Rosa y su hija se enfrentan a su desahucio tras diez años negociando con Kutxabank

El martes 26 de marzo es el día que Rosa, su hija de 23 años y su hijo de 21 llevan esperando (y temiendo) mucho tiempo. “Tenía esperanza de que se arreglara”, asegura, “pero ya no”. Tiempo de ilusión (a veces), de huelga de hambre, de citaciones judiciales… 10 años tratando de llegar a un acuerdo, sin, previsiblemente, final feliz. El martes Rosa esperará en su casa arropada por la gente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y del 8M.

Si se consuma el desahucio, llevarán sus muebles a un local que le han prestado. Ella y su hija (el hijo alquiló una habitación hace tiempo) aún no saben dónde irán. La protesta del pasado jueves a las puertas de Kutxabank no surtió el efecto anhelado. En ella, reconocen desde la PAH, habían puesto las últimas esperanzas. Porque la perspectiva de otro desenlace se ha ido disipando a lo largo de los años.

“Alivio hipoteca”

Rosa, junto a su marido, solicitó una hipoteca en 2005. El piso, tal y como lo han relatado a este medio representantes de la PAH, costaba 135.000 euros, pero la hipoteca fue de 170.000, “el desfase era en concepto de gastos de compra”, dicen. Además, no le aplicaron el Euribor, como suele ser habitual, sino el Índice de Referencia de Préstamos Hiptecarios (IRPH), “que supone un encarecimiento del pago de alrededor de 300 euros mensuales”.

En 2008, Rosa se quedó sola con sus hijos, una nómina de alrededor de 1.200 euros y una hipoteca de 960. Entonces, siempre según lo relatado por ella y por la PAH, acudió a la entidad y solicitó la dación en pago. Sin embargo, Kutxabank le ofreció lo que llaman “alivio hipoteca”, que, en realidad, sostienen en la Plataforma, “es un préstamo personal que, después, hay que pagar, o sea que lo que hace es endeudar más al cliente”.

Durante tres años, recuerdan, pagó 300 euros de su bolsillo y el resto, hasta llegar a los 960 mensuales, salía de ese “alivio hipoteca”.

Recurre a la PAH

En 2011, Rosa deja de pagar y pide ayuda. “Cuando empiezan a cobrarle también ese préstamo que llaman alivio, se da cuenta de que no puede, así que acude a nosotros”, indican en la Plataforma. “Al llegar aquí llevaba seis años pagando 960 euros al mes, o sea que ya había abonado unos 70.000 euros, pero la deuda seguía siendo de casi el total (170.000). Solo había pagado intereses”. Tras estudiar la situación, vuelven a pedir la dación en pago, “consideramos que Rosa ha pagado de sobra”, afirman.

Cada mes, a partir de ese momento, explica Rosa, “me quitaban más de 200 euros de la nómina para pagar el alivio”; la metieron en juicio y se negaron a negociar, dicen en la PAH. En 2014, tras una huelga de hambre de 13 días con otras personas en situaciones similares, las partes se volvieron a sentar en la mesa. Sin frutos.

Desahucio

La última oferta que le han planteado, anotan, es irse de la casa y abonar 30.000 euros: “No puedo aceptarlo, lo pagaría en un préstamo a 30 años, pero necesito ese dinero para pagar un alquiler”, dice ella.

Reconoce que estos días están siendo muy duros: “Soy muy fuerte, pero estoy muy nerviosa y cada vez que me pongo a hacer cajas con mi hija (con una minusvalía de un 10 % tras sufrir un derrame cerebral en 2015) me echo a llorar”. Quiere alquilar un piso, “pero no puede hacerlo porque le consta una deuda en el Banco de España”, explican en la PAH, y tampoco el Gobierno de Aragón le ofrece una solución habitacional porque tiene una nómina, apuntan las mismas fuentes.

Para más inri, Rosa (que no ha dejado de trabajar en ningún momento), teme quedarse sin empleo, “ejerzo como operaria de logística, pero estoy de baja por problemas físicos. Tengo mucho miedo de perderlo también”.