El panorama musical está cambiando en Aragón. Al igual que ocurrió en el Euskadi de los ochenta con el rock radical vasco; en la actualidad, la juventud aragonesa se planta fuerte ante los micrófonos. Despoblación, vida rural y lengua son algunas de las reivindicaciones que no paran de sonar en los escenarios de festivales y conciertos. La gran mayoría celebrados en pequeños pueblos de la comunidad.
Polvo, niebla, viento y sol
Y los coches de la Opel.
El Ebro guarda silencio
Y el pueblo que abandoné.
'Un país', Ixo Rai!.
Un país
El “país” que mencionaba Ixo Rai!, en su particular versión del 'Aragón' de Labordeta, era diferente al de ahora. O, al menos, así lo advierte José Juan Lanuza, 'Jota', su vocalista: “Los momentos son distintos. Ni mejores ni peores, distintos”.
A finales de los ochenta, el movimiento ciudadano de desobediencia civil, la insumisión, estaba candente por toda España. “A nosotros nos tocaba directamente, porque en el grupo teníamos a Flip, que había sido objetor de los amnistiados”, señala. Pero es que, además de rechazar ese servicio militar obligatorio, la comunidad aragonesa se encontraba entre protestas contra pantanos y el resurgimiento de una lengua y música popular, que después de unos oscuros años, volvían a ser escuchadas.
Y de ese “cóctel” de música popular, insumisión y aragonesismo se elaboró el delicioso “mondongo” de Ixo Rai!. Un estilo musical propio, difícil de definir: “Igual cantábamos una jota que una ranchera, que hacíamos temas rockeros, un tema más africano... era la música que nos divertía y donde luego ya metías el mensaje”.
De 1980 al 2023
La historia es cíclica. A pesar de ser épocas distintas, los hechos se repiten. Jóvenes con mucho que decir, en este caso a traves del rock trabucaire. Y si “el medio es el mensaje”, el rock rebelde, libre y, por supuesto, aragonés es su altavoz.
“¿Qué quiere decir rock trabucaire? Rock gamberro. Un trabucaire en Estadilla es alguien que está al margen del sistema, un gamberro, un desobediente, un díscolo... algo así”. Manuel González es el cantante de Au d'astí!, un grupo oscense con integrantes de Binéfar, Fonz y Tamarite de Litera. Afirma que “se ve un resurgir de ese espíritu de la época de Labordeta”, donde han aparecido nuevas bandas, lo que es también inspirador.
Asimismo, apunta que estos grupos provienen de zonas donde históricamente no era algo habitual: “Tenemos nuestra voz, estamos aquí, somos aragoneses. Tenemos, incluso, a veces una identidad muy propia como es en La Ribagorza. Y puede ser muy interesante lo que salga y lo que tengamos que decir”.
Rock trabucaire, miliciano y pirenaico
Rock trabucaire, siempre revolucionario
Rock trabucaire, espíritu maqui aragonés.
'Rock trabucaire', Au d'astí!
Y del rock trabucaire al rock charanguero de los Mallazo. “Es rock, pero también se parece a una charanga. Con guitarras y distorsión y con vientos y violín, que dan mucha juerga a nuestros directos y canciones”, destaca Raúl López, voz y violín.
Mallazo es un grupo de Monzón (Huesca) que forma parte de esta nueva oleada: “El nexo común que tenemos todos los grupos que surgimos ahora es que queremos que la música en Aragón se mueva un poco más y que, poco a poco, vayan surgiendo más grupos para poder crear lo que pasó en Valencia”. López compara así la actualidad con el boom de los 90 con La Gossa Sorda u Obrint Pas, donde la lengua -en este caso, el valenciano- tuvo una especial importancia.
La reivindicación de la lengua
Si algo caracteriza a Au d'astí!, y su propio nombre puede dar una pista, es que la gran mayoría de sus letras están escritas en aragonés ribagorzano y presentan un fuerte sesgo ideológico: “Somos un grupo de izquierdas y aragonesista, que trata de reivindicar los problemas de su tierra. El tema de la lengua, la despoblación y la vida rural. Desde Au d'astí! queremos reivindicar eso, porque es lo que tenemos en casa”.
Sobre el aragonés, Lanuza comenta que a pesar de su mala situación, la difusión de la lengua “está mejor que nunca” y eso también se traslada al terreno musical: “Grupos como Au d'astí! y Mallazo u otros ya no es que tengan sentido, es que tienen demanda y un espacio”.
