Almanzora, donde se sitúa la fábrica de Cosentino, o en otras zonas donde se concentran las marmolerías que perfilan la encimera antes de su colocación.

“Dentro de Cosentino hay división. La gente de oficinas y venta piensan que los enfermos buscan sacan dinero. No es así. Se quiere que si sus hijos trabajan aquí no enfermen a los cinco años. Que tengan un trabajo seguro”, dice un trabajador, bajo condición de anonimato, que subraya la importancia de la entidad en la zona: “Esto da mucho trabajo, a media comarca”.

Los trabajadores fueron informados de que este año se ha producido un descenso de las ventas, que en el pasado han llegado a ser de unas 13.000 tablas diarias. “La bajada no es un desastre: en vez de ganar una brutalidad, ganan un poco menos”. En cambio, por ahora el varapalo de Australia no ha merecido ninguna comunicación interna. “Años atrás esto hubiera sido un batacazo, pero ahora vende mucho Dekton, que es un porcelánico. Cosentino es muy fuerte comercialmente, y se centrará en productos más saludables, mientras mejora el Silestone”, señala, también bajo anonimato, un extrabajador. “Si tiene que invertir 20 millones, lo puede hacer perfectamente. No creo que se venga abajo”. Otro exempleado asegura que los trabajadores confían en el músculo de la empresa: “Es fuerte y potente. Remará por un lado y si no, por otro”.

No obstante, entre los sindicatos hay preocupación y, de momento, evitan pedir que se aplique una medida similar en España. “No lo descartamos, pero antes tenemos que hacer una evaluación implicando a todas las autoridades que tienen responsabilidad: laboral y sanitaria”, advierte Mariano Sanz, Secretario Confederal de Comisiones Obreras de Salud Laboral, que pide pausa: “Sabemos que detrás de todo esto hay muchísimos trabajadores, y zonas altísimamente dependientes. Queremos ser prudentes: lo principal es que se trate a los afectados con la mayor rigurosidad desde la prevención de riesgos, y se aplique justicia en el ámbito de la Seguridad Social y judicial”.

En la misma línea está Juan Carlos Lebron, secretario de Relaciones Institucionales, Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT Andalucía, el sindicato ahora mayoritario en la empresa. “Hablamos de 4000 empleos: esto puede extenderse y mermar las exportaciones, y eso tendría consecuencias. Estamos preocupados”.

Extrabajador: “Australia sí ha tenido valor”

Desde el interior de Cosentino se subraya que la principal obsesión de la empresa sigue siendo la aparición de nuevos casos de silicosis y las demandas que provocan, que generalmente concluyen con acuerdos extrajudiciales con indemnizaciones superiores a la baremación de los juzgados. La empresa resalta que su “principal preocupación” es la salud y seguridad de los trabajadores, y hace hincapié no sólo en que el Silestone actual ha rebajado sustancialmente su contenido en sílice libre cristalina (por debajo del 40% en todos los casos), sino también en que los procesos productivos de ahora no tienen nada que ver con los de hace unos años, que generan los casos de silicosis que aparecen en la actualidad.

Sin embargo, y por ahora, el goteo de nuevos enfermos es continuo, según trabajadores y extrabajadores de la empresa, que creen que es prácticamente imposible eliminar por completo el polvo en la fábrica. Menos aún, en procesos de producción tan intensivos. “Se ponen aspersores, pero el polvo se levanta. Evidentemente, no es lo mismo que cortar en seco, pero está ahí. No me cansaré de decirlo: existirá siempre, pongan las medidas que pongan”, dice uno de los extrabajadores. “Antes era una atmósfera de polvo. Se está mejorando, pero queda mucho”, asegura el otro, que explica que, por ejemplo, se están mejorando los silos para que todo el material entre propulsado y no por cintas transportadoras.

