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'Los últimos pastores', una historia de estoicismo y resiliencia de un mundo que se extingue en los Picos de Europa

Manolo Mier, uno de los protagonistas de 'Los últimos pastores', la última película del asturiano Samu Fuentes

Leticia Quintanal

Gijón —

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Son los habitantes de las montañas asturianas desde hace siglos, protagonistas de la reciella, el traslado del ganado desde las majadas a las invernales y viceversa, y ven cómo el mundo que hasta ahora han conocido cada vez se aleja más de sus costumbres. Desde hace dos años tienen que enfrentarse, además, a los ataques del lobo, protegido por ley desde 2021. Son los pastores de los Picos de Europa.

De la Majada de Tordín a las invernales de Vierru, en el concejo de Cabrales, así transcurre la vida, desde hace más de 60 años, de Fernando y Manolo Mier, dos pastores que protagonizan, junto a un paisaje que quita el aliento, el último trabajo del director asturiano, Samu Fuentes.

Los últimos pastores narra con un tino exquisito la vida de estos dos hermanos, únicos pastores que quedan ya en esa zona y únicos también en Asturias que dedican su vida por entero al pastoreo y al ganado. Comenzaron a los 13 años, ahora ya tienen 73 y 74, y vieron las majadas llenas de críos que subían a la montaña en cuanto acababa el colegio y allí se quedaban, con el ganado, hasta que en septiembre volvían a comenzar las clases.

“Aquello estaba lleno de niños y de vida”, recuerda el director del documental, pero hoy ya no queda nada, hasta el ganado ha cambiado. Fernando y Manolo tenían vacas, ovejas y cabras, pero hace tres años tuvieron que vender las 150 ovejas que les quedaban, ovejas de sexta generación, autóctonas, cansados de los ataques del lobo y de tener que demostrar a la administración que el cánido era el responsable de los ejemplares perdidos, porque no siempre es fácil, debido a la intervención de los buitres.

Se quedaron entonces con su vacas y cabras, pero hace dos semanas que decidieron vender también las vacas debido a la nueva normativa que prohíbe tener cuadras con vacas en núcleos urbanos.

Conviven a diario con su perro Sol, el burro Curro y el gato Linda, sí, gato, cuando decidieron el nombre pensaban que era una hembra, pero lo mantuvieron aún al descubrir que era macho. Manolo, el más joven de los hermanos, es quien pasa en la montaña 11 meses al año, la rodilla de Fernando limita sus estancias a seis meses.

Profesan verdadero amor por los animales, algo que llama la atención en el conflicto abierto entre defensores y detractores del lobo. Sin beligerancia, pero con pena, asumen la situación, si la protección del lobo no se modifica se acabará el pastoreo porque “criar una cabra para que te la mate el lobo…” Y con el fin del pastoreo sufrirán los parques naturales porque ellos son sus verdaderos conservadores, según señala Samu Fuentes, son los que tallan los caminos, cuidan de los árboles y saben cómo tallarlos para que crezcan más fuertes.

El director asturiano lo tiene claro y, pese a reconocer que es un amante de los lobos porque le parecen animales increíbles, “si tengo que elegir entre el lobo o Fernando y Manuel, lo tengo claro”. Durante 15 días de grabación con una inmersión absoluta, según nos cuenta, la admiración por estos dos hermanos se evidencia en su mirada, no solo la de él, sino la de todo el equipo, formado por el director de fotografía, Alejo Sabugo; Paloma Peñarrubia, creadora de la banda sonora; y Maialen Sarasua, en el montaje.

No se trata de matar, añade, estamos hablando de asustar, el lobo es un animal muy astuto y si hay seres humanos no se acerca, huye de los ruidos, pero es que no pueden ni pegar un tiro al aire para asustarle

Samu Fuentes director de 'Los últimos pastores'

Todos convivieron con los protagonistas durante las largas jornadas de grabación en las que la premisa era que la cámara estuviera lo suficientemente lejos como para que los hermanos no se sintieran invadidos y fueran ellos mismos, y lo suficientemente cerca para no perder detalle de nada.

