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Paco Ponzán, un héroe oscense de la resistencia antifascista reconocido en Francia e ignorado en su tierra

Placa en el cementerio de Buzet, cerca de Toulouse, en recuerdo de Francisco Ponzán.

Miguel Barluenga

Huesca —

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La mirada del oscense Paco Ponzán (1911-1944) observó con asombro la historia española y europea de la primera mitad del siglo XX. Libertario, anarquista, maestro, amigo de Ramón Acín, combatiente antifascista… Su nombre apenas encuentra eco más allá de los estudios y artículos académicos y de memoria histórica. Tampoco cuenta con ninguna referencia ni calle con su nombre en la ciudad que le acogió desde pequeño y a donde, en un deseo incumplido, quiso que se devolvieran sus restos mortales. Asesinado por los nazis después de colaborar en la resistencia contra Hitler y Franco, sí se trata de una figura venerada en el país galo.

Nacido en Asturias, donde su padre trabajaba en el sector ferroviario, se crió forjado por el hierro de la severa educación religiosa que le impuso su madre, viuda cuando Ponzán solo tenía siete años. Estudió el bachillerato con los padres Salesianos y en este centro floreció un carácter rebelde, disconforme y apasionado, que le enfrentó con los religiosos y le valió la expulsión del colegio. Fue ayudante de boticario y aprendiz de librería antes de matricularse en Magisterio a los 14 años. En esa escuela impartía clases Ramón Acín, artista, periodista y pedagogo, la víctima de la represión franquista más tristemente célebre de la ciudad.

Acín inspiró la naciente carrera política de Paco Ponzán hacia el anarcosindicalismo junto a otro de sus grandes amigos, Evaristo Viñuales. Ambos fueron detenidos con asiduidad por algaradas estudiantiles o su apoyo a huelgas y la participación en mítines y acciones anarquistas. La profesión de maestro le acabó conduciendo a La Coruña, si bien el golpe militar del 18 de julio de 1936 le sorprendió en Huesca, donde se encontraba alertado por las señales que apuntaban a la tragedia que estaba a punto de desencadenarse.

Ponzán tomó parte en la reunión del Gobierno Civil que, en la madrugada del 19 de julio, determinó que no se entregasen armas a la población para defender la República. “Ponzán era partidario de defender la República con las armas. Ramón Acín le pidió un poco de calma, pero al día siguiente ya fue tarde. Paco Ponzán huyó de Huesca. Cuando se enteró del asesinato de Ramón Acín, fusilado el 6 de agosto de 1936, lloró amargamente”, indica el historiador Víctor Juan.

Durante la Guerra Civil combatió en las filas anarquistas como parte del Consejo Regional de Defensa de Aragón hasta su disolución. Más tarde fue nombrado responsable del denominado Servicio de Información Especial Periférico (SIEP), encargado de acciones de sabotaje y espionaje en territorio enemigo. Exiliado en Francia tras la derrota republicana, estuvo interno en el campo de concentración de Vernet y allí arrancó la segunda parte de su periplo vital. Participó en la puesta en marcha de un grupo de evasión integrado en la denominada Red Pat O’Leary, responsable de la evacuación de miles de perseguidos por el nazismo.

“El principal objetivo era el de rescatar a los aviadores aliados que caían en suelo francés y conducirlos a refugios seguros, procurarles ropa, comida, documentación para cruzar los Pirineos y devolverlos desde Portugal o Gibraltar a territorio aliado. En este último eslabón de la cadena trabajaban los hombres de Paco Ponzán”, señala Víctor Juan.

El Grupo Ponzán toma el nombre del oscense y también contó con los servicios de su hermana, Pilar, instalados ambos en Toulouse. Trabajaron para los servicios secretos franceses, belgas y, sobre todo, ingleses. En el contexto de la guerra y la Francia ocupada, los aliados tenían necesidad de contar con pasos clandestinos de la frontera española que les permitiera evadir a personas en peligro y conducir correos a sus embajadas y consulados. Los anarquistas del Grupo Ponzán pretendían extender y fortalecer la lucha contra Franco en todos los frentes posibles y la colaboración con los servicios secretos aliados les aportaban financiación, armas y contactos.

El Grupo participó en la evasión de alrededor de tres mil personas y prestó un número indefinido de servicios de correo. Detenido en 1942 e ingresado de nuevo en Vernet, de donde logró escapar, Paco Ponzán cayó en manos de los nazis el 28 de abril de 1943. Fue asesinado en Toulouse y su cadáver quemado el 17 de agosto de 1944, solo dos días antes de la liberación de la ciudad francesa. Había dejado escrito en su testamento: “Deseo que mis restos sean trasladados un día a tierra española y enterrados en Huesca, al lado del profesor Ramón Acín”.

A pesar de verse incumplido este deseo y de la ausencia de homenajes en su tierra, Ponzán fue reconocido y condecorado a título póstumo por los gobiernos y ejércitos de Francia, Reino Unido y Estados Unidos. De los cuadernos de Ponzán recuperados tras su muerte es posible conocer la identidad, y a veces incluso la fotografía, de 311 personas evadidas por el Grupo: militares de alta graduación, políticos, personalidades científicas, familias judías... El Ayuntamiento de Toulouse sí le ha dedicado un paseo en su honor.

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