Veinte años después de que se iniciaran los trabajos para crear una base de datos con todas las muertes violentas derivadas de la Guerra Civil, la Universidad de Oviedo ha cerrado ya el mapa de fosas comunes de Asturias: 398 enterramientos distribuidos por 62 de los 78 municipios del Principado que dan sepultura, fundamentalmente, a víctimas de la represión franquista.
El mapa interactivo forma parte de las investigaciones impulsadas por la Universidad de Oviedo, que se completarán con las labores de exhumación y de identificación de víctimas y de desaparecidos a consecuencia del conflicto armado que se llevarán a cabo durante los próximos años con un equipo de arqueólogos, antropólogos y médicos forenses.
La conclusión del mapa de fosas constata, según la profesora de Historia Contemporánea y directora de las investigaciones, Carmen García, que existe una gran disparidad entre los 398 enterramientos. En este inventario se incluyen los localizados en cementerios de ciudades como Oviedo -donde hay hasta 1.300 enterrados-, Gijón, Avilés y de localidades de menor tamaño como Tineo, Cangas del Narcea o Luarca.
Carmen García ha apuntado además que existen muchas otras fosas cuya ubicación “no se puede garantizar en absoluto” ni existe la certeza de cuántas personas están allí enterradas ni cuál es su identidad dado que en muchos casos la información obtenida es muy vaga.
Según García, la base de datos de víctimas mortales relacionadas con la Guerra Civil en Asturias incluye casi 27.800 nombres de los que forman parte caídos en combate, víctimas civiles, víctimas de represión republicana y franquista durante la guerra y víctimas de la dictadura a partir de 1939. También se tiene constancia de otros 1.200 muertos de forma violenta, pero sin causas claras.
García ha recordado además que el Ejército sublevado habilitó en Oviedo una gran fosa común para los fallecidos del bando franquista y unos 1.100 fueron trasladados sin identificar al Valle de los Caídos, donde se estima que reposan unos 3.500 cadáveres procedentes de Asturias, de los que al menos la mitad fueron llevados en cajas sin identificación.
Muchas de esas 398 fosas, ha advertido la directora de la investigación durante la presentación del mapa, están ya destruidas, en algunos casos porque las víctimas fueron desenterradas por sus familiares “con nocturnidad y alevosía” incluso durante la dictadura o al inicio de la Transición mientras que en otros casos se han levantado sobre ellas carreteras y otro tipo de construcciones como, por ejemplo, en Sotrondio, donde la fosa común está debajo de los nichos del cementerio.
Para el consejero de Ordenación del Territorio, Ovidio Zapico, que integra el Gobierno asturiano en representación de IU y gestiona las competencias sobre memoria democrática, el respaldo del Ejecutivo a la “grandísima noticia” que supone contar con la implicación de una institución del prestigio de la Universidad de Oviedo se reflejará duplicando los fondos destinados a esta materia en 2024.
Por su parte, el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, ha incidido en que el compromiso de la institución académica con el desarrollo de las leyes de memoria democrática autonómica y nacional -“una ley es una ley, y las leyes se cumplen”, ha subrayado- tiene como objetivo lograr una sociedad “más digna” que homenaje a quienes murieron de forma trágica.
“No se trata de confrontar sino de recordar para no repetir”, ha apuntado Villaverde tras señalar que la Universidad de Oviedo tiene la obligación de apoyar esas iniciativas aunque solo sea “por respeto” a la figura del rector Leopoldo Alas, detenido al inicio de la Guerra Civil y juzgado y condenado a muerte por en un consejo de guerra cuya sentencia se ejecutó en enero de 1937.