“No se trata de matar, añade, estamos hablando de asustar, el lobo es un animal muy astuto y si hay seres humanos no se acerca, huye de los ruidos, pero es que no pueden ni pegar un tiro al aire para asustarle”, lamenta. Explica que Manolo y Fernando no consiguen entender por qué la protección del lobo se vota en toda España, incluyendo comunidades autónomas en las que jamás han visto ni un solo ejemplar y, por tanto, no los padecen.

La caza del lobo está prohibida en toda España desde el 22 de septiembre de 2021, día siguiente a que el Boletín Oficial del Estado publicara la inclusión de este cánido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. La Comisión para el Patrimonio Natural votó a favor de esta prohibición, a pesar de la negativa de Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León, que anunciaron, en aquel momento, que recurrirían debido al perjuicio que esta decisión ocasionaba a pastores y ganaderos de esas autonomías, donde se concentra el mayor número de ejemplares.

La Estrategia para la Conservación y Gestión del Lobo y su Convivencia con las Actividades del Medio Rural fue aprobada el 28 de julio de 2022 en la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, celebrada por el Ministerio de Transición Ecológica, y en la que estaban representados gobierno y comunidades autónomas.

En febrero de 2020 los expertos que revisaron la situación del lobo ibérico dictaminaron que, si bien no era una especie que pudiese considerarse vulnerable, era recomendable no hacer distinciones entre el tratamiento del lobo al norte y sur del Duero. Así, la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL), de quien partió esta nueva catalogación, apoyada por científicos del Ministerio de Medio Ambiente, ganó la batalla.

Hay un elemento vertebrador, la radio, que rompe de manera acompasada y medida el silencio de la montaña y permite a los hermanos, no solo estar absolutamente informados sino tener una compañía inestimable que les sirva de nexo de unión con “el mundo”.

Siguiendo con la historia que narra Los últimos pastores, hay un elemento vertebrador y no son sus protagonistas, tampoco los animales o el paisaje asturiano, es la radio, que rompe de manera acompasada y medida el silencio de la montaña y permite a los hermanos, no solo estar absolutamente informados de todo lo que sucede “allá abajo”, sino tener una compañía inestimable que les sirva de nexo de unión con “el mundo”.

Desde la pandemia hasta la guerra de Ucrania o el ataque mortal sufrido por el pony de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, por parte de un lobo, algo que, paradójicamente, quizás provoque que la Unión Europea revise la política de conservación. Sonríen.

Con un guion absolutamente abierto y unas conversaciones libres entre Manolo y Fernando, y también con su entorno, Los últimos pastores es una oda a la Asturias que fue y está dejando de ser, y sin caer en ñoñerías lacrimógenas, sí abre una ventana a la emoción que despierta la vida de estos dos hermanos, dedicada por entero al pastoreo, que se han quedado solos en un mundo para el que ni tienen ni quieren reemplazo.

Solamente la aparición de Illán, un joven pastor de 13 años, los mismos que ellos tenían cuando empezaron, despierta en ellos un halo de esperanza, pues ven en él la misma ilusión, las mismas ganas y la misma pasión, la de la juventud, que ellos tenía.

“Estamos haciendo que desaparezcan de nuestras montañas sin darnos cuenta de que si ellos se van no encontraremos el camino porque se habrá cerrado”. Esta frase, mientras se escucha el grito de uno de los pastores y el aullido del lobo, es el punto y final de esta historia.

Este cineasta asturiano, nacido en Noreña en 1962, tiene tras de sí una extensa trayectoria como ayudante de dirección, hasta que hace cinco años dio el salto y dirigió su primera película, de cuyo guion también es responsable, la ficción ‘Bajo la piel del lobo’, presentado en 2018 en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, y protagonizada por el actor Mario Casas.

Como él mismo reconoce, no puede elegir entre ficción y no ficción, pues ambas proporcionan muchas satisfacciones a la hora de rodar, si bien, la no ficción te permite un rodaje más libre con un guion más abierto en el que ir incorporando cosas que puedan ir surgiendo. Aún así, su próximo trabajo ya le ronda la cabeza y será ficción “porque me apetece mucho volver a ella”.

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