El trastero de las ciudades: la vida con un 80% de paro
El Distrito Norte de Granada, con más de 40.000 habitantes, está agonizando. Esta área de Granada formada por los barrios de Almanjáyar, Rey Badis, La Paz, Polígono de Cartuja, Parque Nueva Granada, Casería de Montijo y Campo Verde está catalogada en buena parte por la Junta de Andalucía como “Zona con Necesidades de Transformación Social”. Mientras ha habido dinero “se le ha tapado la boca a la gente”, sentencia Juan Carlos Carrión, párroco de Almanjáyar. Este sacerdote, que lleva 23 años trabajando en la zona, conoce bien la situación. “Se ha invertido dinero, sí, pero cada uno para ponerse una medalla”, denuncia. Aquí, dice el coordinador de la ONG Almanjáyar en Familia, nunca se ha seguido una estrategia y mucho menos se ha escuchado la realidad para implicar a los propios vecinos en la búsqueda de soluciones.
Quizá por ello, esta parte de Granada forma parte de la Coordinadora de Barrios Ignorados de Andalucía a través de la Plataforma Ciudadana Zona Norte. “Estamos abandonados”, explica su presidenta, Isabel Salinas. Las administraciones, dice, quieren esconderlo, pero aquí hay inseguridad, suciedad y delincuencia. “Nadie nos escucha”. La descripción que realiza esta luchadora, que lleva 40 años viviendo en las calles del Distrito Norte de Granada, no deja lugar a dudas. “No tenemos farolas porque están escondidas entre los árboles y no los podan, los contenedores de basura están destrozados, las calles no las limpian, hay hogueras en las calles…”.
Imaginarse un barrio así es complicado cuando uno pasea por otras zonas de la ciudad. “Las Fuerzas de Seguridad hay sitios en los que no se atreven a entrar, algunos vecinos han cogido suelo público para poner corrales o piscinas en las aceras y tienen el agua y la luz enganchada de forma ilegal”. Sus palabras son avaladas por la denuncia que interpuso hace unos meses a una empresa de transportes por no querer entrar en su calle a entregarle una carta por considerar que era una zona peligrosa.
La lista de quejas es interminable y afecta a todas las administraciones. El Ayuntamiento, por ser la institución más cercana, es también la que más varapalos recibe. “El alcalde no nos recibe desde hace siete años”. En el Norte de Granada hay bloques de diez pisos sin ascensor, donde viven ancianos encerrados y un antiguo cuartel de la Guardia Civil, que ahora pertenece a la Junta de Andalucía, está lleno de indigentes y suciedad.
La Asociación de Comerciantes también está preocupada por la situación. “Hay calles en este barrio que están sin tocar desde que se hicieron y muchas de ellas son intransitables porque están tan rotas que la gente con carros o sillas de ruedas tiene que ir por mitad de la calzada, las barreras arquitectónicas están en todas las esquinas, en el 89% de ellas ni se puede andar ni aparcar”, explica Jesús Guerrero, su presidente. El empresario también asegura que la presencia de las autoridades municipales brilla por su ausencia. Árboles sin alcorques, bordillos rotos, limpieza una vez a la semana… “Mucha dejadez, además, para solicitar cualquier cosa tenemos que presentar un escrito y tardan de dos a tres meses en arreglarlo. Hace dos meses pedimos un contenedor de reciclaje de botellas en el barrio de La Paz porque no tenemos y seguimos a la espera. En 47 años nos han puesto dos papeleras en una de las plazas principales”.
Sin trabajo
Sin trabajoDesde Anaquerando, asociación que trabaja con el colectivo gitano, la descripción es aún más gráfica. “Estamos en la UCI desde hace más de 40 años”. La respuesta dicen es ir todos a la una con unas pautas claras. “Hay mucha gente trabajando mucho, pero somos la zona con más fracaso escolar de Granada, algo falla”. El empleo, que falta, también es uno de los causantes de esta caída en picada. “El tener una obligación normaliza los horarios en niños y mayores y la gente está más receptiva para todo”. Sin embargo, cuando no hay para comer, ¿quién se preocupa de la cultura?
La respuesta está en los desempleados. Aquí, donde ocho de cada diez personas están paradas y siete de cada diez tienen un trabajo precario que raya la marginalidad, consideran que la zona se ha convertido “en el cuarto trastero de la ciudad, donde somos los vecinos los encargados de barrer y regar las aceras porque nadie lo hace y tenemos farolas de hace 40 años, que no sabemos porqué se tiran noches completas apagadas”, afirma Diego Castillo de la Asociación Parados 28 de Febrero. El representante considera culpable a todas las administraciones, aunque muestran su agradecimiento a la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía por dejarles la planta de un centro educativo cerrado donde han montado un colegio con 75 alumnos y 20 profesores voluntarios. “No podemos estar llorando todo el día, pero habría que decir que los que mandan deberían de gobernar para todos y no sólo para unos cuantos”.
Estos siete barrios, llenos de gente trabajadora que ahora no pueden ni comprar comida, que hace unos años sacaban la cabeza del pozo están cayendo en picado, aunque los presidentes de las respectivas asociaciones de vecinos de la zona con los que se ha puesto en contacto este periódico han señalado que “no están tan mal” y algunos han mostrado su satisfacción por la labor que realizan administraciones como el Ayuntamiento. Debe ser que unos y otros pasean por calles diferentes.