Cómo el carbón que llega a Europa por El Musel de Gijón afecta a las comunidades de Colombia
Eliezer sale de su calle en el barrio del Natahoyo y se dirige hacia Cimadevilla. A su paso, a la izquierda, unas calles más allá, dirección norte, está el mar y El Musel, el Puerto Marítimo de la ciudad de Xixón o Gijón. Es el más grande de Asturies y uno de los mayores del norte de España y es por eso que recibe muchas mercancías que aterrizan en este país desde otros lugares del mundo.
Eliezer Arias encontró en Asturies un refugio durante unos meses para descansar de la persecución que llevaba años viviendo en su país de origen, Colombia. Gracias al Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia, (PAV), de la organización Sol de Paz Pachakuti, Eliezer pasó un tiempo como refugiado en Xixón.
Como explica el Consejo de la Juventud asturiano, este programa fue en su inicio una respuesta de la solidaridad internacionalista asturiana al llamamiento del sindicalismo colombiano por el alto número de líderes sindicales asesinados y amenazados y ahora ya tiene una trayectoria de más de 20 años de vida. Entre sus misiones está dar refugio temporal a personas defensoras de derechos humanos que, mientras están por aquí, se encargan de sensibilizar sobre las violaciones en este materia que acontecen en Colombia y de contar sus experiencias.
Así hizo Eliezer en su estancia en Asturies: aprovechar encuentros para relatar la situación en su país, mientras dejaba temporalmente años de activismo reposando en Colombia. Como representante de los Pueblos Indígenas de la Sierra de Santa Marta en Colombia y por su defensa de la naturaleza frente a la minería, de carbón, Eliezer fue relatando cómo vio su vida peligrar en varias ocasiones.
Parece una paradoja de la geopolítica global que Eliezer desconectara de persecuciones y amenazas unos meses en Asturies, frente al puerto español que recibe miles de toneladas de carbón que llegan desde Colombia. Y es que, quien conozca un poco de Asturies y su historia, sabrá que tradicionalmente ese fue el puerto usado para dar salida al carbón que hasta hace unos años se sacaba de las entrañas de la tierra asturiana.
A pesar del cierre de las minas asturianas, el carbón sigue usándose en Europa en diversas industrias. Quienes viven en Gijón habrán visto barcos cargados de carbón que entran a España por El Musel. Estos barcos vienen en muchas ocasiones directamente desde Colombia. Y el activista aprovechó su estancia en España para relatar cómo la industria minera en el norte de Colombia afecta a las comunidades locales y al medio ambiente.
La sequía perpetua en el norte de Colombia y el carbón que cruza el Atlántico
La explotación de carbón en el norte de Colombia comenzó hace décadas. Empezó por La Guajira, región que, al mismo tiempo, es una de las regiones más secas de todo el país, con la mina de El Cerrejón.
La que aquí escribe visitó La Guajira en el año 2015, un año clave en el que las organizaciones indígenas locales consiguieron poner este territorio en el ojo del huracán: calculaban que 5.000 niños y niñas habían muerto de malnutrición por la falta de agua. Algo que el Gobierno desmintió, pero que puso el foco y las críticas en la mina Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto de la que sale gran parte del carbón que recibe en Asturies.
Aquel representativo año 2015, el río Ranchería, una gran fuente de alivio para los Wayúu, los indígenas que viven en La Guajira, estaba seco. Resultó que bajo el río había mucho carbón para sacar y en 2014 la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) había autorizado a la Mina Cerrejón a desviar parcialmente el arroyo, que tiene 21 kilómetros, para permitir la explotación del carbón que subyace en su cauce natural. Esta decisión y las acusaciones de las comunidades locales se ha mantenido como un motivo de disputa que ha llegado a la Corte Constitucional de Colombia en 2023. La sequía de ese río tiene la gravedad extra de que en La Guajira la lluvia es escasa y el calor dura todo el año.
Si todas estas historias pueden ser chocantes, resultan aún más simbólicas para los que proceden de la Cuenca Minera asturiana, donde en el año 2014 vio el cierre de uno de los principales pozos de carbón de la región del Nalón, el Pozo Sotón en El Entrego, dejando la zona con unas perspectivas de empleo y del futuro tan oscuras como el carbón que ha quedado por el subsuelo enterrado.
Por otro lado, como relata Eliezer, ser activista ambiental en Colombia puede ser letal. Este mismo medio reportó en 2022 que al menos 78 defensores de derechos humanos habían sido asesinados en Colombia en 2021, según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos en el país. Hubo años anteriores donde estas cifras eran muchísimo más altas.
