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Los mensajes camuflados de las grandes petroleras para boicotear la lucha contra el cambio climático

Imagen de la campaña de BP 'Un organismo diminuto'.

Sara Acosta

La industria del petróleo es la que más complicado lo va a tener para sobrevivir en una economía que no necesite quemar energías fósiles. El Acuerdo de París contra el calentamiento global alcanzado en 2015 selló el mensaje de este cambio de modelo energético. Desde entonces, las cinco mayores compañías petroleras del mundo–ExxonMobil, BP, Shell, Chevron y Total– han gastado 1.000 millones de dólares en despistar; exhiben su aparente compromiso con el cambio climático, provocado en gran parte precisamente por quemar crudo, mientras sus beneficios aumentaron en 2018 por la expansión de sus operaciones en gas y petróleo hasta 55.000 millones de dólares.  

Es una de las principales conclusiones de la investigación realizada por The Influence Map en estos tres años desde el primer tratado internacional contra el calentamiento global. En su estudio, esta organización analiza el despliegue de mensajes en redes sociales, televisión y millonarias acciones de lobby con los que esta industria, acostumbrada a mandar, intenta apropiarse no solo de la narrativa sobre lo que es necesario para luchar contra el cambio climático, también situarse a ella misma como parte de la solución. En ello le va el negocio.

Una de las tácticas está siendo apoyar, en apariencia, poner precio al CO pero oponerse a políticas concretas para implementarlo. The Influence Map pone como ejemplo la web de BP dedicada en exclusiva a este aspecto en la que la compañía dice cosas como esta: “Creemos que un precio al carbono bien diseñado supone un incentivo adecuado para los productores y consumidores hacia la reducción de emisiones”. Sin embargo, el informe pone en evidencia que en 2018 la compañía gastó 13 millones de dólares en una campaña que logró frenar en Washington una iniciativa para poner un impuesto al carbono, una medida específica en la dirección que BP dice apoyar.

Por otro lado, “parte de este gasto se está destinando a sofisticados esfuerzos para captar la narrativa sobre la transición energética, diseñada para impedir políticas que tengan un impacto en el uso de energías fósiles”, continúa el estudio.  Una muestra de esto es el despliegue en redes sociales y en anuncios de esta misma petrolera renombrando la actual crisis climática por el eufemismo de “desafío energético dual” bajo el lema de “Posibilidades en todas partes”. El desafío al que BP se refiere en su web oficial de la campaña es “nuestro compromiso de aportar la energía que el mundo necesita mientras avanzamos hacia un futuro bajo en carbono. Y nuestra experiencia nos dice que una carrera hacia renovables no es suficiente”. Se trata, en definitiva, de posicionar a la misma industria fósil que causa el cambio climático como parte de la solución para mitigarlo.

Otra de las estrategias de estas empresas está siendo, como menciona el estudio, promover el desarrollo de tecnologías bajas en carbono. “Este es el tema más recurrente en anuncios publicitarios”, incide el análisis de The Influence Map. Y pone como ejemplo una reciente campaña de Exxon Mobil, la que más gasta de las cinco grandes en publicidad sobre el clima. Se llama 'A tiny organism' (un organismo diminuto) y es el relato de la inversión de la petrolera en investigación para fabricar biocombustibles a partir de algas. Sin embargo, “el alto perfil de sus anuncios contrasta con el relativamente diminuto papel que los biocombustibles tienen en su negocio global. El objetivo de Exxon de alcanzar 10.000 barriles de biocombustibles al día en 2025 representa el 0,2% de su actual capacidad de refino”, incide el informe.

Aún más sutil es el intento de estas compañías de colocarse como expertas en cambio climático. Para comprender esta estrategia, el informe menciona campañas como 'Hacer el futuro' de Shell, desplegada en todas partes y en la que, a través de sus 'ideas sobre energía', la petrolera dicta esta conclusión: “La producción y uso de la energía contribuye al cambio climático y a la contaminación. Esto significa cambiar el modo en el que el mundo produce y usa la energía. De un sistema alto en carbono a uno más sostenible, bajo en carbono”. Lo que este gigante no menciona es que el objetivo de los países no es alcanzar un sistema “bajo en carbono”, sino descarbonizar la economía.

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