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La plaza vertical de San Braulio

Plaza San Braulio, Zaragoza.

Mariano Gistaín

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Es una plaza diminuta pero tiene amables bancos y altas acacias. En esta plaza todo es vertical porque no hay sitio para más.

He tenido la tentación de emular a Perec y a su fiel seguidor Vila-Matas en el ejercicio de registrar todos los elementos de una plaza: la de San Braulio, en teoría, lo permite, pero la realidad, por muy limitada que sea, desborda el cuaderno, el móvil y el tiempo, que tira con bala.

Ahora esta microplaza, un reducto apacible, incluso al margen del mundo, recoge el tráfico que iba directo a Manifestación, este año en obras. El furgoneteo es permanente, la casa que ocupa un lado de la plaza lleva años en obras, etc. Hay cuatro plazas de aparcamiento reservadas hasta las tres de la tarde a la delegación del Ministerio de Fomento (que cambia de nombre a menudo), que está en el palacio o casa de los Tarín o del Canal Imperial --ahora también forrado por obras-- en la calle de la Santa Cruz.

En la plaza hay tres establecimientos veteranos: Modas Labarta, con un rótulo digno de coleccionistas, Encuadernaciones Zaragoza y la tienda de instrumentos musicales Musicópolix.

Al otro lado de Espoz y Mina hay un reciente gimnasio y desde la placita se atisba el fragor de músculos entre poleas y máquinas.

A pesar del tráfago de carga y descarga en los bancos se crea un espacio apacible en torno a la escultura del santo que fue obispo, intelectual, discípulo y amigo de San Isidoro de Sevilla, patrón de la Universidad de Zaragoza (aunque en los últimos años lo han apeado de ese tratamiento). San Braulio, personaje decisivo en el siglo VII, tiene un altar deslucido en el Pilar, donde está enterrado justo debajo del altar mayor.

El monumento, instalado en 1989, es de hierro y cemento, y el busto del santo culmina un conjunto vertical que pasa inadvertido. Es obra de Josep Bofill Moliné. En la brevísima calle San Braulio está el Centro Joaquín Roncal; la fachada es de 1931 y en el blog se puede ver el alzado original, rematado por un torreón, y que no se llegó a construir. En esa casa estuvo hasta 2005 la sede regional del PSOE.

La plaza deja dar un respiro a los viandantes, turistas, vagabundos, repartidores y chóferes mientras sus vehículo, maletas, mochilas y carritos de la compra reposan bajo la mirada enloquecida del obispo Braulio, que le corrigió las Etimologías a San Isidoro y pilotó la Iglesia y el Estado en tiempos de los visigodos.

Allí leía los periódicos de cabo a rabo el hombre apacible que llevaba una torta de pelo y guedejas hasta las rodillas... y que hace un año que no se le ve.

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