El mapa fluvial de Aragón está salpicado por unas inquietantes manchas. Corresponden a la contaminación que aparece en los ríos y provocada, sobre todo, por la actividad humana: los vertidos, la ganadería intensiva o la acción de los purines se dejan notar a lo largo de la geografía de la Comunidad Autónoma. Hasta el punto de impedir en algunas localidades el consumo de agua de boca y obligar a restricciones que también afectan a los propios agricultores y ganaderos. Un círculo vicioso.
El Gobierno de Aragón publicó el pasado 8 de julio la orden por la que se designan y amplían las zonas vulnerables a la contaminación de las aguas por nitratos procedentes de fuentes agrarias. Se trata de “un fenómeno cada vez más acusado” que “se manifiesta especialmente en un aumento de la concentración de nitratos en las aguas superficiales y subterráneas, contribuyendo a la eutrofización (la acumulación de residuos) de los embalses, estuarios y aguas litorales”.
El artículo 4 del Real Decreto 261/1996, de 16 de febrero, prevé que las zonas vulnerables designadas deberán ser examinadas y, en su caso, modificadas o ampliadas por las comunidades autónomas a fin de tener en cuenta los cambios o factores que no hubiesen sido previstos en el momento de su designación. Esta modificación consiste en la designación de nuevas zonas y la adición de municipios en zonas ya designadas.
Estas zonas son 17 y afectan a 130 municipios de las tres provincias aragonesas. Hasta un 20 % de los aragoneses están expuestos a aguas contaminadas por nitratos o sulfatos, según datos ofrecidos por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). El más reciente informe de calidad del agua de consumo humano elaborado por el Gobierno de Aragón en 2018 informa de que en 30 abastecimientos que atienden a unas 12.000 personas se detectó por lo menos un incumplimiento de los niveles máximos de nitratos establecidos para el agua de boca.
Varias localidades de las inmediaciones de la Sierra de Guara, en Huesca, padecen este problema. Según el Sistema Nacional de Agua de Consumo (Sinac), Banastás y Chimillas se sitúan en torno a los 100 miligramos de nitrato por litro cuando el límite para la tolerancia para la salud humana que establecen las autoridades sanitarias se sitúan en los 50. En esa misma zona, Lierta está en los 83, Plasencia del Monte en 93, Alerre en 99 y Quinzano en los 102 miligramos.
El nitrato es un contaminante común que se encuentra en el agua subterránea y que puede provocar efectos nocivos si se consume en altos niveles. Puede ser producido tanto por fuentes naturales como a través de la mano del hombre. Así, los residuos industriales constituyen una fuente importante de nitratos en las aguas; como industrias más contaminantes se contabilizan los mataderos, destilerías, azucareras, industrias de levadura, de almidón, textiles y fertilizantes.
Ganadería intensiva
Más preocupante es la contaminación por nitratos provenientes de la agricultura y ganadería intensiva. En las zonas donde se practica una agricultura intensiva se utilizan enormes cantidades de abonos químicos a los que se suman los naturales que provienen de los excrementos animales. Estos suelen contener una cantidad importante de compuestos nitrogenados, como los nitratos, que en proporciones adecuadas mejoran el crecimiento de las plantaciones y aumentan su rendimiento.
Sin embargo, cuando estos compuestos se encuentran en cantidades demasiado altas para que sean absorbidos por las plantas se infiltran a través del suelo y alcanzan las aguas subterráneas, contaminando pozos y acuíferos. Análogamente, los excrementos procedentes de animales de granjas también aumentan la concentración de nitratos en el suelo, de donde pueden pasar a los acuíferos que hay bajo ellos.
El Gobierno de Aragón establece un código de buenas prácticas agrarias para los agricultores y ganaderos cuyas explotaciones se encuentren dentro de una zona vulnerable e incluye diferentes directrices sobre la aplicación de fertilizantes y la gestión y utilización del estiércol y los purines. El decreto de gestión de purines aprobado este mismo año recoge por otra parte la gestión de los subproductos generados desde su origen hasta su aplicación como fertilizante.
Vertido de lindano
Para atajar el desastre del vertido de lindano en las aguas del río Gállego a su paso por la localidad de Sabiñánigo, que costará unos 550 millones de euros y 25 años de arduos trabajos, las administraciones trabajan de manera denodada y entre las últimas medidas activadas se encuentran la activación de un laboratorio en Sabiñánigo y el proyecto de limpieza del barranco de Bailín.
Pirenarium alberga desde enero un nuevo laboratorio para la descontaminación de residuos derivados de la fabricación de lindano. En él se ha invertido un millón de euros y constituye el embrión de un centro de referencia internacional en la investigación sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP). El objetivo es “transformar el reto de la gestión de los residuos de lindano en una oportunidad de desarrollo socioeconómico en el municipio de Sabiñánigo y una alternativa al actual modelo sustentado en empresas químicas convencionales”.
El Plan Integral para la Descontaminación del Lindano presenta una hoja de ruta con el horizonte fijado en 2040. Creado por el Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, aspira a garantizar el abastecimiento de agua potable y la calidad del agua de riego, aislar los residuos, descontaminar los suelos superficiales y sustratos rocosos y, en suma, eliminar el problema también con el derribo de lo que queda de las instalaciones de Inquinosa, la empresa donde se originó este grave problema de salud pública.