La vuelta a la normalidad de las personas mayores gracias al ejercicio y la socialización

Madalina Panti

19 de mayo de 2021 23:05 h

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Miguel (nombre ficticio) tiene 80 años y vive solo en el barrio de la Jota. Allí ha encontrado un refugio en el centro de convivencia de mayores, que le ha ofrecido la oportunidad de acudir al comedor y socializar. Miguel se suma a la estadística de 73.200 personas mayores de 65 años que, según el Instituto Nacional de Estadística, han pasado el 2020 y la pandemia en soledad, de un total de 151.300 aragoneses. 

La pandemia ha agravado el problema de la soledad no deseada y el aislamiento social en un colectivo vulnerable y, por tanto, ha supuesto el cierre de los pocos centros que les ayudaban a combatir esa situación. “No solo fue duro para los que estaban solos, los que no tenían redes sociales o la familia estaba fuera, sino gente que tiene hijos o nietos pero tampoco podían tener una relación normal como antes de tener contacto”, indica Pilar García, directora del centro de la Jota. Esta circunstancia especial no solo ha derivado en cambios cognitivos o psicológicos sino también físicos, ya que muchos de ellos llevaban mucho más tiempo sin salir y sin ver a nadie: “Decían que les ha caído tres o cuatro años encima, han salido muy poco al caminar por sus dolencias o han estado más confusos”, recuerda García. 

Tras varios meses de espera, los centros de convivencia vuelven a abrir sus puertas para actividades de recuperación de la Covid-19. Miguel, junto a otros compañeros seleccionados por los técnicos de los centros de distintos barrios, participa en talleres de mejoría física para dejar atrás la inactividad de la pandemia. “Él encontró en el centro una red social donde era feliz, pero al cerrar todo se le vino abajo. Lo veía merodeando por el centro esperando a que abrieramos y por eso lo vi como una persona candidata. Le ha hecho muchísima ilusión, como un niño que va el primer día al cole y conoce a un montón de amigos y a la vez le va a venir bien para andar. Nunca es tarde si la dicha es buena”, explica García.  

Estos talleres son una iniciativa municipal que, junto a la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de la Universidad de Zaragoza, pretende llegar a 600 personas mayores de 80 años para ofrecerles una alternativa de deporte y ocio a la vez que les da una mayor autonomía. “Más allá de los beneficios científicos que podemos observar, ellos mismos nos cuentan lo bien que se sienten y ven que mejoran. Muchas veces es difícil que una persona mayor vea que haciendo algo tiene una repercusión directa en su salud o calidad de vida. Es una motivación importante para ellos” indica el decano de la Facultad, Germán Vicente. 

Deterioro físico 

El confinamiento ha dejado secuelas psicológicas y relacionadas con la alimentación, ya que, en situaciones estresantes, las personas aumentan o reducen la comida. Además, la soledad no deseada aumenta el riesgo de sedentarismo, enfermedad cardiovascular, alimentación inadecuada y riesgo de muerte.  Varios estudios realizados por el Grupo de Investigación Edafides de la Universidad de Oviedo concluyen que las personas que realizaron más actividad física y de mayor intensidad durante el confinamiento, redujeron los síntomas depresivos y obtuvieron mayor bienestar emocional. 

Las sentadillas, los abdominales o el baile fueron las actividades más populares durante el confinamiento gracias a las plataformas como Instagram o YouTube, pero para este colectivo de edad más avanzada, el ejercicio físico no fue una de sus prioridades y, sumado a la brecha digital, ha supuesto un aumento de su nivel de fragilidad. Hoy en día muy pocos logran tener autonomía: “Algunos se habían deteriorado físicamente mucho, estaban bajos de moral y si hacían algo de actividad antes, ahora les hemos notado un bajón enorme. Se preguntaban si serían capaces de estar en este taller pero si, pueden porque hay monitores que van a estudiar sus capacidades y las van a potenciar”, explica García. 

Desde la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de Zaragoza, el grupo de investigación GENUD (Growth, Exercise, Nutrition and Development) especializado en nutrición, ejercicio físico, alimentación y crecimiento y desarrollo, ha colaborado diseñando el proyecto municipal. Han sido los encargados de orientar a los monitores en base a investigaciones que llevan realizando desde 2008 a nivel nacional. En este programa ha incluido “variaciones para individualizar el ejercicio que necesitan hacer dependiendo de su fragilidad individual”. 

Lo importante es poder trasladar sus estudios e investigaciones a la sociedad, “no se puede quedar solo en un artículo que se publica en una revista científica que vamos a leer unos cuantos apasionados del tema, tiene que revertir porque si nosotros vemos que algo es bueno y eso que es bueno no les llega, no conseguimos el objetivo de esa transferencia de conocimiento y aplicación a quienes lo necesitan” comenta Vicente. 

Vacunación, salvavidas de las actividades presenciales

Durante seis semanas, los grupos asistirán a los talleres en 28 parques al aire libre y en los patios de los centros de convivencia de mayores de La Almozara, Oliver y Laín Entralgo, respetando la distancia de seguridad y las medidas sanitarias. En total se han formado 102 grupos con seis o siete personas por motivos de seguridad sanitaria y para poder dedicar tiempo a cada uno de los usuarios. 

Esto se debe en gran parte a las buenas cifras de vacunación en esta franja de edad. En Aragón, hasta ahora se han suministrado 708.687 dosis, y en la franja de edad de mayores de 80 años un 91,7% están vacunados y aproximadamente un 93,2% ya tiene la primera dosis. 

Además el ejercicio físico puede ayudar a una mayor tolerancia a la vacuna, “el sistema inmunitario está más reforzado con el ejercicio físico incluso se empiezan a plantear estudios que si las personas son activas, también las vacunas van a tener mayor efecto y eso en general viene determinado porque es un potente activador del sistema inmunitario” resalta Vicente. 

Con los índices de contagio en descenso y la vacunación en aumento, este programa solo supone la primera fase de la futura reapertura de los centros de mayores y de comedores, actividades y talleres presenciales. La prioridad sigue siendo mejorar la calidad de vida y la salud de este colectivo vulnerable junto a la prevención de la soledad o la reducción de la brecha digital.