Asesinatos a familiares y años desplazado: la historia de Eliezer
El Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia, (PAV), de la organización Sol de Paz Pachakuti, como el propio colectivo explica, acoge en Asturies, por un período de hasta seis meses, a personas que se encuentren en situación de riesgo probado de perder la vida o su integridad física por causa de su actividad como defensores y defensoras de derechos humanos.
Eliezer Arias, ahora ya de vuelta en su país, fue parte de ese programa. Javier Arjona, activista del Comité de Solidaridad con América Latina y Soldepaz Pachakuti, confirma que muchas son las personas que han pasado por el programa en toda su historia, escapando precisamente de persecuciones relacionadas directamente con la explotación del carbón en el país americano.
Eliezer es de El César, un departamento pegado al de La Guajira, en donde, además de las explotación minera, se han construido trenes y carreteras en las últimas décadas para ofrecer una mejor accesibilidad a la mina. El 90% de la producción de carbón de Colombia es extraído en las zonas mineras de El César y La Guajira.
Arias ya ha pasado los 40 años de edad y su vida lleva marcada desde el año 1996 por esto, cuando empezaron a pavimentar carreteras en su pueblo, en su resguardo. Un resguardo es una institución legal de un territorio para una comunidad indígena. Cuando llegó el pavimento y llegaron las buenas conexiones, también llegaron los grupos paramilitares a moverse por la zona, según cuenta Arias.
En un país como Colombia, tantos años marcado por la violencia, la conexión de una aldea con el mundo puede acabar en muertes. Entre otros problemas que vivió la comunidad de Eliezer es que las infraestructuras que se iban construyendo comenzaron, de acuerdo con las palabras del activista, a “invadir” sitios sagrados de la Sierra Nevada de Santa Marta, un lugar que las comunidades locales protegen ya desde los tiempos de la colonia española.
Los relatos de Eliezer, desde una cafetería de Xixón –con su vestido blanco y su mochila marrón y blanca tejida a mano y posada sobre la mesa– trataron sobre una larga lista de incidentes violentos contra él, su familia y sus vecinos, desde que en 1996 comenzaran los paramilitares a rondar la zona y a asesinar a personas, acusándolas públicamente de guerrilleros o de colaborar con la Guerrilla.
Son de tal gravedad esas historias, que podría parecer de ciencia ficción. Pero, para toda aquella persona que conozca la historia de Colombia reciente y sepa sobre la resistencia contra el saqueo de las tierras a campesinos y a personas nativas americanas, sabe bien que cada historia que Eliezer describió no eran relatos aislados de una familia. Habló de desapariciones, asesinatos, amenazas, desplazamientos forzosos, grupos armados con pasamontañas sobre las caras, sin identificar, entrando por la noche en hogares de familias… y, a su vez, de resistencia.
Activismo por obligación y necesidad de sobrevivir. Eliezer es Kankuamo, un pueblo nativo americano del que se calcula que hay 15.000 personas y que son considerados como los encargados de velar por la fraternidad y bienestar de la comunidad, así como los garantes de propulsar el cuidado del medio ambiente. Cuando se hizo adulto, el activismo fue por decisión propia. Primero en la universidad. Acabó mudándose forzosamente a Bogotá, la capital de Colombia, donde vivió años. Aun así, su apellido y sus orígenes lo iban delatando y el riesgo a su integridad física continuó con los años, según su propio relato.
Las razones en Asturies para recibir tanto carbón
Ahora bien, siendo Asturies una tierra con carbón en el subsuelo y con la infraestructura creada para explotar las minas, la duda es: ¿por qué tanta importación de este mineral desde Colombia? Justo en 2023, año en que Eliezer vino a encontrar un espacio de paz durante unos meses en esta región del norte de España, salieron titulares apuntando a que se había disparado la importación de carbón a España más que nunca.
Paco Ramos, portavoz de Ecologistas en Acción, recuerda que el carbón y su uso cayó en Asturies y España, pero que países como Alemania, que importaban carbón desde Rusia ahora lo están trayendo de otros lugares como Colombia (por los bloqueos tras la invasión a Ucrania). Al mismo tiempo, el puerto de Rotterdam está lleno, y nuestros vecinos de Europa necesitan otros puertos de entrada, como está siendo el del Musel.
En Asturies, recuerda Ramos, el carbón se ha estado usando estos años para la central térmica que hay en Aboño (la última de España) y también para Arcelor Mittal.
Ramos también añade que la minería asturiana lleva 40 años cerrándose y no por razones ambientales, sino porque no era viable económicamente. Un tema con mucho que rascar detrás y que haría falta un análisis de las condiciones laborales de quienes sacan el carbón de la tierra en Colombia.
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