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No solo son las abejas: un estudio cuantifica el daño masivo de los plaguicidas a la microfauna bajo tierra

Un escarabajo pelotero. EFE/EPA/DRAGO PRVULOVIC/ Archivo

Guillermo Prudencio

13 de mayo de 2021 22:12 h

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La 'microfauna' subterránea, como las lombrices y los escarabajos, es indispensable para mantener sanos los suelos y es la base de la vida en la tierra, pero está sufriendo daños masivos por los plaguicidas empleados en la agricultura, según una pionera revisión científica sobre el tema.

Los investigadores han analizado datos de 394 estudios científicos, una de las mayores revisiones realizadas hasta la fecha sobre el impacto de los plaguicidas agrícolas en la biodiversidad, y han detectado que en el 70,5% de los casos, los insecticidas, herbicidas o fungicidas provocan daños colaterales sobre estos invertebrados.

Ya existían otras evidencias del efecto nocivo del cóctel de productos químicos utilizado para combatir las plagas en la agricultura sobre las abejas y otros insectos, incluso más allá de los campos de cultivo. Pero este nuevo estudio, publicado en la revista Frontiers in Environmental Sciences, analiza por primera vez en conjunto su impacto sobre los organismos que habitan bajo tierra –como las lombrices, las hormigas, los escarabajos o las abejas solitarias polinizadoras–.

“Bajo la superficie de los campos cubiertos con monocultivos como maíz o soja, los plaguicidas agrícolas están destruyendo los mismos cimientos de la red de la vida”, asegura en un comunicado uno de los científicos coautores del estudio, Nathan Donley.

Según datos de la FAO, la agencia de la ONU para la alimentación, los suelos contienen el 25% de la biodiversidad del planeta: y esos pequeños organismos están en la base de la cadena de reciclaje de nutrientes de la naturaleza, al descomponer e incorporar al suelo las plantas y animales muertos.

“La biodiversidad del suelo es fundamental para nosotros, ya que mantiene la fertilidad, nos ayuda a mitigar el cambio climático, descompone nuestros desechos orgánicos, nos proporciona medicamentos y regula la producción de alimentos”, asegura el investigador de la Universidad de Alicante Fernando Maestre. “Sin estos organismos no existiría la vida en la tierra tal como la conocemos hoy en día”.

Los autores de la investigación, de la Universidad de Maryland, del Centro para la Diversidad Biológica y de Amigos de la Tierra –dos ONG ambientales–, ponen el foco en el caso de EEUU y critican el escaso control sobre el uso y los efectos de los plaguicidas agrícolas. Critican, por ejemplo, que la EPA –la agencia estadounidense para la protección ambiental– utiliza una especie que pasa toda su vida en la superficie, la abeja doméstica, para analizar el riesgo que suponen estos productos químicos para los microorganismos del suelo.

Sin embargo, según los resultados del artículo, “los efectos negativos fueron evidentes tanto en estudios de laboratorio como de campo, entre todas las clases de plaguicidas analizados, entre una gran variedad de organismos del suelo y criterios”. Los investigadores recopilaron 2.800 casos específicos de análisis, en los que se había estudiado un impacto concreto de un plaguicida –por ejemplo, la mortalidad, la abundancia o el deterioro del crecimiento– sobre un organismo concreto: en el 70,5% de los casos se habían encontrado efectos negativos.

Los investigadores reclaman un cambio para proteger la biodiversidad del suelo. “Nuestros resultados destacan la necesidad de políticas que apoyen a los agricultores para adoptar métodos ecológicos de agricultura, que ayuden a que la biodiversidad florezca tanto bajo tierra como en la superficie”, tal y como ha comentado la investigadora Aditi Dubey, de la Universidad de Maryland.

A nivel europeo, Bruselas presentó hace un año una estrategia para reducir un 50% el uso de estas sustancias en la agricultura de cara a 2030, dentro del paquete de medidas del Pacto Verde Europeo. Es un objetivo ambicioso –aunque por el momento, no vinculante–que ha puesto en pie de guerra al lobby de la agroindustria, según las investigaciones de la ONG Corporate Observatory Europe.

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