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La detección de microplásticos en la nieve del Ártico muestra que estos contaminantes se propagan también por el aire

Investigadores toman muestras de nieve en el Ártico.

Clemente Álvarez

Se sabe que hay microplásticos en los océanos, en los lechos marinos, en el agua que bebemos, incluso dentro de animales y nosotros mismos los humanos. ¿Pero cómo llegan estas pequeñas partículas hasta la nieve del Ártico? La detección de estos contaminantes en lugares tan remotos por parte de investigadores del Instituto Alfred Wegener de Alemania sugiere que el plástico también se desplaza por el aire y es diseminado a través de la lluvia y la nieve.

Algunos estudios previos ya habían indicado que el plástico puede estar propagándose de esta forma. La conclusión de una investigación reciente del Servicio Geológico de los Estados Unidos no puede ser más contundente: “Está lloviendo plástico”. Y otra realizada hace poco en Francia detectó estos contaminantes plásticos en deposiciones de recónditas montañas de Pirineos. Sin embargo, este nuevo trabajo publicado ahora en Science Advances muestra que estos pequeños fragmentos de plástico pueden estar viajando a través de la atmósfera todavía mucho más lejos.

Para conocer mejor cómo se desplazan por el aire estos microplásticos, el equipo de investigadores de Melanie Bergmann analizó muestras de nieve recogidas entre 2015 y 2017 en el hielo flotante del estrecho de Fram, zona que comunica Groenlandia y las islas Svalbard con el océano Ártico. Del mismo modo, para poder comparar los resultados, también se tomó nieve de otras localizaciones del mundo, como los Alpes suizos o la ciudad alemana de Bremen.

Los análisis demostraron que todas las muestras contenían altas concentraciones de microplásticos, incluidas las tomadas en el hielo flotante del Ártico. La mayor concentración de estos contaminantes se encontró cerca de una carretera rural en la región alemana de Bavaria: 154.000 partículas por litro. Mientas que en la nieve del Ártico se hallaron más de 14.000 partículas por litro.

“Es obvio que la mayoría de los microplásticos de la nieve proviene del aire”, comenta Bergmann. Esta hipótesis no resulta tan extraña, pues en el pasado se ha demostrado cómo granos de polen de tamaño similar a los microplásticos son transportados por el aire desde latitudes medias hasta el Ártico. Igualmente, el polvo del Sáhara puede propagarse de forma parecida en distancias de más de 3.500 km hasta alcanzar el Atlántico noreste.

Por tipos de plástico, en las muestras del Ártico se encontraron goma de nitrilo, acrilatos y pintura, que pueden usarse en múltiples aplicaciones.

Para los investigadores, resulta llamativo que las concentraciones de microplásticos medidas en este estudio sean considerablemente más altas que en otros trabajos. Según Gunnar Gerdts, otro de los autores, esto puede deberse a dos motivos: a que se haya buscado en la nieve, que resulta extremadamente eficiente para sacar los microplásticos de la atmósfera, y a la espectroscopia infrarroja utilizada para detectar los contaminantes, capaz de identificar partículas de apenas 11 micrometros.

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