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Caso lindano: 25 años para aislar 150.000 toneladas de residuos tóxicos que nadie sabe cómo eliminar

El proyecto contempla acabar de separar in situ los residuos de lindano que siguen en el antiguo vertedero de Bailín

Eduardo Bayona

Zaragoza —

¿Y qué hacemos con el lindano? Cuatro décadas después de que Inquinosa comenzara a elaborar ese pesticida en su fábrica de Sabiñánigo, y a extender los residuos químicos de esa producción por el Pirineo, esa pregunta sigue sin respuesta. Y nada indica que vaya a tenerla a corto plazo, lo que ha llevado al Gobierno de Aragón a darse un plazo de 25 años para poner en marcha el plan C.

El A consistió, tras unos permisos de instalación no demasiado exigentes, en autorizar a Inquinosa a tirar sus residuos en los vertederos de Sardas y de Bailín, junto al río Gállego, mientras que el B, ejecutado en 2014 tras casi una década de preparativos, tenía como objetivo extraer los residuos de la segunda de esas zonas y confinarlos a una celda de seguridad cercana.

Sin embargo, su ejecución –algo desidiosa y agravada por la lluvia, según las investigaciones de la Guardia Civil- derivó en un episodio de contaminación del Gállego que, tras dejar sin agua del grifo durante semanas a miles de personas y desatar en el mayor sistema de regadío de la UE (Riegos del Alto Aragón) una alarma que no ha cesado, ha provocado la imputación de 14 personas en un juzgado de Jaca.

Aislar in situ y mover poco

El C consiste, básicamente, en aislar mediante trabajos in situ y reduciendo al mínimo imprescindible su transporte las 150.000 toneladas de residuos que los expertos calculan que se concentran en los vertederos y en la antigua fábrica, que sigue sin desmantelar y a la que el personal del Gobierno de Aragón ni siquiera puede entrar.

Para eso, según recoge el Plan Estratégico de Lucha Integral contra la Contaminación por Lindano que ha remitido a las Cortes el Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad que dirige Joaquín Olona, el Gobierno de Aragón estima que serán necesarios 25 años de trabajos e inversiones por valor de 550 millones de euros en las que se incluyen las patentes de las técnicas, inexistentes hoy, que un día puedan permitir la eliminación de ese volumen de residuos sin provocar un daño ambiental mayor.

Entre 1974 y 1988, Inquinosa “produjo más de 150.000 toneladas de residuos con alto contenido en HCH (hexaclorociclohexano) y otros compuestos organoclorados”, hasta el punto de que por cada kilo de lindano (HCH gamma) generaba “aproximadamente 10 de residuos peligrosos” que, fueron a parar “de forma prácticamente incontrolada”, y tanto en polvo como en líquido, a los vertederos de Sardas y Bailín, explica el documento.

“Mantener los riesgos bajo control”

Semejante acumulación de residuos persistentes en el medio ambiente, añade el documento, supone un “condicionante potencial de la calidad del agua de la cuenca del río Ebro”, además de entrañar “un grave riesgo para la salud humana y los ecosistemas”. Se trata de residuos “altamente tóxicos” y “muy resistentes a la degradación” que se acumulan en varios tipos de tejidos de los seres vivos –hombres incluidos- y que se transmiten a través de la cadena alimentaria.

Una inversión de ese calado requiere la implicación de la UE y del Gobierno central, que hasta ahora han mostrado una escasa receptividad con la problemática del lindano.

“Se trata de una hoja de ruta dinámica que se podrá alterar en función de los acontecimientos y de los resultados que obtengamos de las líneas de investigación abiertas”, señala Olona. “La prioridad absoluta del Gobierno de Aragón es mantener los riesgos ambientales bajo control”, añade la directora general de Sostenibilidad, Sandra Ortega.

Las líneas maestras del plan consisten en asegurar la potabilidad del agua de boca en el Gállego, impedir la llegada de contaminantes al sistema hidrológico e hidráulico, habilitar un sistema que permita “actuar con urgencia y eficacia ante posibles eventos contaminantes” y, por otro lado, impulsar acciones de I+D+I para buscar tecnologías eficaces de descontaminación y fomentar la llamada “compra pública de innovación”, además de “buscar recursos financieros en el marco nacional y de la UE”.

El objetivo es descontaminar el suelo y el subsuelo de la antigua fábrica tras desmantelarla, sanear y restaurar las tierras y el acuífero del antiguo vertedero de Bailín –donde seguirán los trabajos de oxidación química in situ- y, por último, mejorar el aislamiento y el sistema de depuración de Sardas, “priorizando el tratamiento de los residuos al pie del mismo y descontaminando suelos y acuífero”.

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