Entre los trabajadores y extrabajadores consultados, todos con silicosis, el sentimiento generalizado es de satisfacción. “Es un jarro de agua fría para ellos, sí. Pero para los que estamos fuera es un ejemplo a seguir”, dice uno de los extrabajadores. “Se veía venir, aunque quizá no hasta el punto de prohibirlo”, dice el otro: “Ahora se comenta mucho dentro que ese Gobierno sí ha tenido valor, no como el español”. Sin embargo, evita la palabra “prohibición”: “La palabra no sería prohibir, sino quitar ciertos productos que producen la enfermedad”. No sólo el sílice, dice, sino otros compuestos químicos que integran la masa que conforma el Silestone.

División en las principales asociaciones de afectados

“Para mí personalmente y los socios ha sido una noticia que esperábamos desde hace mucho tiempo. Nos hace muy felices. Por fin un gobierno se da cuenta del daño que hace este tipo de material. Es una alegría”, comenta Ismael Aragón, presidente de la Asociación de Afectados y Enfermos de Silicosis (ANAES), la primera de este tipo en España, que agrupa mayoritariamente a trabajadores de marmolerías externas que trabajaban encimeras de piedra artificial de Cosentino u otros fabricantes como Caesarstone o Compac. Aragón pide una actuación decidida en España y niega que haya un dilema: “Vender veneno para hacerse ricos no es ético. Pueden trabajar otros materiales porcelánicos que también se fabrican”.

Francisco Torrico, presidente de la Asociación de Perjudicados por la Silicosis por Andalucía (que agrupa mayoritariamente a antiguos trabajadores de la comarca de Montemayor -Córdoba-), cree en cambio que la prohibición total va demasiado lejos. “Si van a prohibir cualquier piedra incluso con menos del 1% de cuarzo, por esa regla de tres no se podría trabajar ningún tipo de piedra”. En su opinión, todo es cuestión de cómo se maneje el producto. Cree que es posible “encapsular” la manipulación del material y que no salga polvo al exterior. Pero eso exigiría una reconversión que pocas marmolerías pueden hacer sin ayudas.

Constitución de un grupo de trabajo

La entidad almeriense, que llegó a anunciarse en la Superbowl y facturó 1.711 millones en 2022, asegura que las medidas de prevención en su fábrica son hoy incomparables a las que existían una década atrás, y que en los últimos siete años ha reorientado su producción para reducir el porcentaje de sílice libre cristalina: el 80% de los colores de Silestone estaría ya entre el 40% y el 11% (Hybryq40), y el resto entre el 10% y el 2% (Hybryq10). La multinacional cree que los esfuerzos habría que centrarlos en la vigilancia del cumplimiento de las medidas de seguridad en las pequeñas marmolerías que trabajan con el producto.

Mientras, a nivel regulatorio empieza a vislumbrarse algún movimiento. Está previsto que la próxima semana se constituya el grupo de trabajo que debe velar por la aplicación de la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027. Participarán ministerios, sindicatos, empresarios, Seguridad Social y expertos, y distintas fuentes dan por seguro que abordará el tema de la silicosis de los aglomerados. APSA también está impulsando una mesa de trabajo con afectados, expertos, administraciones y empresas, incluida Cosentino. En marzo, la multinacional y APSA firmaron un convenio muy criticado por ANAES, porque también contempla que Cosentino financie un proyecto de APSA para evaluar las repercusiones psicológicas en afectados por la silicosis y su entorno familiar más cercano.

Esta misma semana, BNG ha llevado al Congreso una petición para que la silicosis tenga un reconocimiento como “incapacidad permanente”. Los trabajadores enfermos denuncian las trabas no solo en el reconocimiento de la enfermedad, sino para el cobro de prestaciones adecuadas, lo que les obliga a una reconversión laboral casi imposible teniendo en cuenta su cualificación (generalmente baja) y su estado de salud (con una capacidad pulmonar mermada). La ministra Elma Sáinz ha prometido una revisión del procedimiento de reconocimiento de coeficientes reductores. 

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