Su nombre es Pablo, a secas. Vive en el concejo de Llanera y trabaja en una empresa de control de plagas. La fotografía es una de sus aficiones. No quiere dar más datos de su identidad porque cree que el anonimato es la clave del éxito de su aventura en redes sociales, concretamente en instagram, donde publica bajo el nombre de @Urbex_Asturias. Llegó a este seudónimo por casualidad. Quiso inscribirse como 'Asturias Abandonada' pero ese perfil ya estaba ocupado por quien a día de hoy es su pareja.
Lleva cinco años recorriendo rincones de Asturias y colándose en lugares abandonados para capturarlos con sus instantáneas. Ya lo hacía desde niño, en la casa contigua a la cuadra del domicilio de su madre, que vive en un pueblo sola. Con seis o siete años entraba por la ventana, veía lo que había dentro y se imaginaba las vidas de quienes habían habitado aquel rincón.
Para él descubrir estos sitios es toda una aventura, viaja sin destino predeterminado. Cuando tiene tiempo libre coge el coche, transita por las carreteras asturianas y se para en lugares que no siempre son muy accesibles.
A Pablo le gusta sobre todo el occidente asturiano, allí, en el concejo de Allande estuvo una vez desbrozando el camino durante dos horas para poder colarse en una casa abandonada. La maleza pasaba por encima de su cabeza, era una caleya por la que probablemente hacía décadas que nadie transitaba. Lo hizo sin saber si podría lograr entrar pero, afortunadamente, la puerta estaba abierta.
No todos sus descubrimientos son a ciegas. Cuando aparca su coche siempre pasea tranquilamente por su punto de partida, pueblos donde aún quedan vecinos. Y con ellos, con los mayores que guardan en su memoria recuerdos de tiempos mejores, Pablo se para a charlar. Estos testimonios son su “tesoro” y en muchas ocasiones su guía.
Se siente un poco guardián de la memoria de los rincones que descubre y por ello vela por mantener en secreto su ubicación. Lamentablemente no todas las personas entran en estos lugares con respeto y en alguna ocasión ha visto cómo alguno había sido asaltado y vandalizado, porque a Pablo le gusta volver y revisitar sus hallazgos. Aunque cuenta con experiencias diferentes donde hacer público el sitio abandonado ha servido de ayuda.
En la pequeña aldea allandesa de La Collada, Pablo se encontró una escuela rural que cerró sus aulas en el año 1965. Esa es la fecha en la que el bullicio de los escolares desapareció y las paredes se sumieron en el silencio, tal y como le contaron los tres vecinos que aún quedan en el lugar.
Dos de ellos ya superan los 90 años pero no han dejado de pelear por su pueblo. Hace año y medio iniciaron un crowfounding para conseguir cambiar las ventanas de la escuela y evitar así su deterioro. No estaban teniendo mucho éxito hasta que Pablo los vio por facebook y decidió echarles un cable.
Cogió su coche, hizo su reportaje y tras la publicación en su perfil y, con el apoyo de otro compañero de batallas en youtube, los tres vecinos de La Collada consiguieron recaudar tres mil euros y cambiar las viejas ventanas de madera para alargar la vida de su escuela.
Entrar en esas aulas fue para Pablo atravesar el tiempo y encontrarse en otra época. Todo estaba como si los alumnos hubiesen salido de las clases hacía apenas unas semanas, perfectamente conservado. Allí estaban los pupitres originales, con sus tinteros y sus compases. También el maletín del viejo profesor y una foto original de Primo de Rivera presidiendo el aula, la de Franco ya no era la auténtica, alguien la había robado.
Los tres vecinos de La Collada habían pedido ayuda al Ayuntamiento para obtener fondos para la conservación pero no tuvieron respuesta y por eso él no quiso dejarles en la estacada y decidió ayudarles. Su miedo ahora es qué pasará cuando los tres guardianes de la escuela fallezcan. ¿Quién se preocupará de que el edificio siga en pie?
Un archivo visual que quiere despertar conciencias
El abandono de las zonas rurales es uno de los problemas a los que se enfrenta no sólo Asturias, si no muchas comunidades autónomas. Para que no caigan en el olvido es para lo que Pablo fotografía o graba en vídeo sus pequeños “tesoros”. Porque si algo tiene claro este joven de 28 años es que hay que salvaguardar cada rincón y él los tiene todos a buen recaudo en un disco duro que es todo un archivo de memoria.
