Aitor Ruiz-Redondo: “Los yacimientos de Europa oriental están cambiando nuestra perspectiva sobre el Paleolítico”

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —
15 de enero de 2022 23:00 h

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Un equipo internacional de arqueólogos de Reino Unido, Croacia, Italia, Francia y España ha comprobado que los cambios climáticos llevaron los humanos del Paleolítico a colonizar nuevas zonas de la actual costa adriática y a modificar sus herramientas. Estos arqueólogos están liderados por el investigador Juan de la Cierva en el Instituto de Universitario de investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Zaragoza Aitor Ruiz-Redondo (Zaragoza, 1985).

¿Cómo se adaptaban al cambio climático nuestros ancestros del Paleolítico?

Ya sabíamos que estos seres humanos se iban a adaptando a determinadas situaciones. Si hemos llegado a tener aviones, ha sido porque la tecnología ha ido avanzando desde que empezamos tallando una piedra. Van produciendo una serie de cambios tecnológicos, económicos... Eso ocurre desde que el ser humano lo es; es lo que nos caracteriza: ir modificando nuestros comportamientos culturales. En este estudio, lo que hicimos fue recopilar todas las dataciones radiocarbónicas y de otros sistemas que había en la cuenca del mar Adriático -tiene una explicación por qué allí y no en otro sitio-, y ver a través de una serie de modelizaciones, con programas estadísticos informáticos, cuándo ocurrieron determinado tipo de transiciones. Al compararlo con el registro cada vez más preciso que existe de los cambios climáticos que ocurren en el medio ambiente, nos dimos cuenta de que había una coincidencia cronológica entre el momento de cambios en el medio ambiente y determinados cambios en las formas de producción tecnológica, las herramientas que utilizaban, en movimientos de población...

¿Por qué en el mar Adriático y no en otro sitio?

Es una zona en la que vengo trabajando desde antes de terminar mi tesis doctoral, hace diez años, con diferentes proyectos que me fue un tiempo financiando el gobierno francés y hasta hoy la British Academy... Considero que esa zona es especialmente interesante para ver esas correlaciones entre los cambios medioambientales y las respuestas de los grupos humanos de ese periodo. ¿Por qué? Porque el Adriático es un mar muy poco profundo. Toda la parte norte del mar tiene menos de 130 metros de profundidad. En los periodos glaciales, ocurría como ahora: estaba subiendo el nivel del mar, con lo que el agua nos muestra en qué estado se encontraba la tierra. Cuando tenemos un periodo glacial, mucho porcentaje de esa agua está en fase sólida, es hielo, porque hay miles de kilómetros de glaciares y, por lo tanto, el nivel del mar, el agua líquida, baja. En el periodo en el que nosotros trabajamos, el Paleolítico Superior, en el máximo glacial, hace 20 ó 22.000 años, el nivel del mar estaba 130 metros más abajo que ahora, que es justo la profundidad actual del mar Adriático. ¿Qué implica esto? Que la península Balcánica estaba unida a Italia por una llanura que, ahora mismo, es el mar Adriático. Después del máximo glacial, la temperatura va a aumentando gradualmente: esa gran llanura de cientos de kilómetros se va inundando, porque sube el nivel del mar, hasta llegar al punto en el que estamos ahora. Toda la gente que vivía en esa llanura tiene que salir de allí. Por otro lado, el Adriático, como cuenca, también es muy particular porque está rodeado de los Alpes por el norte, de los Alpes Dináricos y de los Apeninos, es decir, tres cadenas montañosas relativamente cercanas y con picos de gran magnitud. Esas cadenas estaban cubiertas de glaciares. Conforme el nivel del mar va subiendo, los seres humanos van perdiendo espacio de llanura, pero a la vez están ganando el espacio de las montañas. Esos glaciares que ocupaban hasta los 1.000 metros de altitud van retrocediendo y se van quedando donde están ahora, cerca de los 2.800 o 2.500 metros. Todo ese pie de monte pasa a estar disponible como superficie, ya no está cubierto de glaciares. En definitiva, conforme va cambiando el clima, con un aumento de temperatura, se va reduciendo la superficie de llanura y se va ampliando la de monte. Lo que observamos es que, coincidiendo con estos cambios en el medio ambiente, la gente comenzó a ocupar la costa actual y hay un incremento grande de la población.

¿Qué otros cambios se produjeron en esas poblaciones, además del traslado de la población de un territorio a otro?

El periodo del máximo glacial se extendió aproximadamente hasta hace en torno a 20.000 o 18.000 años, pero la última glaciación que conocemos, en sí misma, dura hasta hace unos 12.000 años. Entonces, desde ese momento del máximo glacial hasta ahora, la temperatura sigue aumentando. Cuando termina este periodo de máximo glacial y empiezan los procesos de reducción del espacio, se adaptan de diferentes formas. Por ejemplo, vemos la utilización de determinados tipos óseos, como los arpones y otro tipo de herramientas. También vemos un cambio en la explotación técnica de sus herramientas de piedra; a un aficionado le parecerá que todo son piedras talladas, pero nuestro trabajo es precisamente reconstruir diferentes cadenas técnicas y operativas de cómo se creaban esas herramientas. Vemos un cambio muy marcado, una ruptura: el periodo anterior lo conocemos como epigravetiense antiguo y hay un periodo de transición hacia el epigravetiense reciente. Hemos podido fijar en este estudio ese momento de transición con bastante precisión: en un periodo que iría entre los 300 y 800 años, que en términos prehistóricos es una precisión muy notable. Y ese momento coincide exactamente con un momento de transición climática.

