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Parece una perogrullada decir que en una moción de censura (MC) el gran perjudicado es el que la pierde y el beneficiado, el que la gana. Eso es una obviedad, sin duda, en el caso de dos partidos en litigio, pero en la reciente MC el escenario no era de dos, sino de cuatro partidos. Aplicando la lógica de los aliados ideológicos, deberíamos decir que los ganadores ha sido el PSOE y Podemos y los perdedores, PP y Cs.
Pero en el escenario a cuatro de nuestra política, la pugna no es tanto entre los adversarios ideológicos (PSOE y Podemos frente a PP y Cs) cuanto la pugna generacional: la de los viejos (el bipartidismo PSOE y PP) contra los nuevos (Podemos y Cs). Desde esta perspectiva los dos perdedores han sido Podemos y Cs. La vieja política le la ha dado un revolcón a los novatos.
La pregunta decisiva es la siguiente: ¿ha pesado más en la MC la pugna ideológica o la generacional?
Aunque en la vida real todo está mezclado, hay indicios para pensar que ha pesado más la generacional y, por tanto, que se ha dado una cierta complicidad sottovoce entre el PP y el PSOE.
Avalan esta hipótesis algunos datos llamativos. Por ejemplo, la rapidez con la que se ha resuelto. Algunos politólogos incluso han llegado a creer que “la decisión de Ana Pastor (presidenta del Congreso) de establecer la sesión parlamentaria tan rápido haya sido otro error”. ¿Ha podido cometer el PP un error tan de bulto? Yo no lo creo.
Otro dato llamativo ha sido la salida casi seráfica de Rajoy del gobierno con un breve discurso sin un solo dardo contra el adversario. Salvo las más que previsibles estridencias de Rafael Hernando, apenas se han escuchado voces de los dirigentes del PP contra el nuevo presidente del gobierno.
Finalmente, a día de hoy (7 de junio), se observa la presencia de personas del entorno del PP en el gobierno de Sánchez, y ni uno solo del entorno de Cs o Podemos. Pablo Iglesias se lamenta de que “en menos de 24 horas Pedro Sánchez se ha olvidado de nosotros”.
Parece que el PP haya tomado la salida del gobierno como un mal menor, que puede reportarle beneficios: el primero y más importante es el de sacarlo del candelero, porque el candelero ya solo le servía para realzar y hacer más visible su corrupción. Si la hipótesis aquí expuesta es aceptable, veremos en adelante una atenuación, cuando no invisibilización (si eso es posible, claro, por la ingente masa de corruptelas que arrastra) de la corrupción del PP.
Al estar fuera del gobierno, el PP aprovechará la oportunidad para reestructurarse o para “regenerarse”. Más rapidez: a mediados de Julio, en apenas un mes, el PP celebrará un congreso extraordinario y elegirá un nuevo líder. ¿Todo precipitado o perfectamente diseñado? Hay prisa, porque el PP quiere estar remozado para las próximas elecciones. Si los planes de esta MC no fallan, las próximas elecciones deberán ratificar la hegemonía del bipartidismo, y dará igual que gane el PSOE o el PP.
Desde esta perspectiva, el PP no ha sido el perdedor de la MC: ha optado por el mal menor ante los letales efectos de la sentencia de la Gürtel, la agobiante presión de Cs y la política dilatoria de Rajoy (el cunctator) en el tema catalán.
La conclusión es que el PSOE ha ganado la MC y al PP le viene bien estar fuera del candelero para aderezar su maloliente trastienda.
Si el PSOE y el PP salen ganando, a fortiori los perjudicados son Podemos y Cs.
Para que quede claro, el PSOE no ha dado ni agua a Podemos, siendo que es el partido que le ha dado el principal soporte parlamentario. Realmente no lo necesita, lo que necesita y persigue es fortalecer su imagen de partido de gobierno para arrebatar los votos a Podemos, en lo que está interesado tanto el PSOE como el PP. Borrar a Podemos del mapa interesa a los dos partidos.
Con Cs ha ocurrido algo semejante: el PP ha dirigido los dardos más duros contra el partido de Rivera, que ha hecho el ridículo pidiendo elecciones anticipadas. Es cuando más cerca ha estado Rivera de aquel cartel en pelotas cuando comenzó su carrera.
Alguien podrá decir que la hipótesis aquí expuesta es puramente especulativa. Pero contra ese defecto está la medicina de los hechos, que confirmarán o refutarán las predicciones que la hipótesis permite formular. Estas son algunas:
1. Frente a los que anuncian en el futuro una oposición apocalíptica (con venganzas incluidas), de lo dicho se deduce que no será así, y no lo será porque PP y PSOE tienen tareas propias perfectamente compatibles: fortalecer su imagen de partido de gobierno el uno, y lavado de cara el otro. En esa faena no se podrán zancadillas, más allá de lo que exige una “leal” oposición y el guardar las formas para que no se note el amaño del partido. La prensa más afín al PP tampoco ha levantado demasiado la voz.
2. Tanto el PSOE como el PP necesitan tiempo para desarrollar sus propias tareas; en consecuencia, las elecciones serán en 2020, que es cuando tocan, a menos que el problema catalán lo impida. Así que Rivera puede esperar: dos años son más que suficientes para rebajar la espuma demoscópica que lo ha desorientado.
3. Si el PSOE no puede aprobar con sus apoyos parlamentarios los presupuestos de 2019, el PP no pondrá obstáculos insalvables, porque a los dos les viene bien agotar la legislatura.
Estos serán algunos de los tests de la hipótesis aquí formulada.
Tanto Podemos como Cs se encuentran con la primera gran prueba (ahora, netamente política) para vislumbrar el alcance y dimensión de su presencia futura en la política española: si serán meras muletas de los viejos partidos del bipartidismo o si serán capaces de disputarles la hegemonía.
*José Solana Dueso (Gentes de Apoyo y Opinión)
Parece una perogrullada decir que en una moción de censura (MC) el gran perjudicado es el que la pierde y el beneficiado, el que la gana. Eso es una obviedad, sin duda, en el caso de dos partidos en litigio, pero en la reciente MC el escenario no era de dos, sino de cuatro partidos. Aplicando la lógica de los aliados ideológicos, deberíamos decir que los ganadores ha sido el PSOE y Podemos y los perdedores, PP y Cs.
Pero en el escenario a cuatro de nuestra política, la pugna no es tanto entre los adversarios ideológicos (PSOE y Podemos frente a PP y Cs) cuanto la pugna generacional: la de los viejos (el bipartidismo PSOE y PP) contra los nuevos (Podemos y Cs). Desde esta perspectiva los dos perdedores han sido Podemos y Cs. La vieja política le la ha dado un revolcón a los novatos.