La Guardia Civil de Asturias detecta un fraude en exámenes de conducir a través del uso de dispositivos electrónicos

Pilar Campo

Oviedo —

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La Guardia Civil de Asturias ha detectado este verano los primeros casos de fraude en las pruebas teóricas para la obtención del carné de conducir a través del uso de dispositivos electrónicos. Los agentes han denunciado a dos jóvenes, de 20 y 27 años, en apenas un mes, por haber incurrido en una infracción grave a la Ley de Seguridad Vial, que conlleva una sanción de 500 euros y la prohibición de presentarse de nuevo a los exámenes hasta transcurridos seis meses.

Las organizaciones que están detrás de este fraude están cobrando entre mil y 3.000 euros de promedio a aquellos aspirantes que optan por no estudiar la normativa de tráfico y recurrir a este método.

El primer caso se detectó el pasado 10 de julio durante el desarrollo de las pruebas celebradas en Oviedo y el segundo el pasado 9 de agosto en Gijón.

Su actitud y lenguaje corporal les delató. Los efectivos del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico (GIAT) de la Guardia Civil vieron que, en los dos casos, estos jóvenes mantenían una postura muy erguida en la silla durante la prueba y esperaron a que terminaran de realizar el test para comprobarlo.

El cacheo al que fueron sometidos transformó las sospechas en certezas y contra ambos se ha formulado sendas denuncias.

Un agujero en la sudadera

El primer caso se registró el 10 de julio, cuando los agentes sorprendieron in fraganti a un joven marroquí, de 20 años y vecino de Bilbao, que se presentaba a la prueba teórica para obtener el permiso de conducir de la clase B en el aula que la Jefatura Provincial de Tráfico tiene en la capital asturiana. Sin embargo, optaron por esperar a que finalizara el examen para no interferir en el examen que seguía el resto de aspirantes.

Una vez que el joven terminó la prueba, con discreción, los agentes le realizaron un cacheo superficial en la ropa y comprobaron que ocultaba un sofisticado sistema de comunicación integrado por un teléfono móvil que incluía tarjeta SIM activada, pinganillo, cable interlocutor y un repetidor cuya finalidad era conectar todos los dispositivos.

El joven había realizado un agujero en la sudadera que llevaba para esconder el dispositivo de comunicación y enfocar, a través de la cámara del teléfono móvil, las imágenes de la pantalla del ordenador en la cual se visionan los diferentes bloques y preguntas de que consta el test del examen.

Para garantizar que hubiera una correcta comunicación y recepción de las imágenes, el joven permaneció en todo momento en una posición erguida en la silla, de forma que según la Guardia Civil pudo mantener la alineación de la cámara del teléfono móvil con la pantalla.

El aspirante contó con la colaboración en el exterior del aula de una persona experta en normativa de tráfico y seguridad vial que en todo momento pudo visionar en tiempo real el test de preguntas. Una vez vistas, comunicó por voz las respuestas correctas que el denunciado pudo escuchar a través de un diminuto pinganillo colocado en el oído.

Las respuestas, a través de un pinganillo

El segundo caso ocurrió el pasado viernes, 9 de agosto, cuando un joven de 27 años, vecino de Torrelavega (Cantabria), se examinaba para obtener también el permiso de conducción de la clase B que se realizó en el aula que posee la Oficina Local de Tráfico en Gijón. 

La actitud del joven y su lenguaje corporal, al permanecer erguido en la silla, puso en alerta a los agentes. Una vez finalizada la prueba, se acercaron al joven y le sometieron a un cacheo que confirmó sus sospechas iniciales.

Entre sus ropas llevaba oculto un sistema de comunicación compuesto por un teléfono móvil con tarjeta SIM activada, pinganillo inalámbrico, cable interlocutor que obtuvo tras pagar 2.000 euros a la banda de delincuentes y su propio teléfono móvil, un iPhone de última generación, que actuaba de módem. 

En su caso, también había realizado un agujero en la camiseta con el fin de esconder el dispositivo de comunicación y enfocar, a través de la cámara del teléfono móvil, la pantalla de ordenador en la cual se visionaban las preguntas de los test del examen. Su cómplice, desde el exterior, le estaba chivando las respuestas a través del pinganillo.

Al finalizar la prueba, los guardias civiles del GIAT le incautaron todo el material y formularon una denuncia contra él. El joven adujo a los agentes que desconocía el idioma español.

La colaboración que mantienen la Jefatura Provincial de Tráfico de Asturias y el Sector de la Guardia Civil está logrando detectar este tipo de fraudes.