El presidente de Aragón, Javier Lambán, explicó hace unos días que en Zaragoza se da “la tormenta perfecta”. Por un lado, en la ciudad viven muchos temporeros que comparten viviendas en malas condiciones y se desplazan a recoger fruta a las zonas donde consiguen trabajo. Por otro, el ocio nocturno y los botellones también generan un gran número de contagios. En pocos días, los casos se han multiplicado en todos los barrios de Zaragoza. El más afectado es el de Delicias, donde viven 110.000 personas y con la mayor densidad de población de la ciudad: 35.000 habitantes/km2.
Aragón es la región europea con mayor incidencia acumulada de nuevos casos en 14 días: 532 por cada 100.000 habitantes. Hace dos semanas era de 220 casos por cada 100.000 habitantes. Por tanto, la cifra se ha duplicado en 14 días. El gobierno autonómico, entre las medidas adoptadas para frenar los contagios, ordenó el 5 de agosto el cierre de los establecimientos de hostelería de toda la Comunidad a la 1 de la madrugada intentando evitar el foco del ocio nocturno. Este sábado el Tribunal Superior de Justicia de Aragón ha suspendido de forma cautelar la orden de horario de cierre y concede al Gobierno de Aragón tres días para justificar la prohibición del servicio en barra.
Nacho de Blas, investigador en Epidemiología Veterinaria y Profesor Titular en la Universidad de Zaragoza, destaca las características demográficas de la población afectada. “Los casos que se están dando en Zaragoza son en parte de los temporeros que estaban trabajando en la Franja (zona oriental de Aragón, que limita en su mayor parte con Cataluña). Además de la alta densidad de habitantes por metro cuadrado de Delicias, muchos de los temporeros viven hacinados: en 70 metros cuadrados pueden vivir 7 u 8 personas, mientras que en el centro en un piso de 200 metros viven dos o tres. Eso contribuye al denominado contagio familiar que supone el 25% de los casos”.
En el trabajo realizado por el Grupo de Estudios de Ordenación del Territorio (GEOT) se puede averiguar que en estas zonas conviven varias generaciones; abuelos, padres e hijos, explica de Blas. En su opinión, “se está señalando a todo Aragón cuando realmente solo han estado afectadas tres o cuatro comarcas y ahora la ciudad de Zaragoza”.
De Blas tiene claro por qué los contagios de temporeros son superiores en Aragón que en otras comunidades. “En el sur, los asentamientos son bastante más constantes durante todo el año y no van por temporadas, como en Aragón. Aquí la producción se produce en los meses de recogida de la fruta de los árboles. Además, se desplazan por toda la comunidad en busca de una oportunidad de trabajo. Si no se les dota de las medidas sanitarias pertinentes y se continúa con la indigna situación en la que viven, es un criadero de contagios”.
Una situación que viene de lejos
Solo en la comarca del Bajo Cinca hacen falta entre 15.000 y 20.000 temporeros al año. La gran mayoría vive en buenas condiciones, pero hay una minoría que busca un techo donde puede: almacenes, casetas de campo, coches o tiendas de campaña. “En esas condiciones no hay salud, pero ya no solo del coronavirus, sino de cualquier enfermedad. Este colectivo tiene mucha movilidad porque viene gente de toda España. Si se juntan en muy malas condiciones y compartiendo muchas cosas pasa lo que ha pasado. Pero esto ya se sabía”, explica Juan Rico, que lleva casi 21 años como trabajador social en Cáritas Diocesana Barbastro-Monzón, donde atiende gran parte de la Franja de la provincia de Huesca. Desde hace tiempo disponen de un programa de atención a temporeros en infravivienda en las comarcas del Cinca Medio y Bajo Cinca.
El trabajador social cuenta con una persona africana para las labores de mediación y traducción. “Vamos por los asentamientos para ver si necesitan algo de comida, medicación y, ahora, mascarillas y geles. Les ayudamos también a cosas más personales como contactar con familiares. Trabajamos con UGT Aragón que informa a los temporeros de los convenios. Hay que erradicar estas situaciones: son personas y son cosas inaceptables en el siglo XXI. Los alcaldes de Zaidín y Albalate de Cinca han hecho una buena labor. Desde el minuto uno decidimos cerrar los asentamientos y ofrecerles un alojamiento digno”, dice Rico.
Coincidiendo con el epidemiólogo, el trabajador social reconoce que los casos han ido uno detrás de otro porque “no es lo mismo vivir cuatro personas en un piso que siete en un almacén pequeño. Hay que recordar que el medio rural anda muy escaso de recursos y viven el día a día, pero con la pandemia hemos hecho aguas”. “Este año, con el virus, se ha puesto el foco en los temporeros, pero es un problema de hace bastantes años. Les preocupa más que no nos contagien que darles una vivienda digna y solucionar un problema histórico y lamentable”, concluye.
Más jóvenes y asintomáticos
Jóvenes, fiestas y botellones se encuentran en el punto de mira como focos de contagio. Según los datos que ha analizado Nacho de Blas, partiendo de la información que facilita el Gobierno de Aragón, los casos de personas mayores de 80, que fueron los más afectados en la primera fase de la pandemia, ahora se han estabilizado. Los contagios entre jóvenes, que al principio no se producían, ahora superan a los de personas mayores de 70 años. También destacan los positivos entre 0 y 9 años, que han pasado de 6 u 8 casos a 226 a finales de julio.
En cuanto al perfil de los positivos en Aragón, más de la mitad de los contactos (57%) tiene menos de 45 años, y uno de cada seis afectados por la COVID-19 tiene 65 años o más. “Entre el 40 y el 60% de los casos detectados diariamente son asintomáticos. Eso quiere decir que el rastreo que se está realizando es bueno. Pero que sean asintomáticos no significa que después no puedan desarrollar síntomas. Muchos son presintomáticos. Alrededor del 50% en el momento del diagnóstico son asintomáticos, pero al final solamente por debajo del 20% no llegan a tener síntomas. Como se les diagnostica a tiempo pasan la enfermedad en casa porque estos casos también contagian”, afirma Nacho de Blas.
Isabel Castro, rastreadora del centro de salud de Grañén, asegura que “la mayoría de los casos se detectan porque han tenido contacto con un contagiado o porque han tenido un síntoma aislado muy pequeño”. En esta zona de los Monegros los seguimientos que se realizan comienzan por las familias: una persona ha sido contagiada fuera de casa y se lo ha transmitido a sus familiares“.