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“Debido al elevado coste de la sanidad en Estados Unidos, no he visto un médico desde 2013”, confesaba el periodista Carl Gibson a un diario británico, estos días atrás.
Este martes, Estados Unidos se enfrenta a una importante decisión, una elección que afectará a su futuro más inmediato, ya que deben elegir cómo saldrán (y saldremos todos) de esta crisis generada por el Covid. Porque en un mundo globalizado, las decisiones en política sanitarias que acometan, nos afectaran al extenderse a este lado del Atlántico en el tiempo que tarda un vuelo en llegar de Nueva York a Madrid.
Trump negó la pandemia. También, recomendó recetas milagrosas sin consenso científico y, además, anunció que Estados Unidos abandonará la OMS. Ese es el líder de un país como USA, que deja casi 30 millones de ciudadanos sin cobertura alguna, y la mitad de la población la tiene ligada a su trabajo. Y por añadido, Trump es el mismo presidente que cree que un muro genera fronteras insalvables.
Hablamos de un país donde la mitad de la población si pierde su trabajo, pierde su escuálida prestación sanitaria. Donde se acaban viendo abocados a abonar onerosas facturas e hipotecarse de por vida, por la atención de problemas de salud como un Ictus, una fractura de cadera o un tratamiento por la Covid. Los cuales oscilan entre 35.000 hasta más de un millón de dólares, después de un mes de ingreso en la UCI.
El modelo liberal aboga por un estado débil, con una escasa financiación, que se basa en que las prestaciones básicas se las financia cada ciudadano con cargo directo a su renta. Mientras un gobierno que abogue por un Estado del Bienestar implantado y con desarrollo, estará construyendo un país con una fuerte capacidad de recaudación de impuestos, de forma proporcional a la renta, para que estos ingresos puedan ser redistribuidos de forma solidaria, con el fin de ofrecer una amplia red de servicios públicos.
Por eso son tan importantes las medidas presentadas por el gobierno de coalición esta pasada semana, donde se marcaba la senda de unos presupuestos con una fiscalidad en función a la renta. Gravando, en consecuencia, sobre las rentas más altas, la responsabilidad de aportar al conjunto de las arcas, para el beneficio de todos los ciudadanos.
Solo de esta manera, es posible tener una sanidad más eficaz, accesible y que ofrezca un servicio ágil para las necesidades de los usuarios y la sociedad, en su conjunto. Un sistema sanitario que no requiera una Visa para acceder a él, ni te pueda rechazar en la puerta del hospital sino puedes asegurar el cobro de la atención sanitaria, como sí sucede en USA, con determinados tipos de seguro.
Ante esta situación de pandemia, donde hemos comprobado que las soluciones individuales no son eficaces y solo lo serán para frenar la pandemia aquellas que estén encaminadas hacia la responsabilidad social y de forma solidaria, podemos comprobar, que es necesario un sistema sanitario que no deje a nadie en la calle y de forma global de una solución a todos los ciudadanos ante cualquier problema de salud.
Ya que un hecho que ha demostrado esta pandemia es que las condiciones de vida, laborales y económicas son relevantes en el momento de prevenir la transmisión de la misma, como expresaba un reciente estudio hecho en Barcelona: “La covid-19 no entiende de fronteras ni de clases sociales, pero se ceba con los entornos desfavorecidos.” Una evidencia que desde hace décadas se detalla en múltiples estudios.
Con lo cual, se ha generado la tormenta perfecta en USA, porque la Covid ha traído un aumento del desempleo, del subempleo sin garantías legales, ni coberturas sanitarias y propicia que muchas personas en condiciones precarias se contagien y no puedan ser tratadas con el consecuente riesgo sanitario para ellos y su entorno.
“Cuando multiplicas mi situación [seguía explicando Carl Gibson] por 27,5 millones, terminas en un país lleno de personas que no verán a un médico a menos que estén extremadamente enfermos”, sentenciaba. Por ello, concluía, que si se combina “un sistema de atención médica con fines de lucro” con una pandemia global, “el único resultado” que puede salir es “un desastre total”.
Un desastre que conlleva que la pandemia sea más difícilmente controlable. Por eso la elección de este martes debería ser más Estado, más impuestos según la renta y más servicios públicos para todos los ciudadanos que no dejen a nadie atrás.
“Debido al elevado coste de la sanidad en Estados Unidos, no he visto un médico desde 2013”, confesaba el periodista Carl Gibson a un diario británico, estos días atrás.
Este martes, Estados Unidos se enfrenta a una importante decisión, una elección que afectará a su futuro más inmediato, ya que deben elegir cómo saldrán (y saldremos todos) de esta crisis generada por el Covid. Porque en un mundo globalizado, las decisiones en política sanitarias que acometan, nos afectaran al extenderse a este lado del Atlántico en el tiempo que tarda un vuelo en llegar de Nueva York a Madrid.