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“Si hay que mantener una ruina, que sea una ruina digna”: el castillo de Montearagón muestra sus problemas a los aragoneses

Castillo de Montearagón

Miguel Barluenga

Huesca —

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El castillo de Montearagón busca apoyos en las más altas instancias para que su conservación sea cosa de todos. El presidente de la Asociación de Amigos del Castillo de Montearagón, Antonio Turmo, llevó la semana pasada a la Comisión de Comparecencias Ciudadanas y Derechos Humanos de las Cortes de Aragón la situación actual de esta fortaleza del siglo XI, declarada Monumento Nacional, que sigue presentando problemas de estabilidad y que, a su juicio, “necesita un plan para darlo a conocer a los aragoneses”.

Turmo reclamó una actuación “para que el Gobierno de Aragón genere un patrocinio sobre los reyes privativos de Aragón (monarcas anteriores a la constitución de la Corona de Aragón en 1137) en un momento en el que regiones vecinas utilizan la historia como arma arrojadiza”. En esa línea, sugirió realizar excavaciones en la cripta “porque se necesita hacer una prospección más exhaustiva”. También apostó por elaborar “una guía de actuaciones futuras recopilando las diversas técnicas reconstructivas que se han empleado en la reparación de Montearagón”.

Reclamó, además, mejoras en el acceso porque “ahora mismo la pista que hay no permite el paso de un autobús grande”, así como dar continuidad a anteriores trabajos de iluminación y llevar hasta allí el agua. La asociación, formada por 220 socios, nació en 1995 de la mano de Manuel Tresaco ante los continuos derrumbes que sufría entonces la construcción. “Nuestro objetivo siempre ha sido que los ciudadanos de la Hoya de Huesca volvieran la cara hacia su castillo, así como frenar la ruina que se estaba produciendo. Había que mantener una ruina que al menos fuera digna”, señaló.

A lo largo de estos años, la asociación ha organizado diversos actos para promover el conocimiento y la divulgación del castillo y su entorno. Estas iniciativas se han desarrollado de acuerdo con la propiedad, el Ministerio de Cultura, la dirección de Patrimonio del Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Quicena.

El alcalde de esta localidad, Javier Belenguer, criticó la falta de atención por parte del Gobierno de Aragón, a quien envió una carta contando la historia del monumento y solicitando una reunión con el presidente Javier Lambán, “pero todavía no hemos tenido respuesta”, aseguró. Según dijo, “costó 18 días conseguir que nos recibieran en Madrid mientras que para reunirnos con la Diputación de Huesca tardamos cinco meses”.

Calificado como Monumento Nacional desde 1931, las inclemencias del tiempo, el desgaste natural y los actos de vandalismo cercenan el encanto de esta emblemática construcción que se erige sobre un alto en la localidad de Quicena, a seis kilómetros de Huesca. Pese a encontrarse abierto al público, el castillo carece de medidas de seguridad básicas e incluso se ha registrado la entrada de animales, asilvestrados o domésticos, que remarcan este abandono.

El Instituto de Patrimonio Cultural de España, que ha cedido la gestión al municipio, se encuentra ultimando un proyecto para desarrollar estos trabajos. Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2017 registraron una partida de 1,4 millones completada con 200.000 euros más en los PGE de 2018. Esta inversión se enfocará hacia trabajos de consolidación del cerro donde se asienta el castillo; una medida que se juzga “prioritaria” para evitar deslizamientos de tierras como los que ya se han producido.

Sin embargo, en la localidad se espera que el plan contenga un apartado que garantice las visitas seguras para el público. Belenguer lamentaba que “nunca veremos un castillo de Montearagón reconstruido”. Aboga por la mejora de los accesos y de los aparcamientos y por la “evidencia” de que es necesaria agua, luz y aseos. Las tareas de mejora incluyen el drenaje natural de la fortaleza para eliminar la humedad, el cerramiento del perímetro de la muralla y la colocación de una puerta.

La inversión en los últimos 20 años ha sido muy escasa, pues solo se han realizado mejoras en el tejado y el suelo de la abadía del castillo. Para Turmo, “lo primero que hay que abordar son los problemas geológicos del cerro sobre el que se levanta la fortaleza, ya que los movimientos de tierras pueden afectar a sus ruinas. Después será el momento de pensar en la estructura del castillo”.

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