Refresca menos en Teruel: el cambio climático eleva las temperaturas a un ritmo de catástrofe

Eduardo Bayona

Zaragoza —
21 de febrero de 2021 22:11 h

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Refresca menos en Teruel, el territorio aragonés donde con mayor intensidad se están dejando notar los efectos del calentamiento global en lo referente a las temperaturas más bajas, que es uno de los principales flancos del cambio climático. 

De hecho, tanto el ritmo al que está dejando de refrescar en ese territorio como la cadencia con la que aumenta el calor más intenso en Huesca se acercan a los límites en los que la comunidad científica sitúa la barrera que dispara las alarmas del riesgo catastrófico para el planeta: 1,5 grados entre la época preindustrial y el año 2030.

Según indica el Informe T, elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad, la temperatura media en la provincia de Teruel ha aumentado a un ritmo de 0,185 grados por década desde 1961, una cadencia inferior a la registrada en Huesca y en Zaragoza, donde ese promedio se situó en 0,215 y 0,194. 

Esas cifras, obtenidas por el Observatorio a partir de los datos de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), arrojan sendos avances de 1,11 grados en los últimos sesenta años en Teruel, de 1,29 en Zaragoza y de 1,164 en el alto Aragón.

Las inquietantes mínimas turolenses y máximas oscenses

Sin embargo, esos registros muestran otra cadencia cuando se centran en las temperaturas más bajas que se dan en esos tres territorios, con incrementos de 0,242 grados por década para la media de las mínimas y de 0,235 para las más extremas del año en Teruel que apuntan a un calentamiento cercano al grado y medio (1,453 y 1,41) para los últimos sesenta años.

Los datos de Teruel superan con claridad los avances de 0,193 y 0,2 grados por década que se dan en Zaragoza y Huesca en la media de las mínimas y también lo hacen con los de 0,136 y el 0,174 de las más frías del año, que apuntan respectivamente a calentamientos de hasta 1,2 grados en los últimos sesenta años en el primer caso y de entre 0,8 y 1,1 en el segundo 

Ocurre lo contrario con las máximas, la progresión de cuyas medias arroja una media de 0,131, 0,177 y 0,226 grados por década de sur a norte y, por lo tanto, de entre 0,8 y 1,35 en las últimas seis décadas, algo que sitúa el escenario climático de Teruel por la parte baja del termómetro y de Huesca por la alta más cerca que lejos de rebasar el escenario crítico de 1,5 grados de aumento de la temperatura entre la etapa preindustrial de mediados del siglo XIX y el año 2030 en el que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPPC) de la ONU sitúa  desde hace unos años el umbral de la catástrofe, un límite del que tampoco Zaragoza andaría lejos a la vista de cómo han ido evolucionando sus temperaturas.

En todos los casos esos procesos de calentamiento se han ido intensificando en las tres últimas décadas, a partir de 1990, aunque no es descartable que el cese de actividades como la producción de electricidad mediante la quema de carbón en la central térmica de Andorra pueda, si no tirar a la baja de los registros, al menos dejar de hacerlo al alza.

La especial vulnerabilidad del área mediterránea

Los datos de Huesca y de Teruel resultan también inquietantes cuando se comparan con el conjunto del país. Así, el avance de 0,215 grados por década en la temperatura media en el alto Aragón y el de 0,226 en las máximas supone en ambos casos incrementos superiores a los promedios estatales, que se sitúan, respectivamente, en 0,2 y en 0,19.

Y, paralelamente, los aumentos de 0,242 y 0,235 en la media de las mínimas y en las extremas en Teruel rebasan con claridad los de 0,22 y el 0,18 que marcan las medias de España.

El observatorio concluye en su informe que “los datos presentados muestran, inequívocamente, el incremento en las temperaturas experimentado por España durante las última seis décadas”, un proceso que “puede observarse nítidamente a partir de los años 80 en los datos promedio de todo el país, y desde los años 70” con series largas de datos, y que se da en un marco en el que “2020 se ha mostrado como el año con un incremento en las temperaturas mayor, igualando el anterior récord de 2017”. 

Los autores del estudio no detectan “un patrón significativo” ni una “tendencia geográfica en estos incrementos de temperatura”, si bien “da la impresión [de] que el calentamiento podría haber sido superior en la mitad oriental de la península”, en la que “los efectos previstos por el cambio climático, aunque siguen las tendencias generales estimadas para el conjunto del planeta, poseen algunas singularidades que inciden en la alta vulnerabilidad de la región Mediterránea”.