En el último año ha descubierto cinco escuelas rurales vacías cuyos pupitres de madera los carcome la polilla. Entiende que las administraciones no pueden hacerse cargo del mantenimiento de todo pero él insiste en llamar su atención y en más de una ocasión ha llamado a la puerta de algún consistorio. Por ahora, no ha recibido apoyo.
Casas particulares, escuelas y capillas, estos son los enclaves que más visita en la actualidad, aunque sabe que el patrimonio industrial asturiano abandonado es ingente. Pero un buen susto, hace poco más que un año, en una visita a una fábrica de Lugones donde se cayó en una arqueta de aceite, le hizo abandonar esos enclaves. Tuvo suerte porque en esa ocasión no iba solo.
Ya cuenta con más de 10.300 seguidores en instagram. El camino hasta esta popularidad se aceleró en el último año, cuando Pablo intensificó sus interacciones con el público. Basta una rápida visita a su perfil para ver que ya no le vale sólo con su imaginación y con las historias que él cree que se vivieron en los lugares que visita, quiere ver hasta dónde vuela la imaginación de los demás.
Y con estas interacciones ha cruzado el charco y ha conectado con la comunidad asturiana de Argentina y de Cuba. Han sido muchos descendientes de emigrantes los que se han puesto en contacto con él agradeciéndole poder ver los salones de viejos caserones en los que se imaginan las vidas de sus antepasados.
Instagram hace su magia. Pablo no paga publicidad ni busca rédito económico, sólo difundir lo que ha sido el pasado que ahora queda en el abandono. Con esta difusión, de repente, se le abren puertas, como la del primer caserón indiano de la localidad de Somao, Pueblo Ejemplar de Asturias en el año 2020, El Noceo. Uno de los descendientes del cubano que construyó este pequeño palacete lo llamó desde Madrid y quiso que entrase a hacer sus fotos.
Frescos de iglesias desaparecidas y un soldado templario
Son tantos sus hallazgos que le cuesta decantarse por alguno de ellos. Especial cariño le tiene a una casa con la que se encontró en marzo de este mismo año. Sin ningún temor, y pese al estado de derrumbe que presentaba desde el exterior, Pablo asomó la cabeza por la ventana. El suelo de la cocina estaba hundido, aún así, empujó la puerta y no dudó en entrar.
Allí se encontró, en lo que había sido un lujoso salón, un piano con las teclas aún tapadas con su tela y cuatro muebles que le parecieron una auténtica maravilla. Pero la belleza del inmueble era aún mayor en la planta superior. Allí se encontró unas salas con las paredes decoradas con frescos. Uno de ellos era la imagen de una antigua capilla que, según le relataron los vecinos de la zona, ya había desaparecido. Esa pintura es la única representación gráfica que queda del templo.
De nuevo la magia de internet hizo que uno de los descendientes de sus propietarios viese las fotos y contactase con Pablo. Ahora en proyecto tienen un reportaje con el que el heredero quiere encontrar a todos los miembros de su familia con los que comparte en herencia el inmueble. Lleva cerrada desde el año 90 y el estado en el que se encuentra juega en su contra, pero van a intentar evitar su desaparición.
Otro de los descubrimientos del que habla con orgullo es el de un sarcófago del s. XVI que se encuentra en la capilla de Santa María de Arganza, en Tineo. Está a la espera de que las autoridades sí actúen en el lugar porque se trata de patrimonio catalogado por el Principado. En realidad, de la capilla que data del s.XIII, queda bastante poco. Está prácticamente derruida y fue la casualidad, de nuevo, la que hizo que descubriera la tumba del soldado templario.
A Pablo le entristece encontrarse todos estos tesoros en estado de abandono y por ello no ceja en picar a las puertas de las administraciones para que, donde sea posible, se recuperen los frescos y se pongan los medios para su conservación. En este caso en concreto sí se han comprometido a actuar en la zona, él confía en que así sea.
Lo que sí tiene claro es que él seguirá explorando Asturias y también algunos enclaves de León y Galicia donde, al menos un par de veces al año, viaja en busca de esos lugares abandonados que no quiere que se pierdan en la memoria de los que ya se fueron. Su sueño de niño era ser periodista pero él mismo dice que estudiar no era lo suyo.
Sin embargo su espíritu inquieto le ha llevado a la aventura de hacer de @Urbex_Asturias todo un almacén de imágenes e historias en las que no sólo queda plasmado el estado actual de muchos rincones si no también los relatos que él y sus seguidores crean con la imaginación de quienes quieren pensar que el pasado nunca muere.