Aragón crea un comité para vigilar la enseñanza de su historia en otras comunidades autónomas
Aragón contará con un Consejo Asesor de la Enseñanza de la Historia Aragonesa, que vele por la veracidad de los contenidos relacionados con la historia de la comunidad que se difundan en el ámbito de la educación no universitaria. Analizará contenidos curriculares que se publiquen y que afecten a la historia en los libros aragoneses y en los de otras comunidades autónomas.
En una época en la que se habla mucho del adoctrinamiento en las aulas, desde el Ejecutivo autonómico reconocen que la medida se toma con un ojo puesto en Catalunya. Es en los libros y el material de esta comunidad, dicen, “en donde se han encontrado más tergiversaciones históricas”.
A modo de ejemplos deslizan algunos conocidos, y que ya han ocupado páginas informativas, como la mención a la corona “catalanoaragonesa” -algo que también se detectó en libros de la Comunidad Valenciana-; la referencia a Jaime I como rey de Catalunya, o la inclusión de zonas del territorio aragonés, “partes del Pirineo o la Franja”, dentro de los denominados “países catalanes”.
El Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Ejecutivo autonómico ha elaborado un decreto para constituir este órgano colegiado y consultivo, que estará formado por expertos reconocidos en el ámbito académico y se pondrá en funcionamiento a principios de 2018. El objetivo, apuntan, es que los contenidos de los materiales de las aulas no contengan incorrecciones históricas.
Además, emitirá informes por propia iniciativa o a instancia del Departamento. Hasta el momento, cuando se detectaba alguna anomalía en algún libro de texto o contenido de una exposición, por ejemplo, se emitía un informe a la alta inspección educativa.
Tal y como explican desde el Gobierno, “el Estatuto de Autonomía de Aragón establece que los poderes públicos aragoneses promoverán la conservación, conocimiento y difusión del patrimonio cultural, histórico y artístico de Aragón, su recuperación y enriquecimiento. Por otro lado, se considera que la neutralidad de la educación y la veracidad e independencia de los conocimientos que se trasmiten a los alumnos son fundamentales en la creación de una sociedad plural y con capacidad crítica”.
“La utilización interesada de los conocimientos que se transmiten a los alumnos, así como los que se publican”, continúan, “constituye un riesgo para la sociedad en su conjunto, que ve alterada su historia común, así como algunos de los pilares en los que se fundamenta”.