¿Cuál sería ese cambio en las herramientas?

Es muy técnico. Hay un cambio tanto en los modos de producción laminar, aumenta el número de determinados tipos de herramientas, aparecen nuevos tipos de raspadores... Hay un cambio tanto en la forma de concebir cómo se produce determinado tipo de metodología como en los tipos de herramientas que se producen. ¿Por qué es importante? Porque las herramientas que utilizas están totalmente adaptadas a cumplir su función en tu día a día. Entonces, cuando hay un cambio en las herramientas, hay también un cambio en las actividades que se están realizando o en el porcentaje de unas actividades y otras que se realizan.

¿Cómo cambian esas actividades?

No se pueden concretar con precisión. A partir de los restos materiales, que es un registro estático, reconstruimos algo dinámico: poblaciones, actividades... Estudiando en un yacimiento la distribución de restos, podemos saber dónde había un hogar, dónde ponían un fuego para dormir alrededor...

La migración desde esa zona que hoy sería el mar Adriático, ¿conllevó nuevas relaciones entre esas poblaciones y otras?

Hay una cuestión interesante que ha aportado nuestro estudio. En otras zonas de lo que llamamos culturas arqueológicas, en Francia o en el norte de España, no existe el periodo epigravetiense; es propio de la zona del Adriático y el este de Europa. En el mismo periodo, aquí lo llamamos de diferente forma porque tiene diferentes utensilios. En principio, esto podría llevar a pensar que eran gente que no tenían relación entre ellos. Pero lo que hemos visto en el estudio es que el momento de transición del epigravetiense antiguo al reciente coincide exactamente con un momento de transición en Europa occidental. Esto lo interpretamos desde el prisma de pensar que probablemente hubiera relación entre las poblaciones. Es bastante interesante constatar esas relaciones.

¿Deberían continuar las investigaciones en el Adriático?

Empecé trabajando en los Balcanes, en Serbia, en 2012, cuando realicé mi tesis doctoral sobre el arte paleolítico, sobre las pinturas rupestres. En aquel momento, el 95% del arte rupestre estaba entre Francia y España, algo en Italia. A mí se me ocurrió que igual no se había encontrado en otras zonas porque no se habían invertido los mismos recursos y esfuerzo en buscar. Empecé a organizar proyectos para buscar este arte paleolítico allí. Lo encontramos unos años más tarde. En apenas una década, hemos pasado de que existían sólo 20 ó 30 yacimientos en todos los Balcanes a duplicar ese número y a que fenómenos que se consideraban muy restringidos en este periodo, como las cuevas pintadas, resulta que también los tenemos allí. Estamos muy lejos todavía en número de yacimientos y en investigaciones de las zonas clásicas de investigación de la prehistoria, que es Francia y España. Aquí, llevamos 150 años investigando; allí, sólo unos 20 y con equipos aislados. El potencial de ese lugar es enorme. Encontrar otra cueva con arte paleolítico en España es interesante, pero ya hay 200. El año pasado, en otro proyecto en el que tuve la suerte de colaborar, un equipo alemán encontró en Bulgaria los seres humanos de nuestra especie, de Homo Sapiens, más antiguos de Europa; de una antigüedad insospechada, se llevan miles de años con los que encontramos en Europa Occidental. En definitiva, muchas de estas noticias rompedoras, que están cambiando bastante nuestra perspectiva sobre este periodo, en los últimos cinco o diez años están viniendo precisamente de yacimientos de la Europa oriental. Primero, por el potencial que tiene: debemos tener en cuenta que nuestra especie, el pueblo Europa, viene de Oriente Próximo y no hay otro camino sin nadar cientos de kilómetros que no sea a través de los Balcanes. Es la zona lógica de paso. Y, por las vicisitudes contemporáneas, con una situación económica muy diferente y con menos recursos dedicados a investigación, tradicionalmente no se les ha prestado tanta atención. Además, han tenido conflictos... es una zona en la que se ha trabajado mucho menos.

¿Qué sería lo próximo que estudiaréis?

En esa zona continuamos excavando, aunque, desgraciadamente, la financiación sigue viniendo por parte de Inglaterra y no de España. Ahora mismo dirijo un proyecto que incluye dos yacimientos muy interesantes; sobre todo, el yacimiento de Badanj, en Bosnia-Herzegovina, que incluye la mejor secuencia para el final del pleistoceno y la transición al Holoceno. Es probablemente el más rico de los Balcanes, teniendo en cuenta el tiempo que estuvo ocupado. Tiene una cantidad de material apabullante. Por hacernos una idea, en todos los Balcanes, habrá unos 150 ornamentos personales. Sólo en el yacimiento de Badanj ya hay más de 1.000. Es un yacimiento que, además, está muy bien conservado; que nos permite hacer un trabajo muy fino de ver las actividades que realizaban. De momento, todavía nos está dando muchas alegrías, mucha información novedosa; pretendemos seguir trabajando allí. Pero, a partir de este estudio, tenemos otros dos o tres yacimientos en el objetivo. Uno sería el yacimiento Romualdova, en Croacia, el primero en el que publicamos que había pinturas rupestres paleolíticas. También nos está aportando información muy interesante. Y el estudio nos ha apuntado a varios yacimientos que no habíamos tenido tan en cuenta: si miramos sus resultados, caen justo en periodos de transición, que siempre son de cierta incertidumbre y más interesantes de estudiar que los estables.