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¿Hubo “apaches” en Zaragoza?

12 de mayo de 2024 02:01 h

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A principios de siglo XX la prensa de París había fijado su atención en un grupo de jóvenes delincuentes. Su particular atavío, desparpajo y reglas sirvieron para crear un mito que se extendió por Europa. En España se tienen noticias pronto. El periódico El Día explicaba su origen y proceder: “Estas bandas, compuestas generalmente de jóvenes de veinte á veintiún años, están perfectamente organizadas, tienen señales convenidas y auxilian entre sí (...) Entran de noche en los establecimientos, amordazan al dueño, roban el dinero del cajón, beben cuanto les place y se retiran triunfalmente. Llámase a estos individuos los Apaches, nombre de argot parisiense” (3-9-1902)

A España acudirán a competir con la golfería nativa, sobre todo en Madrid y Barcelona. De la capital tenemos este testimonio publicado en 1904 por el Diario Mercantil de Aragón: “La Policía ha detenido en un café de la calle del Marqués de Campo Sagrado a diez individuos pertenecientes a una de las bandas de apaches que han invadido esta capital. Los detenidos son franceses e italianos, y visten correctamente y hasta con elegancia. Casi todos tienen tatuajes en el pecho, espalda y brazos, con dibujos e inscripciones extravagantes. Ninguno de ellos tiene oficio conocido, viviendo del timo y a expensas de las mujeres de vida alegre” (23-07-1904) 

Con semejantes mimbres, difícil que la prensa se resistiera a recrear y difundir una figura, más legendaria que real, para consumo de un público ansioso de emociones. La crónica negra acaparaba cada vez más titulares y a finales de la década de los años diez aparecerá la revista “El crimen de hoy”, decana del periodismo de sucesos. Hasta Emilia Pardo Bazán recurrirá al apache para adornar una de sus críticas literarias.

Entonces ¿hubo apaches en Zaragoza? 

Pues sí y no. La tentativa de crear un hampa urbana que diera porte de ciudad moderna a Zaragoza tropezaba con la realidad. La crónica de esta frustración provinciana nos la cuenta un artículo de marzo de 1911: “¿TAMBIEN APACHES?” 

“-- Han llegado a Zaragoza unos cuantos apaches

— ¡Caracoles! ¿De París? 

—De dónde, no lo sé, pero que son temibles, no hay duda. Había que indagar forzosamente si la noticia tenía visos de certeza“ 

El periodista acude al cuartel de policía a conocer más detalles:

-- ¿El señor jefe de policía? Preguntaba, amigo jefe, si se puede vivir tranquilo y sin temor a nuestros huéspedes, 

—¿Qué huéspedes? 

Los apaches que han venido. Estamos a cuatro dedos de que nos sustraiga uno de ellos el foigrás.“

Temor y curiosidad

El policía se muestra reservado. A la espera de noticias aguarda el reportero en comisaría. Son las doce de la noche y alguien llega con el rumor de que “había visto a los sacamantecas tomando ajenjo en un café de los más concurridos”. Con el temor, y la esperanza, de ver Zaragoza convertida en París decide “ir con la policía a dar airada batida a esos malvados. ¡Cualquiera se marchaba solo a casa!”. Pero en seguida llega la decepción. Periodista y policía consultan a un agente de guardia que “no se ha enterado de la llegada de los apaches. No es extraño, porque yo después de tanto trote y de perder la noche tampoco estoy enterado” (Heraldo de Aragón)

El texto delata las equívocas emociones del periodista. Pues por grande que sea, un temor imaginario siempre resulta preferible a la miseria cotidiana. Es precisamente esta sensación la que convertirá al apache en protagonista de los más variados espectáculos. En este sentido, sí hubo una auténtica invasión, tanto en Zaragoza como en el resto de Europa.

¡Pasean y vean…! 

Al teatro La Parisiana, situado en el paseo de la Independencia, llegan en junio de 1912 Raquel Meller y su hermana Tina para poner en escenario un repertorio que incluye la “apache sombría”. La función más destacada la firman la pareja Guerrerito-Antonelli cuyo “baile de los apaches” es un ‘hit’: “Las fieras arrogancias del apache contrastan con las sinuosidades felinas de su compañera, que le ama con más fiebre cuanto peor tratada se ve por él.”

Aunque la Gran Guerra se llevará por delante a toda una generación de estos rufianes, durante dos décadas no faltará un apache en los programas de variedades. Es lícito que el periodista Fernando Soteras, ‘Mefisto’, se preguntara desde París “¿dónde están los apaches?”

Es un número de apaches, de intensa emoción, en el cual Mistinguet, la artista mimada del público de París, interpreta una de esas apachinas de cuyos tipos ha sido genial creadora. Ella creó el ‘yo soy feliz con la gente del hampa’. Nuestras cupletistas ”raquelianas“ se vestirán unos pingos negros; se atarán un pañuelo rojo que servirá para que su amante las zarandee, y nos harán creer que su hombre se metió en su corazón como un ladrón y que eso es lo que ”se lleva“ por los bulevares exteriores” (Heraldo de Aragón, 17 de abril de 1923) 

En las Fiestas del Pilar de 1929 Espectáculos Velasco estrena en el teatro Circo (calle de San Miguel) “La apachesa”, subtitulada, por si había dudas, “Aventura apache”. En diciembre debuta en el mismo salón la compañía de Eugenio Casals con su “Danza de apaches”. Y hasta el Teatro Principal se ve invadido en mayo de 1931 con el “drama policiaco” , “El apache misterioso”. 

Pero el libreto no daba para más. Y así, el telón irá bajando poco a poco para el bribón parisino. Entrados los años treinta ¿a quién podían asustar ya sus “apachadas”?

A principios de siglo XX la prensa de París había fijado su atención en un grupo de jóvenes delincuentes. Su particular atavío, desparpajo y reglas sirvieron para crear un mito que se extendió por Europa. En España se tienen noticias pronto. El periódico El Día explicaba su origen y proceder: “Estas bandas, compuestas generalmente de jóvenes de veinte á veintiún años, están perfectamente organizadas, tienen señales convenidas y auxilian entre sí (...) Entran de noche en los establecimientos, amordazan al dueño, roban el dinero del cajón, beben cuanto les place y se retiran triunfalmente. Llámase a estos individuos los Apaches, nombre de argot parisiense” (3-9-1902)

A España acudirán a competir con la golfería nativa, sobre todo en Madrid y Barcelona. De la capital tenemos este testimonio publicado en 1904 por el Diario Mercantil de Aragón: “La Policía ha detenido en un café de la calle del Marqués de Campo Sagrado a diez individuos pertenecientes a una de las bandas de apaches que han invadido esta capital. Los detenidos son franceses e italianos, y visten correctamente y hasta con elegancia. Casi todos tienen tatuajes en el pecho, espalda y brazos, con dibujos e inscripciones extravagantes. Ninguno de ellos tiene oficio conocido, viviendo del timo y a expensas de las mujeres de vida alegre” (23-07-1904)