Por su parte, ese aragonesismo se percibe en Mallazo con su homenaje a La Ronda de Boltaña. Los de Monzón versionan una de sus más famosas canciones: 'La Revolandera'. Además, cuentan con una canción en ribagorzano, 'Charanguero', en la que colaboró Jorge Pueyo, diputado de Sumar por Zaragoza en el Congreso.
Sin embargo, López hace hincapié en que el grupo “ha querido guardar más las distancias, sobre todo, en el ámbito político”. “Pero, sí que es verdad, que siempre hemos dicho que nos sentimos aragoneses y que nos gusta nuestra tierra”, añade.
S'encomenza per las peñas
Alguno remata al río
Mama qué lifarota
¡Charanguero escusiu!
‘Charanguero’, Mallazo
Orgullo rural
La lengua está presente en la nueva música aragonesa, al igual que la vida en el pueblo. López explica que este tipo de canciones calan hondo en el medio rural, sin importar ser de izquierdas o de derechas: “Personas que viven en un pueblo, que sufren despoblación, se sienten identificadas”.
“Si hago una canción de agricultura es porque el batería de mi grupo es agricultor y me está diciendo los problemas que tiene. Son problemas estructurales, graves y reales. Y muchas canciones de Au d'astí! las hemos escrito en un entorno completamente rural”, relata González.
Por otro lado, Lanuza tiene claro que el aragonesismo actual está muy vinculado con la reivindicación de lo rural, del “Aragón vaciado (que es casi todo)”. Un “orgullo rural” que ellos vivieron como grupo y “que está volviéndose a mover otra vez” en festivales.
Festivales independientes
Son pocos los pueblos que no cuentan con su propio festival de música. Y todos ellos comparten ese mismo sentimiento aragonesista: luchar contra la despoblación, la lengua aragonesa o, simplemente, destacar la cultura de la comunidad. Allepuz, Riada, La Fueva Viva, Rondadora, Poborina Folk, Matadragons, La Hoz Rexiste, Viento de norte o el Ixufrina son solo algunos de los nombres de la temporada y donde Mallazo y Au d'astí! se han dejado escuchar.
“Ahora sí que veo a la gente con muchas ganas de hacer cosas nuevas: de atreverse a montar festivales, iniciativas independientes, autogestionadas… y eso me parece maravilloso. Pero ha estado parado durante mucho tiempo”, comenta González. Una tendencia que, como explica, sí se aprecia en otras comunidades como Euskadi o Navarra. Desde los años 80-90, hay gaztetxes autogestionados y con bandas locales de rock y punk. “Ahí es una tónica habitual, pero aquí no ha habido esa tradición de siempre”, recalca.
Así también lo siente López: “La gente tiene muchas ganas de fiesta -también hemos pasado la época de COVID-, y sí que han surgido muchos festivales. El Ixufrina fue un exitazo tanto en 2022 como ahora en 2023, el Matadragons también fue brutal. Y luego, poco a poco, festivales en algún pueblo como El Run con Viento de norte… y no puedo nombrar todos, porque seguro que alguno se me olvida”.
Lanuza compara su época con la actual: “Si nosotros hacíamos 50-60 bolos al año, de esos 60, conciertos comprometidos políticamente podrían haber 10. Los otros 50 eran fiestas de pueblos. Mallazo y Au d'astí!, aunque son grupos festivos, tienen una línea muy clara. Sobre todo, Au d’astí! cantando en aragonés ribagorzano. El que hagan 40 conciertos es que hay 40 pueblos con un interés. Y eso sí que me parece interesante”.
Y es que tal y como declara el veterano músico: “Un grupo tiene sentido cuando tiene público y hace conciertos y kilómetros con la furgoneta. Si hay una demanda, hay una inquietud ya sea social, política o lo que sea. Y si hay demanda es porque algo se está moviendo. Hay gente joven que se está moviendo”.
Porque el panorama musical está cambiando en Aragón... y en España. Son muchos los jóvenes que, a través de sus letras, buscan reivindicar su tierra, sus raíces, su lengua y su libertad. Además de los ejemplos aragoneses de Au D'astí y Mallazo, aunque son muchos más (Fongo, La Cara B de Uesca, Los Draps…); cabe señalar a Rodrigo Cuevas en Asturias, Zoo en la Comunidad Valenciana, Tanxugueiras en Galicia o Crim en Cataluña, entre otras muestras de una revolución musical que solo acaba de empezar.